Pilares demolidos.

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Goldy.

Comenzaba a perder la noción del tiempo. Mi memoria flaqueaba y las imágenes que captaban mis ojos no parecían reales, a veces no sabía si eran simples recuerdos de tiempos anteriores. El agua cristalina de mi casa parecía volverse turbia y agitada a pesar de estar en completa en calma. Me costaba introducir oxígeno en mi cuerpo a través de las branquias y el resplandor del sol mañanero se apagó. El agua se volvía menos pesada y más fluida, haciéndome emerger a la superficie entre las tinieblas del adiós definitivo. Mi vida se secó en aquella bola de cristal incompleta que me había dado la felicidad, pues en la tienda de la que provenía rara vez tenía compañía. El tiempo que estuve cautivo fue demasiado largo y mi esperanza de vida es escasa. Quedé flotando entre el cielo y la profundidad mientras lamentaba no haber servido de apoyo a Benjamín. Quería volver a ver la sonrisa maltratada que tenía y que pocas veces se asomaba para divertirme. Quería demostrarle que la vida merecía la pena, incluso ahora que yo me aferro a la ultima brizna de luz antes del vacío, porque no se muere cuando el cerebro se apaga y la sangre se seca, si no cuando tu recuero no queda presente en la memoria y alma de los demás. Quería hacerle ver que no todo se había desvanecido a su alrededor; necesitaba demostrarle que aun conservaba a sus padres y que su recuerdo perduraría eterno en sus corazones. 


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