Durante un instante, el silencio reinó en el ambiente del hospital mágico que parecía un lugar desolado. Los gritos de los pacientes y sus acompañantes que habían llenado la estancia al quedar en medio del fuego cruzado, habían cesado de un momento a otro permitiendo que las palabras de Avery hicieran eco de alguna forma sobre las paredes derruidas, cuya prístina blancura había quedado reducida a cenizas. Cantidades polvo, humo y suciedad llenaron el aire volviéndolo más denso (si eso era posible), obligando a Draco a mantener, de momento, su boca cerrada, a pesar de haber sentido aquella amenaza como un tentador reto que, aunque fuera de lugar, lo emocionaba e inquietaba en partes iguales.
Y fue solo hasta que hubo un fugaz cruce de miradas entre los presentes, que se rompió el letargo en el que parecía haberse sumido la escena de pronto, haciendo que cada uno tomara partido en ella.
—No hay necesidad de que te ensucies las manos —sugirió uno de los secuaces de Avery, contemplando a Malfoy con una sonrisa burlona que revelaba unos dientes relucientes que resaltaban el atractivo rostro del sujeto—. Podemos sacar la basura por ti.
—Sí. No será un problema para cualquiera de nosotros lidiar con esta sabandija —alcanzó a decir el otro, antes de que Avery hiciera un gesto con su mano para que guardaran silencio una vez más.
Y nuevamente Draco y Hermione notaron cómo las emociones del hombre se empañaron igual que lo hacían los enormes ventanales del hospital en los días de lluvia. Donde antes hubo sarcasmo y desafío descarado, ahora solo había una calma que no parecía encajar con su declaración de guerra de minutos antes. Sin embargo, debajo de su apariencia tranquila, Draco pudo ver enmascarada la impaciencia que, estaba seguro, trataba de disimular como si no fuera perfectamente consciente de que, en cualquier momento, los aurores podían aparecer en el panorama y truncar sus planes. Cualesquiera que estos fueran.
—No necesito ayuda para resolver este pequeño percance —dijo al fin, viendo a Draco directamente, quien, a su vez, le dedicó una mirada desafiante.
Era evidente que si Malfoy tenía convicción de algo en ese momento era que no iba a dejarse amedrentar, ni siquiera porque los invasores los superaban en número.
—Me parece bien, porque hace mucho que no tengo un duelo y extraño un poco la sensación de adrenalina que deja una buena pelea. Bueno, suponiendo que des la talla, por supuesto —contestó, poniéndose en guardia con las piernas ligeramente separadas y la varita apretada en su mano diestra, ante la expresión atónita de Hermione, que, como se esperaba, tampoco se quedó callada en relación a su osada declaración.
—¿Qué crees que estás haciendo? —le preguntó, ignorando momentáneamente a Avery y a sus acompañantes que, increíblemente, parecían darle tiempo a propósito para formular su reclamación—. Esto no es contigo, Malfoy, y no voy a permitir que te arriesgues de esa manera por mí.
Draco no pudo evitar sonreír. Recordaba bien a la Hermione Granger de Hogwarts con aquellas palabras. A la chica que resaltaba como un pulgar hinchado en su casa. A esa misma que describían fervorosamente algunos que la conocían bien y otros que secretamente la envidiaban dentro de su círculo más cercano, porque hasta ese día, jamás se había dirigido a él más que para repudiarlo como también había hecho él con ella infinidad de veces. Sin embargo, aunque hubiera deseado quedarse a escucharla verbalizar aquello que, de alguna manera, resultaba reconfortante, en ese preciso instante necesitaba de su cooperación más que de su preocupación y el desacuerdo con sus acciones no ayudaba en absoluto.
—¿Y quién dijo que lo hago por ti, Granger? —respondió Draco, al fin, ignorando aquella sensación curiosamente placentera en su pecho—. Hay muchas personas aquí que necesitan de mi ayuda, y es mi deber brindarles apoyo mientras quede algún aliento en mi cuerpo.
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Healer Malfoy
RomanceDISCLAIMER: El mundo de Harry Potter y todos sus personajes son propiedad de J.K. Rowling. La historia es única y exclusivamente de mi propiedad. Draco Malfoy creía haber condenado su vida, el día en que recibió la marca tenebrosa y desde ese precis...