[ nineteen ]

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El teléfono de Seungkwan vibró debajo de su almohada arrancándolo de su profundo sueño durante la madrugada del martes. El rubio al principio brincó debido a la vibración suave, miró alrededor confundido, encontrándose con sus otros dos compañeros de habitación profundamente dormido y tomó finalmente su teléfono.

Cerró los ojos debido a la brillante luz en el medio de la oscuridad, la vibración se detuvo solo para que una nueva ola entrará, Seungkwan finalmente pudo abrir los ojos después de tallarlos suavemente.

Su corazón se detuvo al ver el nombre de Vernon en el contacto, las llamadas perdidas en la barra de notificaciones.

Salió de la cama a pasos torpes y aún débiles debido al sueño, y se aseguró de mirar a sus amigos, que aún seguían durmiendo profundamente a pesar del ruido. El rubio salió de su habitación, cerrándola detrás de él, al pasillo y notó que la llamada había terminado.

Su corazón dejo de latir por un instante, debía de ser importante si Vernon se encontraba llamándolo a las cuatro de la madrugada, en repetidas ocasiones cabía destacar. Seungkwan espero unos segundos por la siguiente llamada, pero esta no entraba.

A pesar de ello se dijo a sí mismo que si la siguiente llamada no entraba en los próximos cinco minutos él iba a llamarlo de vuelta, más preocupado y confundido que enfadado por haber sido despertado.

Seungkwan espero, se sentó contra la puerta de su habitación, y miró la pantalla, llena de llamadas perdidas, justo cuando estaba a punto de presionar el botón de llamada, su teléfono se iluminó con la llamada de Vernon entrante.

Atendió sin siquiera dar oportunidad a que comenzará a vibrar en su mano --¡Vernon! --su voz sonó más preocupada de lo que había deseado que sonará, pero solo le precedió un silencio retumbante --¡¿Te encuentras bien?! --preguntó él sin reparos, al diablo las informalidades.

--Seungkwan.

El chico se quedó sin aliento al escuchar su voz temblorosa --Seungkwan, lo odio --dijo, y para volver todo peor en el estupefacismo de Seungkwan comenzó a llorar.

El rubio miró alrededor en pánico, sin saber que decir o que hacer. Nunca había sido bueno para consolar a los demás, siempre era él quien debía ser consolado jamás de otra forma --Vernon... --él susurró con la voz más gentil que pudo encontrar en sí mismo, al parecer había logrado captar la atención del pelinegro.

El menor se encontró suspirando con alivio cuando la línea se quedó en silencio, señal de que el otro lo escuchaba --¿Has estado bebiendo? --preguntó, pasando del "¿estás bien?" porque si el hombre se encontraba llamándolo a esa hora, con la voz extraña, por supuesto que no iba a estar bien.

--Un poco.

--Por tu estado, puedo decirlo --sonrió él suavemente --¿Qué ha ocurrido, Vernon? ¿Necesitas algo?

--Un amigo.

Seungkwan sintió como sus labios se despegaban, pero no encontró nada que responder --¿Puedes salir, Seungkwan?

--¿Qué? 

--No sé en dónde estoy --murmuró el pelinegro y los ojos del rubio se abrieron alarmados --¿Puedes ayudarme?

--Oh por dios, Vernon... ¿Puedes enviarme tu ubicación? --el rubio tuvo que explícarle paso a paso lo que debía hacer hasta que recibió la notificación. Entró a su habitación lo más rápido y silenciosamente posible que pudo y entonces se asomó por la ventana.

Podía ver el automóvil de Vernon a un par de edificios del suyo, no solo se enfadó por el estado en que probablemente había conducido, se había expuesto a sí mismo a tener un accidente por la desesperación de hablar con alguien, también se sintió increíblemente preocupado porque había conducido todo el camino hasta ahí.

oh my daddy! ; verkwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora