9.- Coniuratio

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A Bárbara no le gustaba sacar conclusiones apresuradas de las personas.
Usualmente juzgaba con detenimiento las intenciones de los demás y luego tomaba decisiones, pero esta ocasión... Algo malo iba a ocurrir y ella lo presentía.
Lo sabía en el fondo de su corazón, su intuición no fallaba, algo andaba mal con aquel sujeto y tenían que deshacerse de él.
Pero no podía arriesgar su integridad nuevamente, además, él no confiaría en ella con facilidad.
Tenía que encontrar a alguien que asesinara a aquel hombre de negocios y evitara que hablara, por mucho que se comprometiera a guardar el secreto del aquelarre, no podían confiar en el.
Para esta tarea necesitaba a alguien ajeno a Tucker. Alguien desinteresado, anónimo y casi imperceptible.
Inmediatamente supo a quien llamar.
Tarde por la noche, frente a su puerta, un Tweek muy cansado y devastado por la vida que había estado sufriendo desde su contacto con aquel ente demoníaco, se apareció para atender al llamado de Bárbara.
Ella lo recibió amistosamente y comenzó a plantear el problema.
-Se que es algo complicado... Que quizás jamás hayas hecho algo como esto... Pero es por el bien de todos Tweek y tu eres el único al que ese sujeto no conoce- dijo, mirándolo intensamente mientras ambos compartían una taza de té.
El rubio abrió sus ojos con sorpresa.
Sintió como su voluntad se iba poco a poco de su cuerpo mientras la rubia ponía una daga de cuarzo entre sus dedos.
-Hoy por la noche... El sujeto suele caminar por el parque, una rara costumbre citadina supongo... Aunque desafortunada, ya que nadie está en el lugar a esas horas... Vas a apuñalarlo y me traeras algo de su sangre, solo para saber que lo haz conseguido-
-Y-Yo...- dijo intentando resistirse a aquel control, pero fue inútil, la bruja puso su dedo sobre los labios del rubio para hacerlo callar.
-No tenemos otra opción... Lo siento Tweek... De verdad me agradas, pero eres una pieza descartable, no tienes el valor que creí que tendrías... Te condenaran a la muerte por quitarle la vida pero... Es un precio que tiene que pagarse... -
Sin poder resistirse mas, Tweek comenzó a caminar hasta el punto donde se le había ordenado estar.
Solo pensaba una y otra vez en cómo su vida no podía terminar así.
Y no sólo eso... No quería hacerle daño a aquel hombre, era una persona inocente... Era alguien con un futuro y ambiciones...
Imploraba desesperado por la ayuda demoníaca por la que había estado pactando.
Pero en contestación sólo escuchaba carcajadas divertidas, como si aquello fuera la broma mejor planteada.
La risa no se detenía y Tweek comenzaba a sentir sus lágrimas cayendo por sus mejillas, cuando veía la silueta de la espalda de aquel hombre.
Fue entonces que se percató de que el hombre... También reía.
Los ojos ámbar de aquel sujeto se encontraron con los del rubio.
De inmediato reconoció aquellos ojos... Aquella expresión sádica y burlona.
-Oh Tweek... Parece ser que tendremos un problema aquí ¿No crees? -
Craig volteo hacia él y tomó su brazo toscamente, comenzó a doblarlo hasta que consiguió que soltara su arma y limpio con suavidad las mejillas del rubio.
-No ibas a hacerme daño, no por ti mismo... Tu adorable compañera te iba a tirar por un acantilado y disfrutar de tu caída mientras ella disfrutaba de la solución de sus problemas... ¿No te sientes ni un poco herido? ¿Ni un poco utilizado? ¿Aún quieres salvarlos? -
El rubio se sintió repentinamente liberado de aquel control, se desplomó en sus rodillas mientras sentía a aquel joven acunando su rostro entre sus manos.
-Oh pobre criatura... Tu deseo es que se mantengan con vida... Prometo cumplir con ello... Pero la manera en la que te hacen daño... Bueno, es algo que no puedo permitir, solo yo puedo tratarte de ese modo... Porque solo me perteneces a mi... -
El demonio mostró sus ojos carmesí, esa mirada intensa que le dirigía reflejaba una profunda furia y sentía que lo calcinaba sólo por sostenerla unos segundos.
Craig le ayudó a levantarse, sostuvo su barbilla de manera firme con una de sus manos y le obligó a acercarse.
-Tu no sabes cuidar de ti mismo... Eres inútil. Así que tendré que hacerlo por ti-

Salem Donde viven las historias. Descúbrelo ahora