IF ✈ JaeYong℠

𝕏𝕀𝕀𝕀

Las horribles cortinas de segunda mano de JaeHyun no pueden ocultar el tenue resplandor del amanecer. Su edredón aún más horrible tampoco puede protegerlo del frío en el aire.

Bostezando, se frota los ojos y se levanta para cerrar la ventana. Cuando no están entrenando o saliendo en misiones, a los mayores de JaeHyun les gusta sentarse en sus balcones, beber e intercambiar historias escandalosas entre ellos. (Supone que a ellos también les cuesta dormir). XiaoJun nunca se une a ellos, guarda la mayoría de sus chismes para cenas grupales, pero antes de que el Capitán Qian muriera, solía participar en partidos de ópera con otro Capitán Piloto, Onew cuando Onew era su vecino de al lado. Durante las últimas dos semanas, JaeHyun se ha quedado dormido con la ventana abierta, esperando que la voz de su hyung resuene en el aire fresco del invierno.

El pensamiento le hace agarrarse al alféizar de la ventana por un momento. Él mira hacia afuera. La mañana es neblinosa, tenue y húmeda. El sol se esconde; las nubes no lo hacen. Un gris pálido envuelve a NCT, convirtiendo las paredes de hormigón de los Barracones en un color aún más apagado. Los carámbanos cuelgan de los balcones de metal, y aunque se ven bonitos desde la distancia, brillando como joyas colgantes, significa que el resto de NCT probablemente esté congelado.

JaeHyun suspira y se va. Las cortinas caen y él le da la espalda al resto de NCT.

Sin calcetines, entra en silencio a la sala de estar.

No le gusta su apartamento. Se mudó hace once meses y veintidós días, el día después de la muerte de su hermano, y por todas las horas que ha pasado aquí, mirando al techo de su habitación o bebiendo café instantáneo barato en la cocina, nunca se ha sentido como casa. Huele demasiado a él y no lo suficiente a alguien que le importa. Tampoco parece una casa. Las casas tienen fotografías y manchas semipermanentes y un desorden cómodo. El apartamento de JaeHyun no tiene ninguna de estas cosas. Sus paredes están desnudas porque es malo colgando cuadros sin que los marcos se tuerzan y sus muebles están cubiertos de polvo porque es malo quitando el polvo. Es malo en muchas cosas: pintar, poner cosas en los estantes, incluso pasar la aspiradora. Y así, con el tiempo, dejó de intentarlo. Era demasiada molestia por muy poca recompensa y, de todos modos, empezó a preferir dormir en una de las salas de entrenamiento.

Ahora que comparte su apartamento, sin embargo, se siente avergonzado por su falta de esfuerzo. Espera que Taeyong lo mencione, pero por ahora, Taeyong sigue durmiendo en el sofá de JaeHyun.

Sonriendo, JaeHyun deja que sus ojos vaguen sobre Taeyong. Al menos, piensa JaeHyun, ya no parece asustado. No se está acurrucando en sí mismo como lo hizo en la tienda de JaeHyun. Ahora está flojo; sus brazos están extendidos sobre los brazos del sofá y una de sus piernas está extendida sobre la parte superior del sofá. Sus mantas se han caído al suelo; su camisa le llega hasta el abdomen, revelando un tramo de piel de color nieve que hace que el corazón de JaeHyun palpite más rápido de lo normal, y su daga envainada se tambalea peligrosamente en el borde del cojín.

Con cuidado, JaeHyun mete las mantas debajo de la barbilla de Taeyong, riendo en voz baja cuando el chico instintivamente se acurruca en ellas. Hay un poco de baba seca en su barbilla, y es un poco asquerosa, así que JaeHyun se arriesga y se la quita de la barbilla. Taeyong respira fuerte y, por un segundo, JaeHyun piensa que está a punto de despertar. No lo hace, y JaeHyun suspira aliviado.

Coloca la daga de Taeyong debajo de la almohada y se dirige a la cocina para prepararse una taza de café.

La cocina está exactamente como la dejó anoche. Su pila de revistas de cocina que nunca usa todavía está en el mostrador. Su bote de basura todavía está lleno de platos y vasos de papel usados ​​de la cena. Su refrigerador todavía huele a pescado frito, lo cual no es muy atractivo temprano en la mañana, pero JaeHyun estaba demasiado cansado para preocuparse por eso anoche. Todo es exactamente igual excepto por los hombres sentados en su mesa de cocina barata de plástico, bebiendo té de azahar y holgazaneando como un par de gatos perezosos.