Sobre las consecuencias de algunas decisiones.
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Hoy cuento esto con tristeza, con pesar. Cuento el resultado de la falta de comunicación y de la existencia de un corazón roto.
Hace tiempo me gustaba una chica. Me encantaba, estaba enamorada de ella hasta las trancas. Yo no lo quería admitir (porque no quería parecer desesperada). Éramos amigas y sentía que podía hablar con ella sobre cualquier cosa. Quedábamos para pasear y hablábamos durante horas.
Ella era muy distinta a mí. Cuando veía la vida a través de sus ojos me mostraba otro punto de vista completamente nuevo. Quizás eso debería haberme servido como advertencia de que, si tan distinta veíamos la vida, nuestra manera de afrontar los sucesos no sería parecida.
Cada día que pasaba sentía que mi corazón presionaba a mi cabeza más y más para confesarme. Y así lo hice. Una tarde, mientras cruzábamos un paso de peatones, se lo dije:
- Me gustas.
- ¿Qué?
- Que me gustas. Se que no es el momento ni el lugar indicado para decirlo.
- No sé qué decir.
- No digas nada. Decírtelo ya hace que no me sienta pesada. Lo siento si te incomoda.
De verdad creí que eso me ayudaría.
- Al final ha hecho mejor tiempo hoy de lo que esperaba.
Y así, sin una respuesta seguimos hablando como si lo que acababa de decir no cambiase nada. Pensé que quizás no había asimilado lo que le acababa de decir y que, cuando lo hiciera, me daría una respuesta.
Pasaron un día, dos, tres, una semana, dos semanas. Se acabaron las esperanzas de que ella me correspondiera. En todo ese tiempo no había mencionado ni una sola vez la conversación. Tampoco se mostró cercana ni más cortante, simplemente seguimos como si nada hubiera pasado. Bueno, siguió ella. Yo no podía. Sentía que mi confesión la había incomodado que yo a incomodaba.
Decidí tomarme su silencio como un no a mi declaración de amor. Intenté olvidarme de ella. Hablé sobre el tema con otros amigos.
- Chica, si no te ha dicho nada será para no herir tus sentimientos, pero, si quisiera estar contigo, ya te habría dado alguna señal...
- Tienes que olvidarte de ella, pasa página. Conoce a otras personas.
Lo pensé, tenían razón. Me enfoqué en mis proyectos, en mis estudios. La semana en la que tomé la decisión de olvidarme de ella en el plano romántico, para ser de verdad su amiga, apareció otra chica. La conocí por unas amigas en común, me parecía atractiva. Hablamos durante un par de días y me invitó a una fiesta para conocerla en persona.
Cuando llegué estaban las dos: mi amiga, que todavía me seguía gustando de una forma muy dolorosa y la chica con la que había empezado a hablar, que era divertida y agradable. Bailamos, bebimos y me emborraché.
Esa noche besé a la chica que no era, me quedé dormida en su cama. No podría decir que no noté que mi amiga se incomodó, lo sentí, pero no le di importancia. Si ella no sentía nada por mí, ¿por qué se iba a molestar?
Cuando volví a mi casa, ya en mi cama y con la mente despejada, escribí a la chica de la noche anterior y le dije que me había divertido pero que no noté ninguna conexión con ella y no creía que lo nuestro fuese a evolucionar para ningún sitio. Lo entendió. Es a mi amiga a la que empecé a notar distante. Sabía que ella tenía otros problemas así que no lo achaqué a mi forma de actuar. Porque ella no sentía nada ¿verdad?
Pasaron dos meses y cada vez notaba que ella era más y más fría conmigo. Yo puse una historia en Instagram sobre lo mal que me sentía y lo mucho que necesitaba dejar de estar enamorada de una persona. Porque sí, porque en todo ese tiempo ella me seguía gustando, pese a su silencio, pese a mi intuición.
Hace poco hablé con ella sobre todo esto. Me dijo que no estaba preparada para querer a nadie y que yo había sido muy rápida en irme con otra persona. No le expliqué mi sufrimiento, ¿para qué? Lo vería como una excusa. Ella no aclaró en esa conversación si en algún momento había sentido algo por mí.
No me malinterpretes lectora, no me arrepiento de nada de lo que dije o hice. Hice las cosas cuando sentía que debía e intenté avanzar lo mejor que pude.
En este momento sigo intentando olvidarme de ella, ya lo conseguiré. El día que no tenga ese cariño amargo en mi corazón será el día en que le pueda ofrecerle la amistad verdadera que se merece.
Hasta entonces, soy yo la que se mantiene al margen. Somos piezas de puzles distintos, eso me enseñó ella.
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Relatos lésbicos: Antología
RomansaRelatos sobre chicas que aman, desean y ¿se comen? a otras chicas.