◍Prólogo◍

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[Christopher; 5 años]

Un pequeño niño de cabello color azabache con cordones desatados corría por toda su casa. En el camino había tirado su mochila y solo tenía una libreta con un lápiz mientras seguía en su rápida carrera, con sus brazos estirados simulando ser un avión y, de paso, dejando un sendero de lodo.

-¡Mamá, mamá! -gritaba, tratando de encontrar en una de las habitaciones del segundo piso a su mamá mientras aún seguía simulando ruiditos de avión.

Escuchó ruidos en la cocina, por lo cual murmuró un "Objetivo localizado, capitán Chan", y partió en rumbo de la búsqueda de su madre bajando corriendo –o más bien volando– por las escaleras.

Al llegar a la cocina visualizo a su madre, que cerraba la puerta del patio trasero, girando hacia él y poniendo una mano en su pecho para que se detuviese y no la estrellase.

Primero miró al pequeño travieso con el cabello oscuro despeinado cubriéndole parte de los ojos y con una sonrisita juguetona en el rostro, después su mano con la libreta y el lápiz, luego el pequeño parche en su mejilla izquierda por el accidente de hace unos días –cayó por la escalera porque según él podía "volar"–, y finalmente y más importante: el rastro de lodo que había dejado por entrar con sus zapatos.

-¡Christopher Bang, ¿qué te he dicho de entrar a la casa con zapatos?! -exclamó alarmada, moviendo sus brazos de una manera extraña, provocando la risa en el menor-. ¡Acababa de limpiar!

Christopher se sacó sus zapatos con sus mismos pies manteniendo su tierna sonrisa-. Pues saca tu varita y limpia de nuevo, mamá.

La señora Bang se tomó el puente de su nariz, cerrando los ojos-. ¿De dónde sacaste que yo limpio con una varita?

-Hyunjin me dijo que eras una bruja cuando le quitaste sus videojuegos -Chris sonrió con inocencia a la vez que su mamá pasaba su mano exhausta por su rostro-. ¿Los hiciste desaparecer con tu magia?

Luego de un "Después hablaré con tu hermano", Christopher se sentó en una silla y recordó para qué la estaba buscando.

-Mamá, en la escuela me preguntaron "¿Qué quiero ser cuando grande?". ¿A qué se refería la señorita Im con eso?

Su madre suspiró mientras cortaba vegetales y comenzó a explicar moviendo el cuchillo de un lado a otro, sospechosamente, como una varita para Chris-. Pues cuando seas mayor, cariño, tú tendrás que elegir quién quieres ser. Algunas personas quieren ser doctores, bailarines, actores, o se basan en lo más básico, como Omega, Alfa, Beta, o también en padre, madre, esposo o más cosas.

-¿Puedo ser Iron Man? -preguntó el pequeño, levantando en alto su cabeza y con un brillo en sus ojos, causando una risa inocente en su madre.

-Por supuesto, cielo. Puedes ser lo que tú quieras… mientras no te vuelvas a tirar por las escaleras -añadió con una mueca.

El pequeño, lleno de euforia, bajó de su asiento poniéndose sus zapatos rápidamente y volvió a salir corriendo, gritando un "¡Gracias!". Claro, le iría a contar a su hermano mayor que ya había decidido que iba a ser cuando grande, puesto que estuvo pensándolo todo el día sin entenderlo. Se sentía orgulloso de tener una idea tan original como la suya.

Hyunjin estaba jugando en la casa de la vecina con su nuevo mejor amigo. Sin dudarlo, corrió hacia allá, dejando abierta la puerta de su casa. Avanzó por la acera, y estaba tan cerca de llegar a la puerta, tan cerca, que no esperó caer a pasos de esta por sus cordones desatados.

En segundos, sus ojos se pusieron llorosos, apretó sus puños intentando mantenerse fuerte para no llorar mientras sus rodillas sangraban un poco. Otra vez. El puchero en su rostro se asomaba y, justo cuando creía que iba a morir ahí frente a la casa de su anciana vecina, la puerta se abrió por un preocupado niñito de nueve años que había escuchado un ruido afuera y pensando que "el viejo del saco" lo venía a buscar por haberse portado mal con su abuela. Más solo encontró a un chico unos años menor sorbiendo su nariz y limpiando sus lágrimas con su manga.

-¡Oh! ¿Estás bien? Déjame ayudarte. No… no llores -dijo con tristeza el castaño, tomándolo de su manito para levantarlo.

Christopher jura haber sentido chispas en el momento que el bello niño castaño de tez clara había tomado su mano delicadamente. Sus ojos habían chocado con los del otro, pequeños y de un hermoso color café, y su corazón había comenzado a palpitar fuertemente. Entonces comenzó a plantearse si la bruja de su madre no lo había hechizado.

-Tranquilo, traeré algo para ayudarte porque mi abuelita dice que debo ser un buen niño si quiero conseguir un buen Alfa, espérame -dijo con una pequeña sonrisa tratando de dar media vuelta, pero Chris no lo dejó. Este apretó su agarre y lo miró como si fuera la última película de Iron Man.

-No, no se vaya. Se… se me pasará si se queda conmigo, ¿un ratito?

Así fue como ambos terminaron sentados en la entrada de la casa. Olvidando a Hyunjin, quien jugaba videojuegos en el cuarto de estar de ésta. No obstante, este también había olvidado a su jugador dos.

-¿Por qué debe ser un buen niño para conseguir un buen Alfa? -preguntó el pequeño, retomando la conversación curioso.

-Ah… en mi casa, mamá y abuelita molestan con que seré un Omega. Están ciegas, ¿no lo crees? -pregunta obvio Jeongin a lo que Christopher asiente fuertemente frunciendo sus labios, aún sabiendo que está mal mentir. Aquel niño se veía tan bonito como una hermosa flor-. De todos modos, si soy uno, quiero un buen Alfa que me ame y me dé muchos cariñitos -suelta una risita que contagia a un bobito Chris-. Aunque no lo entenderías. Eres muy pequeño.

Christopher vuelve a asentir poniendo su mano en su barbilla, como pensando las palabras que le dice su lindo acompañante y recordando las palabras de su mamá: algunas personas también elegían ser Alfas, Omegas o Betas.

Entonces, recién entonces, le pareció muy poco la idea de ser Iron Man, ya que una nueva asomaba su cabeza.

-¿Cómo se llama?

-Me llamo Yang Jeongin ¿Quie…?

-¡Gracias! -gritó interrumpiendo al mayor y corriendo a su casa con el corazón golpeándole el pecho.

Jeongin sonrió, mirando extrañado al niñito de cabello azabache. Era curioso, tierno y pequeño, puesto que era más bajo que él, sin embargo, seguía siendo lindo con aquella sonrisita que luce sus dos dientes delanteros.

Al llegar el menor a su casa, gritó un "¡Mamá, ya no quiero ser Iron Man!", recibiendo un "¡Está bien, cariño, pero quítate los zapatos!".

Ignorando a su progenitora, se sentó en su sofá, y abriendo la libreta, escribió con mala ortografía y caligrafía dignas de un niño de su edad:

"Quiero ser el Alfa de Yang Jeongin"

Aquella es una promesa que jura no romper por el resto de su vida.

«𝘔𝘺 𝘓𝘪𝘵𝘵𝘭𝘦 𝘈𝘭𝘱𝘩𝘢» | •𝘾𝙝𝙖𝙉𝙞𝙣•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora