muerte clandestina

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Las gotas de aguas caían iracundas sobre el cuerpo de Off, quien se encontraba disfrutando de la calidez que se concentraba en el estrecho cuarto de baño.

Sus manos, llenas de jabón y espuma, se pasearon melodiosas por su torso desnudo, lentamente como un lúgubre juego de excitación. No se había dado cuenta de lo duro que estaba hasta que su mano se posicionó con firmeza sobre su duro falo. Retrocedió un poco en el tiempo, y recordó cuando a penas sus manos comenzaron a enjabonar cada rincón de su torso hasta que notó que esa simple caricia le había traído un recuerdo. Uno que no le gustaba mucho, porque sentía el extraño impulso de querer ser él el dueño de aquel deleitoso vaivén de las suaves manos de Gun. La escena seguía tan nítida en su memoria, que con suma tranquilidad apretó su miembro para comenzar con el lento, pero placentero movimiento. Cerró los ojos y fue como darle play a esas imágenes, pero esta vez él era el protagonista junto a Gun. Se imaginó esas manos pasearse por su abdomen desnudo, bajando lentamente hasta llegar a su hombría. La apretó un poco más y aceleró sus movimientos.

Podía sentir el agua caer sobre su cabeza y hombros, detalle que le avivó la llama y el candente recuerdo del beso entre los bailarines que no podía olvidar. Solo quería ser él el protagonista de aquella escena junto al hombre que le había quitado el aliento por completo. Un poco más de ese beso y de las miradas furtivas que compartieron durante el ensayo del día anterior, fueron suficiente para que la fantasía se visualizara por completo. Ahora en su mente solo podía imaginar la placentera sensación de besar esos gruesos labios, mientras tocaba con anhelo la cadera del muchacho. Un poco más y su imaginación volaba tan rápido, que su mano se vio en la obligación de aumentar su vaivén.

Bastaron unos minutos más para que  Off liberara un grito ahogada al mismo tiempo en que llegaba al tan anhelado orgasmo. Su respiración subía y bajaba tan rápido que tuvo que sostener su cuerpo cansado contra la pared. Seguía con los ojos cerrados, intentando recobrar el aliento que sus sueños más febriles le habían quitado. Suspiró y un nudo ciego le apretó la garganta.

Una extraña culpa le invadió el pecho, provocando que unas cuantas lágrimas salieran escuetas por sus ojos. Sabía porqué se sentía de esa manera, lo cual le alteraba el ego y todas las convicciones que había creado junto a Grace en su ya larga relación. Se sentía culpable por estar pensando en otra persona que no fuera su novia, especialmente por sentirse tan atraído hacia alguien que a penas conocía.

Entre culpa y una densa presión en su pecho, terminó de ducharse y de arreglarse para partir hacia el trabajo. A medida que pasaban los días, los ensayos se volvían mucho más estrictos y agotadores, ya que la puesta en escena final debía ser todo un éxito.

Sin embargo, mientas caminaba indeciso por las calles bulliciosas y llenas de gloria, se sentía destruido en su propia miseria, como si sus ganas de seguir estuvieran muertas.

Bajó por las escaleras del metro lo más rápido que sus piernas le permitieron, ya que su oído nunca le fallaba y había escuchado como el tren se acercaba lentamente hacía la estación.

A penas bajó el último escalón, vio como el tren se detenía justo frente a él. Abrió sus puertas y no tardó en adentrarse hacia su interior. Su sorpresa no fue menor cuando un menudo cuerpo chocó contra su espalda, en un movimiento tan rápido que lo tomó totalmente desprevenido. Se dio la vuelta, casi como acto reflejo, y ahí lo vio.

Gun le sonreía con nerviosismo, esperando que el dueño de aquella espalda en donde su cuerpo se había estrellado, debido a que alguien lo empujó para poder entrar al vagón, no comenzara un conflicto. Su sorpresa no fue menor cuando se percató de quien se trataba y en seguida sintió a su cuerpo relajarse lentamente.

-Disculpa, Off - pronunció rápidamente.

Off no supo que decir. Dejó que la voz al interior de la cabina respondiera por él, con el clásico anuncio de que las puertas comenzarian a cerrarse. Se le olvidó como respirar por unos segundos, para luego hacer un extraño gesto que sólo causó que el hombre a su lado soltara una risa nerviosa.

-Si - logró pronunciar finalmente.

Gun rió y sus ojos se hicieron una línea. Un simple acto que no pudo pasar desapercibido para Off, quien miraba al muchacho con un dejo de
culpa por haber pensado en él para cometer un acto tan decadente y propio de un adolescente. El tren frenó bruscamente en medio de sus pensamientos, lo que provocó que sus cuerpos se abatieran lentamente uno con el otro, en una sinfonía que les obligó a tocarse descaradamente para encontrar un sustento. Al notar lo cercan que estaban, la sonrisa de Gun desapareció por completo, mientras tragaba el nudo que se había formado en su garganta. El roce entre ambos le hizo sentir un fuego interior, el mismo que podía notar en la mirada de Off.

Se separaron finalmente, avergonzados e infelices, mientras escuchaban como habían llegado a la estación que los dejaría cerca del teatro. Se bajaron en un silencio celestial, que no incómodo a ninguno, ya que ambos seguían inmersos en la sensación de hace unos segundos, en esa calidez tan silenciosa como sus propias bocas.

Sin embargo, ese mutismo no duró por mucho tiempo, ya que Gun sintió el impulso de hablar. A penas sus pies tocaron la calle, después de llegar a la cima de las escaleras, el joven comenzó una plática que tomó por sorpresa a Off, quien aún seguía intentado que sus pulsaciones se regularizaran.

-Creo que vamos tarde - habló mientras miraba su reloj de pulsera.

-Al parecer - respondió Off, sintiéndose imbécil, porque no pensó que su cuerpo reaccionaría tal cual lo hacía cuando estaba en plena pubertad.

-Vivir aquí es muy diferente - sonrió, observando con atención a los edificiones, árboles y personas que se encontraban a su alrededor.

-¿A qué te refieres? - frunció el ceño, sin comprender su afirmación, aunque el también tenía el mismo sentimiento.

-La vida aquí es muy diferente a cómo lo es en Tailandia - finalizó justo cuando sus pies se detuvieron, ya que el semáforo había cambiado a rojo, el mismo color que le teñía sus suaves mejillas.

-¿Eres de Tailandia? - preguntó sin poder dar tregua de sus palabras. El nerviosismo que lo controlaba hace unos segundos se había vuelto emoción pura.

-Si - afirmó, moviendo la cabeza.

-¡Yo viví allí cuando era niño! - exclamó Off, recordando al mar bailarle en los dedos de los pies.

Gun le dio una sonrisa tan sincera, que solo logró que el corazón de Off se agitara con más violencia. Ahora que podía ver al bailarín más de cerca y a través de la luz matutina, le parecía una persona hermosa. Le provocaba un sinfín de sensaciones con tan solo unas palabras y una sonrisa. Nada parecido a lo que antes había experimentado. Y se sentía culpable, porque siempre pensó que ese deseo carnal podría sentirlo sólo por Grace.

-¿En qué lugar de Tailandia vivías?

La voz de Gun lo sacó de sus pensamientos, al mismo tiempo en que el semáforo cambiaba de color a verde, permitiéndoles que pudieran continuar su caminata.

El teatro se encontraba lo suficientemente cerca como para que pudieran conversar aspectos básicos de sus vidas, algo de presentación que los hizo conocerse y apreciarse mutuamente con suma tranquilidad.

Las primeras impresiones son relevantes y en este caso, tal como en mucho otros, el perfil que se formaron en sus cabezas fue el primer detonante de su pronta cercanía y de la desdicha que pronto compartirían.





tercer capítulo! espero que les guste jeje
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Retrato de invierno // offgun✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora