Sadistic games

6- En la miseria.

En la miseria.

Sí , así es como se sentía Min Yoongi, gran empresario que hasta por mover un dedo ganaba dinero, un Dom del BDSM que tenía alto prestigio y era bastante solocitado por ambos sexos.

Apesar de todo esto se sentía en la misma misera, habían pasado cerca de tres meses ya desde la última vez que lo vio. Desde... desde que vio su rostro, el ceño fruncido, las mejillas húmedas,  la ira que demostraba ese rostro que antes había estado en expresión de placer, comodidad,  ahora se sentía tan vago. Tan, tan...

Tan irreal.

Aventando el vaso de cristal al piso es que Yoongi gruño antes de poder ahogar un sollozo.  Sí,  la había cagado en grande, el ni siquiera habia pensando en lo que ocasionaron sus acciones, pero es que carajo. Estaba tan confundido,  Jimin lo confundia tan mal, lo confundia por haber dicho que no queria algo serio, algo romántico y después hacía una escena tras encontrarlo con alguien más. 

Así no es como actuan las personas que no quieren algo romántico,  ¿cierto?, llorando de tal forma que le hizo sentirse lleno de enojo,  él no comprendía, no esperaba que en un parpadear todo lo que habian tenido se hubiese esfumado.

El como la habitación estaba vacía al día siguiente... le hizo sentirse enfermo.

Malditamente enfermo de amor, nunca se había apegado tanto a alguien,  joder, ¡Él era un hombre de 30 años!, podría superar a ese crio de 23 años. El podría,  podría.

Pero no quería. 

¿Y es que cómo podría hacerlo?, si habian pasado al menos dos años de esto,  de lo que tenían, Jimin le había traido paz, una paz como ninguna otra habia sentido, pero ahora solo había gran amargura en sus labios. Él nisiquiera había vuelto hacer ninguna cosa con Zulema o con cualquier otra persona, le costaba concentrarse en el trabajo, incluso habia despedido a la chica, a su secretaria zulema.

Pero entonces, ¿que es lo que podría hacerle?, Ya no era un niñato para llorarle. Pero le dolía tanto su ausencia, sentía el peso de la culpa en sus hombros. Resignado se levantó del sofá y caminó hacia la cocina para tomar el recogedor y la escoba. De ese modo se dispuso a limpiar aquel vaso roto.

Miró a su alrededor y por un momento observó con tristeza la soledad que le rodeaba. Un nudo se formó en su garganta y sin pensarlo las primeras gotas saladas se empezaron a deslizar por su mejilla. Muriendo en su mentón, se sentía solo.

Estaba solo.

Agonizando en llanto, terminó de recoger para luego apagar todas las luces del primer piso. Y con pasos cansados subió las escaleras para finalmente encerrarse en su habitación y esperar a que aquel día tan frío terminará. Quizá las cosas podrían mejorar por la mañana, ¿No?, Quizá mañana despertaría dejando de doler un poco. O quizá no lo haría.

O quizá en sueños lo vería, cómo todas esas mañanas que despertaban juntos. Con esos ojos mirándolo, con esas manos acariciando su pecho. Besando su mentón.

Con amargura trato de dormir. Pues aquello ya solo lo podría ver en sueños, pues ahora mismo vivía la pesadilla de ya no tenerlo a su lado.