IV

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El azabache miró hacia su derecha, la eterna oscuridad dominaba al final del pasillo, no se le hacía escalofriante a decir verdad, pero de alguna forma le causaba algo de incomodidad

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El azabache miró hacia su derecha, la eterna oscuridad dominaba al final del pasillo, no se le hacía escalofriante a decir verdad, pero de alguna forma le causaba algo de incomodidad. Luego giro a su izquierda, y se encontró con exactamente lo mismo, solo en el centro, donde se encontraban los ventanales del pasillo a su espalda, la luz brillante de la luna, tenue y serena, iluminaba una pequeña parte del pasillo.
Había algo que lo tenía inquieto, y no, no era su propia sombra con la cual se exaltó un par de veces, sino el increíble silencio y serenidad que había en el lugar a pesar de encontrarse con un aura maldita tan increíblemente grande.

— Encontré un par de maldiciones en el tercer piso, pero ya me encargué de ellos —habló la castaña haciéndose presente en el pasillo, llevaba dos clavos entre sus dedos y rascaba su cabellera con el martillo suavemente.

— ¿Dónde están Gojō sensei e Itadori? —preguntó sin perder tiempo, y dio unos cinco pasos hacia el frente desde la mitad del pasillo para llegar al salón 2-A.

— En el gimnasio, este lugar es enorme, Gojō sensei dijo que no nos iríamos hasta acabar con lo que sea que haya en este lugar, ese idiota se veía realmente emocionado —refunfuñó, probablemente bastante agotada de pasar horas en aquel lugar exorcizando cada cosa que se le cruzará en el camino, pero para el azabache no era demasiado relevante.

— Bueno, es comprensible luego de sentir tal energía maligna en un instituto, si bien es de esperarse, después de todo son los lugares que suelen atraer a más de esas cosas, pero este parece ser una maldición de categoría especial o... Sea lo que sea.

Observó el lugar, el salón también era un tanto iluminado, pero no demasiado. Habían algunos anuncios de eventos escolares, meses de exámenes y horarios escolares ordenadamente en el mural del fondo, unos bajos casilleros también en el fondo, y parecía ser un salón bastante ordenado, incluso demasiado ordenado para que la institución estuviera vacía. Parecían tener buenos estudiantes.

Miro nuevamente a su alrededor en total silencio, analizando cada detalle, cada rincón, procurando no perder nada a simple vista. La castaña permanecía tras de él en silencio, cruzada de brazos y apoyada tranquilamente en el marco de la entrada.
El azabache paseó entre los espacios de cada banco, y finalmente se detuvo en seco, la línea del medio, justo los dos bancos del medio, emanaban energía maldita de una manera atroz, tanto así, que podía ser capaz de llamar a cualquier maldición de cualquier grado a su alrededor, y aunque en su mayoría son estúpidas y no siempre suelen encontrar el objeto maldito, ese lugar seguía siendo bastante peligroso para los estudiantes presentes en el salón.
Las flamas morada-negra que emana tanto el mesón como la silla le causaron algo de incomodidad, una sensación extraña lo recorrió de pies a cabeza, y luego tomo el suficiente valor para inspeccionar. Fue con el primer banco, pues tenía que haber al menos un objeto maldito como para que aquellos muebles se encontraran de dicha forma.
El primer banco tenía unos cuantos libros y cuadernos ordenados en la rejilla del pupitre, no encontró nada en especial, así que se dispuso en tomar uno de los cuadernos y abrirlo, pero en el momento en que sus manos tocaron dicho cuaderno, una presión desagradable se sintió en su pecho, provocando que soltara un quejido de sorpresa mientras un nudo se formaba en su garganta. Una etiqueta con el nombre del respectivo dueño capto su atención; Nakerama Takeshi. El mismo nombre que había visto incontables veces en trofeos y premios de los estantes de reconocimiento del alumnado en los pasillos del lugar.
Los apuntes eran ordenados, con una caligrafía impresionante y desarrollo extenso incluso para ser apuntes, algunos contenían dibujos bien desarrollados.

(PAUSADA) The  firstborn | Jujutsu Kaisen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora