Capítulo 10
Elah podrá calmar cualquier tormenta—No Fiorelah, una mujer debe sentarse con cortesía y feminidad... —le mostraba la abuela Isabelle sentándose a su lado en la mesa del comedor—. Espalda recta, hombros hacia atrás pegados al respaldo, las piernas no deben estar cruzadas una encima de otra... no querida no —la corrigió la abuela Isabelle, Elah separó sus piernas mientras reía—. Rodillas juntas, debes reclinar tus pantorrillas y tobillos hacia un lado...
Elah reía imitando la postura de un hombre.
—¡Elah! —se quejó la abuela Isabelle viendo que su nieta ni siquiera quería intentarlo.
—Si debo estar pensando como sentarme toda la cena, prefiero no hacerlo abuela Isabelle —se quejó la muchacha intentando imitar la postura de su abuela—. Además, ¿cuál es el propósito de todo esto? Lo único que parezco es una víbora enroscada de mal carácter.
La abuela la observó y con sus manos arregló su postura, sus hombros y sus piernas.
—Ningún hombre querrá a una mujer que ni siquiera sabe sentarse como debe —le explicó con dureza—. Debes aprender estos modales si quieres conseguir un esposo Fiorelah, alguien que pueda mantenerte porque yo no pienso hacerlo querida.
Elah comenzó a toser, se había atragantado con su propia saliva y justo en el momento en que su abuela Isabelle intentaba corregir su postura, algo que empeoró mucho más la situación.
—¡Jovencita! —la abuela Isabelle le hizo señas a su criada Julia para que le alcanzara un vaso con agua—. Toma, bebe un poco...
Elah tomó del agua hasta que su garganta dejó de irritarla.
—Yo no planeo... casarme abuela Isabelle —le confesó dejando el vaso de agua sobre la mesa del comedor donde estaban almorzando.
Isabelle la observó por unos segundos sin poder creer lo que sus oídos escuchaban. Seriamente frunció su ceño mostrando lo en desacuerdo que estaba con su sobrina, ¿no contraer matrimonio? Era algo impensable.
—¿Cómo dices? —no era su edad, ni mucho menos que sus oídos no escuchaban con claridad, era el asombro que esas palabras causaban en su vejez.
—Tu no estas casada, ¿por qué no puedo vivir de esa manera? —le preguntó Elah alzando sus cejas intentando controlar su temperamento.
La abuela Isabelle gravemente ofendida por sus palabras llevó una mano hacia su pecho.
—Porque yo soy rica, y se guardar mi dinero... —fruncía sus labios con molestia—. Tu no puedes hacer lo mismo viviendo en la casa que vives y teniendo la familia que tienes.
Elah entre abrió sus labios sin poder creer lo que escuchaba de su abuela paterna.
—Si tu padre hubiese usado más la cabeza con los negocios y menos el corazón a lo largo de su vida —la miró con sus ojos muy abiertos logrando espantar a Elah—. Tal vez tu podrías cumplir ese sueño de no tener esposo, pero tu vida es completamente diferente a la mía Fiorelah, debes entender que sin dinero no podrás mantenerte, ni a ti ni a tus futuros hijos si es que los tendrás por el amor de Dios... lo que te queda es conseguirte un esposo con buen dinero y entonces podrás buscarte un verdadero lugar en esta vida.
—Puedo encontrarme un lugar por mi cuenta abuela Isabelle, pienso abrirme paso en este mundo yo sola —le respondió con molestia—. Estudiaré con los mejores pintores y venderé mis pinturas por mucho dinero, y el día que lo logre sin ningún hombre que me ate a sus mandatos, entonces te lo mostraré y lo refregaré en su rostro abuela Isabelle.
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𝐿𝑖𝑡𝑡𝑙𝑒 𝑊𝑜𝑚𝑎𝑛
Teen FictionMargo es una de las tantas hijas del amable señor Louis Belton, ella y sus hermanas viven cada día como si fuese una nueva aventura. Sin embargo, llega el día en que al pueblo de Greentown se presenta un nuevo muchacho llamado Finniksen. Ahora las h...