𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑: Quiero que seas mi esposo

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Christopher mira feliz el anillo en el dedo de Jeongin, se lo dió hace una semana y a pesar de que ya no tiene el dulce, Innie se lo pone siempre. O al menos eso es lo que piensa, puesto que Jeongin solo se lo pone cuando verá a Christopher. Y es que fue tan tierna la manera en la que se lo dió.

Christopher estaba frente a la puerta de Hyunjin. Su cabello estaba peinado hacia atrás gracias a su mamá y sus pegajosas manos que no dejaban de tocarlo y arreglarlo a su manera —para después sacar miles de fotos que seguro estarán en sus redes sociales—. En sus manos están tres rosas blancas del jardín que su papá se había encargado de recoger por él y quitarle las espinas. Sus bolsillos sobresalen de manera graciosa por tener ambos grandes anillos plásticos allí.

Sin saber porqué se detuvo frente a la puerta. Miedo, quizás, pero no lo admitiría. ¿Le gustarían los anillos? ¿Aceptaría ser su esposo? ¿Su Omega? ¿Querría que gastara una millonada cómo su padre para comprar un anillo no comestible?

Mas un Alfa no es cobarde y quitando esos pensamientos de la mente golpeó la puerta. Justo Hyunjin había ido al baño y sabía que este tardaba, así que el único que podía abrir era su futuro esposo. Apenas Jeongin abrió la puerta, Christopher se puso nervioso y tiró las flores hacia un lado del pasillo, pero una se quedó atascada en su pantalón y no la podía quitar.

El castaño lo miró con curiosidad, sobre todo la linda rosa blanca en su mano y las otras dos en el piso. Cuando Christopher la pudo quitar y levantó su mirada, el castaño tenía los ojos en la flor.

-Y-yo… Es para usted, hyung -estiró su brazo lo más posible hacia el frente.

Jeongin se sonrojó. Jamás le habían regalado una rosa. Algunos chocolates pequeños que niños de su edad podían costearse gracias a sus padres, pero nada tan lindo. La tomó entre sus manos y quiso saber si en verdad olían rico como contaban así que con una sonrisita inhaló el aroma, pero la verdad esta apenas se notaba.

-Muchas gracias, Chris, es muy hermosa. ¿Esas también son mías? -apuntó las que yacían en el suelo y Christopher prácticamente corrió a recogerlas y entregárselas-. ¡Esto es muy lindo!

Jeongin tenía una sonrisa enorme, de esas en dónde dos medias lunas se formaban en sus pequeños ojitos y sus mejillas se abultaban un poco más. Era muy tierno que su dongsaeng favorito le regalara flores. Hyunjin es tan afortunado de tener un hermano menor y más uno como Christopher. Quiere comérselo a besitos.

Christopher se sentía feliz de que haya aceptado su obsequio. Con más confianza y seguridad, que siempre tenía cuando no se trataba de Jeongin, se dispuso a sacar su otro obsequio.

De sus bolsillos tomó un anillo y se arrodilló frente a Jeongin, quien abrió sus ojos demasiado. ¿Qué estaba haciendo su dongsaeng? ¿Era un nuevo juego? ¿Quería jugar a una boda? Por alguna razón se sintió nervioso.

-Hyung, y-yo… usted a mí… A mí me gusta usted -dice con su corazoncito queriendo escapar-. Así que quiero pedirle que acepte casarse conmigo.

-¿Y-yo? ¿Casar-casarnos? -preguntó incrédulo.

Sabía que Christopher lo admiraba mucho y siempre le decía lo lindo que era, pero esto era diferente. Sus tiernas acciones querían algo más allá de una hermandad. Ahora entendía porqué Hyunjin solía burlarse de Christopher cuando éste le decía algo bonito o se sonrojaba. Bueno, lo sospechó, pero siempre lo terminaba descartando. Es que, ¿quién podría pensar mal de semejante cosita?

-Sí, hyung, quiero que sea mi esposo -respondió aún mordiéndose ambos labios, nervioso, más sin quitar sus ojos de los del más alto buscando aceptación.

Jeongin vio aquellos oscuros ojitos mirarlo con cierto brillo, sus mejillas levemente rositas pero notable al su tono de piel ser un poco claro, y sus gruesos labios color rosado apresados firmemente en su boca. Su cabello perfectamente peinado lo hacía lucir hasta angelical. Algo en su estómago se removió. ¿Cómo podías negarle algo a tal niñito? Ah, es tan débil ante su menor. Apuesta que hasta su lobo lo será cuando se presente.

No es incómodo gustarle al hermanito de tu mejor amigo. Es algo más bien tierno y lo hacía sentir orgulloso de ser tan guapo como para gustarle. Más siendo un niñito tan lindo como Chris. Pero seguía siendo un niño. No iba a estar en una relación con él. Era ridículo.

Sin embargo, seguro es solo un capricho, se le olvidará pronto… Por el momento puede fingir para hacerlo feliz. No estaba dispuesto a que su menor se aleje de él por vergüenza o algo si lo rechaza, no quiere quebrar su pequeña amistad ni mucho menos verlo llorar. Christopher merecía mantener su sonrisa.

-Mm… -se hizo el pensativo una vez asimiló la idea, llevando sus falanges a su barbilla-. Está bien, seré tu esposo, Chris.

El menor deja de hacer fuerza en sus manos que sin darse cuenta estaban hechas puños y lo mira con sus ojitos más abiertos de lo normal. ¿Aceptó? ¿Así de fácil? Entonces… le gusta a Innie.

Los ojitos del contrario representaban diversión, lo hacían ver feliz y Christopher se sintió alegre de ser el responsable de cierto brillito. Sin más abrazó a su mayor y hundió su rostro en la curvatura de la unión entre su cabeza y pecho, restregando un poco su cabecita en un acto juguetón que hizo reír a Jeongin.

-Innie me hace muy feliz. Yo haré muy feliz a mi esposo.

Luego de eso, las cosas no han cambiado mucho. Salvo que ahora Christopher parece garrapata de Jeongin, y Hyunjin no pierde la oportunidad de burlarse de su amigo, logrando fingidos gruñidos de Christopher puesto que no tenía un lobo real que gruñera. Y qué decir de la "suegra", que no ha parado de tomarles fotos por cada pequeña mirada que se dan.

Jeongin mira el anillo de plástico con una sonrisa tonta. Sólo es un juego, se le pasará rápido. Más sabe que cuando el menor tenga una pareja en serio, esa persona será la más afortunada del universo.

«𝘔𝘺 𝘓𝘪𝘵𝘵𝘭𝘦 𝘈𝘭𝘱𝘩𝘢» | •𝘾𝙝𝙖𝙉𝙞𝙣•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora