Su madre alguna vez le dijo que las montañas eran los pies del cielo, recordó a aquellos hombres chancándose el pecho con una cruz que solo evocaban al que decían el señor salvador cuando tenían menos oportunidad de respirar que una piedra .
Abrió los ojos con pereza inimaginable, la noche anterior sus pupilas habían sufrido un tsunami que se extendió por todos los puntos sureños de su rostro. Había intentado inmiscuirse en un viaje astral pero el chillido de pequeños piececitos andantes terminó con las expectativas de algo que probablemente nunca cubriría.
Extendió un brazo y sintió el pesar de andarse con groserías frente a su padre, extendió el otro y sintió el dolor de estar vivo.
Con doce años de edad creía haber vivido más que un magnate europeo , pero la realidad es hasta a veces incierta , la vida de Louis tenía un futuro ya escrito, con un presente a punto de derrumbarse.
Reflexionar de la vida, no ayuda mucho en esta misma.
Oía gritos y el sonido de las flamas jadeantes desprendiéndose, entre ellos tal vez la voz de su padre clamando algo incomprensible. Pero eso era algo que lo tenía casi acostumbrado, remango el plástico que colgaba de uno de los agujeros del cuarto, la pared de madera estaba casi deshecha y dentro existía el aposento de las que en su vida fueron termitas.
Louis decidió echarle algo de valentía al desayuno de esta mañana, salió de la habitación desnudo al sentir que su estómago hablaría si tendría que soportar un minuto más la carencia de alimentos , al instante y a menos de un metro de la habitación vio a su madre de pie , fingiendo freír algo en la sartén vacía.
-Louis – susurro ella, mirando al único de sus hijos, lo miraba a él y veía lo inevitable, su vida sería igual de miserable que la de ellos.
-¿Porque el alboroto tan temprano afuera? – ambos miraron instintivamente hacia el reflejo claro del hombre siendo arrastrado, hacia lo que se podría declarar el infierno en tierra, su madre cerro los ojos.
Louis se vio a si mismo correr, segundos después ya no pudo contener la agonía.
-Él se lo merece, merece hundirse- dijo la mujer, tenía la piel de los ojos casi oscurecidos.
-Pues al que estas dejando morir, es mi padre- No considero importante los perjuicios como la falta de pudor en su cuerpo.
El niño salió corriendo de casa y vio a metros de él la tan temida “justicia popular” y esta vez el demandado próximo a condenar era Konrad, el hombre al que llamaba padre, corrió como normalmente no lo haría ni por el pan de la seis y lo hizo tanto que sintió sus pantorrillas desgarrarse.
Era un grupo inmoral de diez personas, tan mal vestidas como Konrad y lanzando vulgaridades al aire, cada uno con su propia desdicha y la lista de carencia en su cerebro a punto de colapsar, tal vez hasta se desconocían sus nombres, pero la sed de matar era igual de gozosa en cualquier momento
-¡PAPÀ¡ ¡SUÉLTENLO! – grito mientras corría, como el lobo al que le encendieron el rabo.
-¡TU PADRE ES EL MAS GRANDE HIJO DE PERRA EN EL MUNDO! – grito uno de los más corpulentos en el grupo, llevaba un chaleco naranja y un gorro tan desteñido como sus dientes, probablemente tenia peor vida que la que él conoce.
-¡NOS MINTIO, PERO VA A ARDER IGUAL QUE EL DEMONIO!
Avanzo hacia un muchacho algo mayor que él, muy apegado a la creencia y las buenas costumbres pero esta vez mas decidido a acabar con el prójimo que de su lealtad a los diez mandamientos. Hecho la fuerza del cuerpo al brazo izquierdo y golpeo casi desvaneciente en la espalda del muchacho, este giro la cabeza como muñeco tirado del purgatorio.
-Idiota – mascullo él y sin darle más vuelta al asunto, siguió con la carnicería.
Sobrepaso la muchedumbre furiosa y creyendo más en cualquiera que en el mismo, se paró firme delante de la antorcha viviente que esperaba con los brazos ígneos el cuerpo dañado de su padre.
-¡SUÉLTENLO, EL NO LES HA HECHO NADA! – exclamo, sintiéndose débil por el calor a sus espaldas.
-Este hombre se quedó con todo, vendió las donaciones llegadas por el último desastre, nos quedamos sin alimentos, algunos viviendo en la calle, y a este lo único que le importo fue su maldito culo, es un infeliz y mérese pudrirse.
La fuente de calor a sus espaldas era agobiante, sentía la mitad de su cuerpo hirviendo empapada en culpabilidad y desesperación, las plantas de sus pies se hundían cuya planta cansada de vivir y sentía destrozada su columna vertebral cuyo preso judío.
-¡MUY DIGNOS HAN DE SER USTEDES QUE ESTAN A PUNTO DE COMETER ASESINATO! ¡AYA LOS VOY A VER A TODOS JUNTO A MI PADRE! – cogió una varilla y sobre la arena, enfrente del infierno andante, trazo como profeta una cruz, pronunciando el decálogo.
Era un dibujo exacto, adherido a lo posterior a nuestros pies y juzgaba con ojos imaginarios.
-¡ATREVANSE A CRUZAR LA CRUZ! ¡ATREVANSE A DESAFIAR A DIOS! – aún tenían a Konrad sujetado de los brazos, este tenía la frente empapada y la mirada perdida en algún polo, los hombres miraron sus cabezas entre sí , cada uno más herido por la edad que el otro, sus cabellos blancos que parecían los de algún santo pero con las manos de genocida en masa.
-¡SUÉLTENLO YA! – Dijo uno de edad media -¡NO VALE LA PENA INSECTOS COMO ESTE!
-Señor, este hombre merece morir – pronuncio el más jovial de aquellos, el casi niño, el que ni se inmuto ante las agresiones de Louis.
-¡HE DICHO YA LO QUE TIENES QUE HACER! – los hombres furiosos lo arrojaron al piso, casi queriéndolo fundir junto al núcleo terrestre y empezaron a retirarse de a poco, con el paso lento y el alma desganada repleta de esa sensación de no hacer lo que se debió.
Konrad se quedó frente a su hijo, estaba tan enjuto que parecía parasito intestinal, se paró y se sintió próximo de padecer un cólico nefrítico, camino deliberadamente a su costado y poniendo una mano en el esquelético hombro del niño, pronuncio: “Buen teatrillo ese, eh. “
Louis sintió su cuerpo temblar, al sentir el olor a vinagre saliendo de la boca de su padre, finalmente el hombre juramentando su bestialidad escupió sobre aquella cruz que había salvado su vida, sobre el signo de respeto a los demás mundos y se adentró en la casa con mirada frívola.
Fue cuando Louis se pudo dar cuenta de que seguía desnudo, instantáneamente corrió detrás de su padre.
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Leucemia Cardíaca {Larry Stylinson}
FanfictionLa vida de Louis se vio reflejada en uno de esos pésimos libros , aquellos que terminan sus días en una vieja estantería , esos únicos que se encienden destrozando almas , esos tantos donde el autor muestra con fingida pasión cosas para las que no...