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Capítulo 6
Unos pies descalzos

     —¡Cómo te atreves a deshonrar el nombre de la familia de tal modo! —tía Susan no había dicho ni una palabra desde que se habían marchado del hogar de los Harlord, así que había sido momento de estallar en el instante en que entraron nuevamente a la casa—. ¡Cómo se te ocurre Fiorelah! ¡Cómo nos van a mirar ahora por el pueblo! ¡Nos has hundido a la desgracia niña!

Elah rodaba sus ojos mientras se sentaba en el sillón de la sala rodeada por sus hermanas.

—Cálmese Susan, no es para tanto —dijo el señor Belton sentándose en su sillón individual algo cansado por tanta caminata.

—¡¿No es para tanto dice usted?! —exclamó tía Susan—. Oh si hubiese visto el enojo del señor Harlord cuando los encontró...

—Tú ni siquiera lo escuchaste tía Susan, estabas desmayada para entonces —dijo Sophie con una sonrisa.

—La gente habla jovencita, y no escuché nada bueno —sus ojos se dirigieron a Elah quien con sus brazos cruzados aún seguía descalza.

Miraba un punto fijo lejos de toda su familia intentando evitar sus sermones. Ni siquiera le habían dado el tiempo de poder ir en búsqueda de sus tacones a aquella habitación donde los había dejado. Sus pies estaban tan sucios por toda la caminata que con todo el baño que ahora tenía entre sus dedos podría hacerse un baño.

—Si me disculpan, voy a lavarme —se levantó de entre los cojines y se dirigió escaleras arriba.

Nadie se interpuso en su camino, ni siquiera tía Susan que si fuese por ella hubiese dicho muchas cosas más de las que estaba dispuesta a gritarle a aquella muchacha, pero el señor Belton no se lo permitió, la obligó a quedarse callada y sentada en esa misma sala.

Elah cerró la puerta del baño y se dejó caer dentro de la bañera aún con su vestido, llevó sus manos a su frente y cerró sus ojos por unos momentos.

Solo habían pasado unos minutos para cuando llamaron a la puerta.

—¡Qué! —exclamó molesta Elah desde dentro.

—¿Podemos entrar? —esa era Sophie quién estaba acompañada por Beth y Kate fuera.

—¿Si les digo que no, entrarán igual? —preguntó Elah sin apartar sus manos de su rostro.

—Claro que si —dijo Kate desde el otro lado.

—Pasen —murmuró Elah reposándose contra el respaldo de la tina.

Las tres muchachas entraron al baño en fila y dentro se dispersaron sin apartar sus ojos de Elah quién descansaba aún ahí dentro.

—¿Cómo fue? —preguntó Beth interesada.

—¿Cómo fue... qué? —Elah la miró de mal humor.

—¡Que lo conociste claro! —exclamó Beth muy entusiasmada en su respuesta—. ¡Al sobrino del señor Harlord!

—¿Te refieres a Finnik? —alzó sus cejas con seriedad.

—¿Ya lo llamas por un apodo? —Kate sorprendida se sentó en el banquillo junto al retrete.

—¿Cómo es él? —preguntó Sophie con una enorme sonrisa.

—¿Es guapo?

—¿Es alto?

Elah las observó como si estuviesen una mas loca que la otra. Completamente abrumada por su cercanía y el interrogatorio que estaban haciéndole, sintió como aquella bañera cada vez se hacía más pequeña.

𝐿𝑖𝑡𝑡𝑙𝑒 𝑊𝑜𝑚𝑎𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora