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— ¡Na Jaemin! ¡Ésta es la última vez que te digo que te levantes!

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— ¡Na Jaemin! ¡Ésta es la última vez que te digo que te levantes!

Era sábado por la mañana y Jaemin parecía querer aprovechar el tener tiempo de descanso para dormir todo el día en su cómoda cama llena de peluches que el menor le regalaba “porque le recordaban a él”.

— Mejor duerme conmigo— la grave voz de Jaemin hizo a Renjun reír de manera bajita.

Estaba enojado porque ese día tendrían una cita doble con Xiaojun y su actual novio. Renjun como todo buen chico se bañó, se arregló de manera en que se sintió bonito, desayunó con sus padres y le pidió a su madre que lo llevara hasta el complejo de departamentos en donde vivía el rubio, pero el flojo de Na Jaemin seguía dormido aún cuando ya eran casi las tres de la tarde.

— La cita es a la cinco, tienes que alistarte ya— reprochó el castañito agitando uno de los brazos de su novio.

— Déjame dormir— un puchero se instaló en los labios del menor, quién soltó su brazo y se dejó caer en el alfombrado suelo. Frunció el entrecejo, cruzó sus brazos y todavía tenía ese adorable puchero presente.

Jaemin se asustó al escuchar el golpe del menor al dejarse caer contra el suelo, sin embargo soltó una risa nasal al observar la posición de Renjun. El entrecejo del bajito se pronunció más.

— ¿En serio vas a hacer un berrinche?

Renjun asintió aún manteniendo su rostro de enojo. A Jaemin no le quedó de otra más que levantarse y cargar a su bebé en brazos, logrando que enrollara sus cortas piernas en su cadera.

Apoyó sus frentes y cerró los ojos, dejando que su corazón latiera cálidamente al aspirar el perfume olor a vainilla y madera quemada del menor.

— ¿Quieres comprar churros antes de ir a la cita?

— ¡Sí!

Renjun tal vez era muy infantil, pero era parte de su personalidad y no dejaba de encantarle a Jaemin todos y cada uno de sus comportamientos.

— Ahora báñate y ponte más guapo de lo que ya eres— ordenó Huang levantándose del regazo del mayor—. Iré a hacerte algo de comer.

Mientras que Jaemin se bañaba, Renjun intentaba ver qué podía cocinar para él.

¿Panqueques?
No, eran muy masudos y ya se había atragantado varías veces con ellos.

¿Omelette con queso?
No, a Jaemin no le gustaba mucho comer omelettes.

¿Avena?
Era una buena idea. A Jaemin no le gustaba, pero era un buen castigo para mostrarle que debía comer a sus horas.

Cuando el mayor entró a la cocina su sonrisa pasó a ser una mueca horrorizada. No podía creer que su novio a sabiendas de su disgusto por la avena había preparado aquello.
Y no le quedaba de otra más que comer sin rechistar lo que había hecho Renjun con tanto empeño, amor y poquita burla.

short ; renmin ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora