silencio coloquial

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Las manos de Grace se enredaban en su regazo en una muestra certera de sus sentimientos. Estaba sentada en sillón, cabizbaja y con la mirada perdida en sus dedos. Off le conocía lo suficiente como para saber lo que escondía bajo esa amarga y falsa sonrisa. Era la incomodidad pura. Quería ducharse y sacar de su cuerpo esas febriles caricias que Gun le ofreció con esmero durante la madrugada, pero no podía.  Sentía su ropa sudada y olorosa a sexo, sus labios dolían y sus manos temblaban por el cansancio.

La culpa lo embargó cuando su mirada se cruzó con la de su prometida. Estaba afuera del departamento esperando por su llegada. No tenía una cara amable, ni mucho menos comprensiva, pese a que el pianista se esmeró mintiendo, asegurándole que había salido a comprar para que pudieran tomar desayuno juntos.

Mentira. Mentira. Mentira. Mentira.

También era una mentira que quería bañarse para sacarse el rastro de las caricias del pelinegro de su cuerpo. Quería sentirle, volver a besarle y tocarle hasta que sus dedos se hicieran agua e inundaran su blanca piel en un manto de alevosías.

-¿Vas a estar enojada todo el día? - preguntó Off luego de unos segundos, cuando la culpa le arremetía los pensamientos.

Estaba de pie justo frente a la mujer que alguna vez le quitó el aliento. La misma con la que esperaba pasar el resto de sus días. Sin embargo, cada que la observaba y se cruzaba con ese camino dócil de pecas en sus pronunciados pómulos, sentía una extraña punzada en el pecho y no el desorden de mariposas que solía sentir.

-¡Necesito una buena explicación! - chilló, saliendo de su estado taciturno.

-¿De qué? - se atrevió a decir, pese a que sabía perfectamente a lo que se refería.

-Estuve más de diez minutos golpeando la puerta. ¡Son las ocho de la mañana! - sus ojos tenían un destello de desolación, como si el brillo mermara tenue en el oscuro salón.

-Fui a comprar - respondió por lo bajo. Esa fue la única excusa en la que pudo pensar - Tú no eres así.

Estaba vez si se atrevió a mirarle y a analizarle escuetamente. Su cabello desmarañado se había convertido en un ovillo silvestre y sus facciones alegres recorrían un paraje diferente, uno al que no estaba acostumbrada a caminar. 

Tenía que admitir que él tampoco era así. No era la clase de persona que mentiría sin más. Y lo peor de todo era que no sentía ninguna pizca de arrepentimiento. Había cambiado y con ello el rumbo de su relación, era un círculo vicioso inevitable.

-Lo sé - murmuró - Tengo que admitir que también te siento diferente.

Aquellas palabras fueron como una daga que cruzó su pecho. Era más duro escucharlo que pensarlo, o incluso que sentirlo.

Grace se puso de pie y caminó lentamente hacia Off hasta quedar frente a frente. Sus ojos se conectaron y el pianista sintió un nudo apretado en su garganta. Su joven prometida le estaba tocando la mejilla con delicadeza, como si él fuera la gema más pura del planeta. Quería llorar y arrepentirse allí mismo, pero no podía. Su tacto amoroso ya no quemaba y parecía irradiar una genuina compasión. 

-Lo siento - murmuró, incapaz de seguir esa escena melosa. El intento voraz de no seguir cayendo en sus propia trampa - Tengo mucho trabajo.

La tónica de la mañana había sido la mentira y al parecer lo seguiría siendo por un tiempo. ¿Acaso eso significaba esconder sus emociones? Tomó la mano de Grace y la dejó caer al lado de sus cuerpos. No la soltó, aunque lo quería. La miró por última vez, intentando escudriñar la verdad que se escondía en su soledad, mas no encontró nada. Le besó la frente, como un acto carente de anhelo real, pues deseaba con todas sus ansias olvidar aquella conversación. No sintió ese cosquilleo que aparecía in fragantti cada vez que tocaba su piel. Todo caía por la borda tan rápido que no era capaz de visualizarlo.

Retrato de invierno // offgun✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora