Diversión.

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Andy

Subimos al idiota a la camioneta y rápidamente fuimos por la mujer que causó todo nuestro sufrimiento. Me sentía impotente. Quería clavarle el arma justo entre medio de los ojos y escucharla rogar por un poco de piedad. Sacarle el seguro y verla llorar, luego odiarme y al final verla aceptar su derrota entre lágrimas y mocos. Apretar el gatillo una y otra vez hasta dejar su rostro deforme, que ni siquiera un cirujano supiera quien es y vomitar por lo que estaba mirando.

—La veo —murmuró Gwen del asiento trasero, sacándome de mis pensamientos—. ¿Quién va?

—Yo —respondió Bill sin dudar y a los segundos apretó la mandíbula.

Le entregó sus armas a Gwen y le dio un beso rápido. Se acercó a mí y repitió la acción, después de besarme me miró.

—Ten cuidado, si ves algo extraño saca la navaja que te di —volví a besarlo yo esta vez y él asintió.

Lo vimos alejarse por la calle, lo seguimos de cerca sin que nos vieran y nos escondidos. Ambos empuñando con fuerza nuestras armas.
Me sudaban las palmas.

—¡Pero miren que arrojó la marea! —se escuchó el grito de la mujer que tanta amargura le daba a mis días—. Cariño, no sabes que hoy es un mal día para tomar una caminata, ¿Cierto?

Me asomé un poco y apreté la mandíbula.
Quería salir de mi escondite y partirle la madre. Gwen lo sabía, por algo guardaba silencio.

«No está sola, dos a la izquierda, dos a la derecha y uno cubriendole la espalda» Toqué lo más rápido que pude la pared mandándole un mensaje a Gwen que se encontraba detrás de mi

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«No está sola, dos a la izquierda, dos a la derecha y uno cubriendole la espalda»
Toqué lo más rápido que pude la pared mandándole un mensaje a Gwen que se encontraba detrás de mi. No sabía susurrar así que aprendí a expresarme en clave morse. Y obviamente, ellos también.

Gwen se tenso.
Seguimos observando.
De repente, a Bill lo sujetó un tipo por la espalda y ahí fue cuándo exploté. Tomé mi revolver y le disparé en la cabeza, nadie hizo nada por unos segundos, al correr con Gwen empezaron los disparos.

—Oh no, no vas a huir maldita.

Gwen le disparó en la pierna.
Sus gritos se hicieron presentes, pero lo que me hizo perder la compostura y toda la humanidad que tenía fue el grito de Bill:
—¡Batman!

Sin siquiera verlo, la ira me cegó.

—¡Cinco de ellos estuvieron ahí! —volvió a gritar. Mi sangre hervía, ¡puta madre!

Compartí una mirada con Gwen, asentimos al unísono y nos pusimos en marcha. Ella los golpeó con su bate favorito, Ivar, y yo les lancé navajas a las piernas.

—¡Hay que atarlos! —gritó Gwen golpeando a uno de los tipos.

Aprovechó el momento y ató al que acababa de inmovilizar, imité su acción; con la mirada le indiqué que yo lo terminaría y ella corrió hacia Bill.
Si yo iba por él y lo veía en mal estado, iba a hacer explotar el mundo.

—Tranquilo mi amor, no te muevas —la escuché decir a lo lejos. Bill jadeó.

Volví a enfocarme en lo que hacía.
Primero los até, los amordacé y después fui con los chicos.

—Si nos dejas ir, te juro que te daré dinero —ofreció la líder del movimiento mirándome a los ojos. Así la quería ver.

Reí y negué.
—Para tu mala suerte, no nos importan esas mierdas, solo queremos vengar a nuestro pequeño —me acerqué a ella lentamente, me agaché a su altura y sin esperarlo, le di un puñetazo que la dejó mareada.

Suspiré cuándo amarré al último y corrí hacía ellos.

—¿Está bien? —los miré con pavor.

—Estara bien, el corte no fue profundo —su voz se quebró.

Lo levantamos y lo llevamos a la camioneta, lo dejamos en el asiento del copiloto y fuimos por los imbéciles restantes.

A la próxima que se metan con Bill de nuevo les saco los malditos intestinos y los cuelgo de ellos en el edificio más alto de esta vomitiva ciudad enviándole un mensaje a todos los demás.
El infierno está aquí.

The Purge ⚠Bill Skarsgård, Andy Biersack & Gwen⚠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora