XLIV

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Las niñas de la escuela de monjas atravesaron la plaza en ese momento trotando en desorden con sus uniformes de huérfanas

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Las niñas de la escuela de monjas atravesaron la plaza en ese momento trotando en desorden con sus uniformes de huérfanas. El sol radiante calentaba las calles con diseños de ladrillos grisáceos. El campanario de la iglesia más cercana resonaba de un lado a otro.

El café estaba en su punto, en aquel platillo pequeño sobre la mesa redonda vidriada estilo mueblería de terraza. El sol le llegaba pero no era molesto, solía usar esos redondos lentes tan oscuros como las noches de verano, por lo cual sus claros ojos se veían más que protegidos.

Se distrajo por un minuto, con aquella rubia de ojos claros que llevaba un encantador labial rojo pasión y un vestido de seda color negro, de tirante y protuberante escote, ceñido desde la cintura hacia la cadera, y volviéndose holgado suavemente desde la cadera hasta sobre la rodilla.

Para cuando volvió su mirada a lo suyo, la presencia del peli-rubio de mirada marrón la tomó por desprevenido. Se había olvidado de él por un minuto. Aunque siendo sinceros, se había olvidado de todos los problemas que la ahorcaban.

— ¿Debería comprarme un vestido así? Su labial era bonito, trataré de conseguir uno... Se ve elegante y ardiente a la vez ¿No crees? —miró por última vez a la desconocida que probablemente nunca más se toparía en la vida, y luego tomó su pequeña taza blanca para darle un sorbo al oscuro líquido.

— Así que... Florecia, Italia —suspiró el hombre, tomando una galleta del platillo de dulces en medio de la mesa de terraza, dando una mordida mientras observaba a lo lejos aún las colegialas de monjas en sus uniformes, hablando animadamente entre ellas en grupo mientras esperaban a la tutora que compraba en una pequeña pastelería cercana—. Hasta el momento solo puedes teletransportarte una vez al día, te dije que guardaras ese recurso para casos extremos y lo has ocupado para venir a Italia ¿Cómo piensas volver a Japón?

— Ruther, estás olvidando que soy una mujer adinerada, puedo mantener a todo un país si yo quisiera —burló con una sonrisa ladina, desviando la mirada a un costado mientras cruzaba una pierna sobre la otra y alzaba levemente su barbilla.

— Y si tanto dinero tienes ¿Para qué usar la teletransportación?

— Bah, revise mi pasaporte y me percate de que estaba vencido, necesito uno incluso si tomo uno en un vuelo privado, pero en cambio, para la teletransportación no necesito nada más que mi billetera y una mochila con algunas cosas —una mueca de irritación se asomó en sus labios mientras su mirada viajaba por el lugar, aunque al mayor le causaba algo de molestia esos lentes oscuros; pues no lograba ver hacia dónde se dirigían sus ojos verdosos—. De todas formas, antes de venir aquí hablé con algunos conocidos, dijeron que mi pasaporte falso debería llegar en algunas horas a la casilla más cercana a mi ubicación, así que podría estar toda la tarde aquí... Bebiendo café y viendo a los Italianos caminar de un lado a otro —suspiró como si fuera su último aliento.

A veces extrañaba esa manera de viajar de un lado a otro sin preocupaciones.

— ¿Qué hay del mocoso?

(PAUSADA) The  firstborn | Jujutsu Kaisen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora