IF ✈ JaeYong℠

𝕏𝕍𝕀𝕀

[02:32]

El comienzo me resulta familiar.

Hay una habitación larga y oscura con monitores incrustados en cada pared. Hay una mesa plateada con veinte asientos y una proyección holográfica de NCT flotando encima. Ahí está el sabor de la tecnología. La sal de la anticipación. Si JaeHyun cierra los ojos, podría dibujar los parámetros de la habitación y todas sus líneas nítidas e implacables de memoria.

No cierra los ojos.

Se sienta junto a XiaoJun. XiaoJun se sienta junto a un asiento vacío.

En la cabecera de la mesa, el jefe General Taeil entrelaza los dedos y se concentra en sus propios pensamientos. JaeHyun cuenta los segundos que pasan usando sus dedos y luego los cuenta mentalmente. Cuando pierde la cuenta de los números, comienza a contar los rasguños en la mesa y luego las baldosas en el techo. Uno. Dos. ¿Taeyong ya se unió a los otros aprendices? Cinco. Seis. Siete. Todavía está enojado, ¿no? Ocho. Nueve. Tiene que estarlo, es Lee Taeyong. Diez...

—¿General?— XiaoJun finalmente dice, inusualmente sombrío—Todos estamos esperando.

El General Taeil exhala.

Las gotas de aire que expulsa se condensan en una nube.

—¿Cuáles son las posibilidades?—dice finalmente, como si estuviera planteando una pregunta a un seminario lleno de estudiantes universitarios y no a los soldados de élite de Corea—¿Cuáles son las posibilidades de que podamos confiar en el Ícaro esta noche?

JaeHyun clava las uñas en su silla, rasgando el material. Sus ojos arden a través de él, a través de su traje de conducción, a través de las capas de aislamiento térmico que tiene que llevar debajo. No puede dejar de pensar en Taeyong, incluso ahora.

—Bien...

El General Taeil levanta una mano, silenciando a XiaoJun.

—Piloto Jung—dice en su lugar, muy suavemente—Quiero que respondas a mi pregunta.

JaeHyun se lame los labios. Su voz baja como la cola de una cometa atrapada en un cielo sin viento. 

—Ninguno.

La decepción y la sorpresa nadan en sus ojos. Por un segundo, se parece a mamá, pero esa imagen es fugaz, destrozada en segundos cuando su frialdad pragmática y familiar regresa. Su espalda se endereza. Se pone de pie, cruza los brazos a la espalda y comienza a caminar por la Sala de Guerra.

Con cada paso, con cada golpe de sus botas sobre el suelo de mármol helado, expone su plan.

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—... Como siempre, soldados, mi corazón está contigo. Sirve bien a tu país.

JaeHyun parpadea y la reunión ha terminado.

Las sillas raspan el suelo mientras los otros Pilotos se levantan. Algunos de ellos están murmurando, sus voces rebotando en las paredes, pero la mayoría de ellos están en silencio, con la cabeza inclinada y los labios fruncidos en muecas. JaeHyun atrapa a Irene mirándolo, pero al final, es XiaoJun quien envuelve una mano alrededor de la muñeca de JaeHyun y lo arrastra fuera de la Sala de Guerra.

En un rincón aislado en el pasillo, XiaoJun dice: —No escuchaste una sola palabra de lo que dijo, ¿verdad?

A JaeHyun todavía le zumba la cabeza. 

—No.

XiaoJun deja escapar un largo y lento suspiro y resume la reunión: —Los equipos de Irene y Onew están liderando el ataque contra Acra. Nosotros no. Estamos en las reservas, nuestro trabajo es patrullar a NCT y no lucharemos a menos que Moon nos necesite. ¿Entiendes, amigo?