Amistad guardiana.

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Benjamín

Presentí que algo malo estaba sucediendo. Sentía las malas vibraciones que emanaban del piso superior de mi casa y comencé a preocuparme. Una sensación angustiosa se aferró a mi pecho y dejé de jugar. Lancé las figuritas de acción desperdigándolas por el salón para salir corriendo hacia las escaleras. Subí los peldaños a trompicones, de dos en dos, y faltó poco para que dejara los dientes de adorno en ellos. Irrumpí en mi habitación con estrépito, mirando a un lado y a otro frenéticamente, y me lancé sobre Goldy que estaba boqueando en el suelo. Le agarré de forma delicada pero rápidamente y volví a meterlo en la pecera.

-No te preocupes amigo, ya estas a salvo-. Animé a Goldy desde el otro lado del cristal de su pecera con el corazón encogido y las lágrimas a punto de florecer. -No volveré a dejarte solo. Sentí tal alivio al verle de nuevo a salvo que no pude reprimir las lágrimas que se acumulaban en mis ojos. Aporté con mis lágrimas unos centímetros al agua que le mantenía a salvo de la muerte. 

Mis padres habían subido para descubrir lo que ocurría y al verme cuidando de mi mascota sonrieron. Se acercaron a mi y me rodearon con los brazos, generando un ambiente de ternura en toda la habitación. 


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