12.- Periculum

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La mañana había llegado al pueblo y la luz del sol ya bañaba las colinas y se colaba entre los árboles del bosque.
Era una mañana particularmente agradable, Bárbara lo sabía.
Estaba particularmente complacida, su plan había ido tal cual ella lo había previsto, al menos esa era la impresión que le daba por la ausencia del hombre importante de la ciudad y como los pueblerinos comenzaban a hablar sobre haberlo visto por última vez en compañía de el pequeño rubio errante que parecía sumamente nervioso a su lado.
Los rumores y teorías comenzaban a esparcirse rápidamente y ella no podía más que colocar una cara de sorpresa que evidentemente la dejaba como una gran actriz frente a todos.
Le inquietaba lo divertido que estaba siendo engañar a todos, estaba luchando fuertemente por no soltar una risa burlona mientras la gente iba y venía hablando sobre el asunto.
Estúpidos mortales y sus costumbres desagradables de hacer un alboroto por la ausencia de un individuo, era penoso ver como fingía preocupación, ella sabía perfectamente que sólo los motivaba su curiosidad y más que nada el morbo de que algo le hubiera pasado a aquel hombre pelinegro y su fortuna.
Además, estaban buscando al rubio para interrogarlo al respecto, curiosamente, no habían dado con su paradero aún.
Pero todo estaba calculado, todo estaba en su lugar.
Ellos tarde o temprano encontrarían a Tweek, el propio brujo no podría negar su culpa, de hecho, incluso si pudiera, había pruebas suficientes para culparlo, después de todo ¿Quien iba a creerle si decía que había sido manipulado por brujería para matar a un hombre rico?
Bueno, quizás eso sería un argumento un poco más válido si no fuera porque todos veían a Tweek como un bicho raro y de ningún modo le creerían algo así a alguien como él.
El pobrecito Tweek.
A veces se sentía mal por él.
Pero ese era el asunto, la supervivencia del más fuerte, era sacrificar peones o terminar siendo ella el eslabón débil, cosa que jamás iba a permitir que sucediera.
Además, se decía a sí misma que hacía aquello más por su aquelarre que por su sádica forma de ver la vida... Disfrutaba demasiado ver el caos... Le encantaba la oportunidad que le estaban brindando todos los factores que se arremolinaban en esa perfecta tormenta de descontrol y caos... Donde solo ella comprendía lo que sucedía y solo ella podía tener el mando.
La gente comenzaba a dispersarse en la plaza, yendo en búsqueda de Tweek en todas direcciones, cuando se supo sola sonrió de manera escalofriante.
¿Lo quemarian en la hoguera?
Probablemente.
O quizás lo torturarian las personas de la iglesia, los había visto bastante entretenidos con esa clase de tareas alguna vez, esos sádicos si que disfrutaban sus deberes.
-Buenos días señorita... -
La rubia sintió la sangre en sus talones cuando aquella voz grave se hizo presente junto a su oído.
Le temblaron las piernas y volteo a ver al individuo junto a ella.
Craig lucia bastante tranquilo, su sonrisa confiada y su gesto galante perduraban en aquel rostro que ella ya hacía tres metros bajo tierra.
No era todo.
A su lado, un pequeño rubio yacía de pie, vivito y coleando, mirándola con un gesto culpable, como si se disculpara por no haber sido su víctima.
De cierta forma la mujer sentía que debía ser así, de hecho, estaba muy enfadada de verlo ahí, lucia distinto.
Tenía un semblante más sano... Unas mejillas más sonrojadas, sus pecas eran más notorias y sus ojos incluso parecían más vivaces y tiernos, como si hubiese descubierto algo maravilloso o estuviera bajo el efecto de algún poderoso hechizo rejuvenecedor.
Llevaba un atuendo distinto, con más clase, era una camisa negra, un chaleco verde olivo, encima llevaba una capa negra de un material hermoso, unos pantalones grises y botas negras, una punta de plata las hacía lucir como algo muy costoso y probablemente lo eran.
La gente miró sorprendida a aquel par de hombres que se habían presentado, boquiabiertos ante la presencia de Tweek y su aspecto, el rubio comenzaba a sonrojarse al notar a las damas acercándose a él.
-Me alegra informarle que he encontrado al objeto de mi interés- dijo Craig pasando su mano por el hombro de Tweek, haciendo que el rubio se pusiera más derecho y tenso.
-El joven Tweak es una gran promesa en el campo de las artes y he decidido convertirme en su mecenas, este joven músico me llena de... Sensaciones... Su habilidad en el violin me genera una gran variedad de sentimientos... debo decir que me gustaría compartir la experiencia pero mentiría... Soy un hombre egoísta... -
Bárbara continuaba sorprendida de todo aquello, aun más... De no haber sido delatafa en ese momento, en ese lugar.
Intentó seguir la conversación de la manera más casual que podía.
-Oh... Me parece maravilloso... Aunque es una lastima ¡es como encerrar a un gorrión para que cante solo para usted!- dijo la chica tratando de reír lo más naturalmente que podía.
Craig sonrió torcidamente, cosa que causó un escalofrío en la rubia.
-Me gusta pensar que esta a salvo así... A veces los pequeños gorriones necesitan protección de esas aves carroñeras que hay ahí afuera... Solo acechando a los más débiles, viviendo del provecho que les pueden sacar... Oh pero seguramente usted bella dama no conoce ese lado tan crudo de la naturaleza... -
Bárbara de estremeció ante las palabras del hombre, sintió sus manos frías y el ambiente en general bajando la temperatura.
Sintió a Craig acercándose, apretando su hombro mientras se acercaba a su oído, la manera en la que el pelinegro se aferraba a su carne la estaba martirizando al punto en el que estaba conteniendo el dolor, apretando los dientes con fuerza.
-Si vuelves a tratar de comerte a mi gorrión, sucia zorra de campo, tu y el resto de tu jauría de perros traidores van a pasar por debajo de mi bota y les voy a hacer sentir el infierno en la tierra, solo para arrastrarlos al real una vez que se mueran-
Luego, como si le hubiese dicho la hora, simplemente se apartó e hizo una caballerosa reverencia al igual que Tweek, para partir lejos de ahí, ganándose las miradas de los pueblerinos.
Estaba jodida.
Bárbara se sentía humillada, insultada por aquellas acciones, contrariada sobre lo que debía o no debía hacer...
Su seguridad se había ido al caño.
Ahora tenía dos problemas bien grandes.
Y pronto se sumarían aún más.

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⏰ Última actualización: May 04, 2021 ⏰

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