Deuda por sangre [[Naruto Oc]]

Niño y hombre

Beta : Eretein. (Gracias por tanto.) Además, ha publicado un fic de RWBY llamado Artificer. Dale amor.

Descargo de responsabilidad: Los personajes no me pertenecen, solo el Oc.

...

Nací en invierno. Mi padre solía recordarlo. Cuando caían los primeros copos de la temporada, mi padre hacia una mueca, metía la mano en el bolsillo y sacaba una botella de sake.

—Naciste esta temporada —decía. Tomaba un sorbo de la bebida y veía caer los copos. Yo me quedaba en silencio esperando que siguiera hablando de esos días, alguna anécdota de mi madre o de su infancia. Pero tomó otro sorbo y me miró—. Un tiempo de mierda para nacer, Hanare.

Al día siguiente, la nieve cubrió mi patio como una manta.

Mi padre dormía en su cama, tambaleándose por la resaca. Me pasé la lengua por el labio partido, agarré mi peluche y salí.

El aire frío acarició mi rostro mientras me sentaba en la fachada.

¿La gente de Konohagakure estaría cálida? ¿Los niños jugarían en la nieve? Abracé a mi animal de peluche y vi caer los copos. Mi padre no se levantaba en todo el día y, si lo hacía, se tomaba un vaso de agua y se volvía a dormir.

Hasta el día de hoy me preguntaba: ¿Cómo sería ser un niño o tener amigos? Pero amaba a mi padre, más allá de todo lo que hacía, y yo era lo único que tenía.

La piel rozó mi pierna. Un cachorrito me estaba oliendo. Miró y ladró. Mi corazón latía con fuerza. Acaricié su cabeza y el cachorro movió la cola. Miró algo y ladró.

Sonó una voz y dejé de acariciarlo.

—Así que aquí estabas.

Me levanté. Sakumo vino hacia mí, trayendo al extraño chico de la máscara.

Apreté mi osito de peluche. No deberían estar aquí.

Sakumo dio unos pasos más cerca y yo di otro paso atrás.

Se quedó donde estaba.

—Quería hablar con tu padre —dijo sonriendo.

Parpadeé. ¿Mi padre? Observé la puerta cerrada.

"Quieren lastimarte".

Sacudí la cabeza.

—Él ... no está aquí —dije, mirando mis pies.

—Si está, mentirosa —dijo el niño.

Mis ojos se agrandaron. El chico frunció el ceño y se cruzó de brazos.

—Kakashi —Sakumo le lanzó una mirada. Puso una mano en la parte de atrás de su cuello.

—No causaremos problemas — dijo, acercándose con una sonrisa.

Quería correr, pero Sakumo se arrodilló frente a mí y me entregó una rebanada de pan. 

—Todo estará bien.

Mi estómago gruñó, el aroma del pan recién horneado llenó mi nariz. Miré el pan y Sakumo se acercó a la puerta.

Me giré, estremeciéndome.

—Él ... él ...

Si Sakumo alguna vez entraba, tal vez mi padre no le haría nada.

Pero pagaría las consecuencias.

Sakumo parpadeó.

—Ve a jugar con Kakashi —dijo. El niño protestó detrás de mí.

Lo miré mientras abría la puerta. Mi corazón se hundió en mi caja torácica.