Capítulo 2. Surreder my everything 'cause you made me believe you're mine

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- Bienvenido señor Katsuki, soy Kudo, Inspector Kudo Shininchi, es un gusto tenerlo con nosotros. Supongo que su gente le habrá puesto al corriente de parte de la situación. -

- ¿Parte? - iba a soltar su típica maldición, pero prefirió calmarse y solo miró con mala cara al otro.

- Siento la falta de información, pero nosotros tampoco la obtuvimos hasta hace poco, además prefiero que nada se filtre. - Mostraba preocupación al decir esto, además de una tirita en su rostro, la cual cubría la única prueba de un enfrentamiento hacía poco. Suspiró y continuó. - Entiendo tu enojo, yo en tu lugar también lo estaría, pero como sospechas, no se te llamó aquí solo para lo que te han informado. - Como si leyera sus pensamientos Kudo comenzó a hablarle sobre su incidente. - Hace dos días comenzamos los preparativos para asegurar las joyas, sin embargo, ayer nos topamos con una amenaza aún mayor. Un hombre joven de mediana estatura se coló en las instalaciones y dejó esto. - Sacó una carta metida en una bolsa de plástico transparente. En ella se podía leer: " La noche de gala vendré y me llevaré la joya más valiosa, mi querido inspector". Katsuki seguía extrañado, si bien dejó aquello, que tenía que ver él precisamente en todo eso. Aquella nota parecía una provocación a la policía.

- Aun no termino de entender por qué meten a un agente de un escuadrón de asalto. Acaso me dirán que son tan inútiles que no pueden pararle los pies a una sola persona. - Irritado totalmente estaba a punto de estallar.

- Esa persona es experta en el cuerpo a cuerpo y no trabaja sola, para detener a todo sus cómplices, necesitamos capturarlo vivo, y según tengo entendido usted es el mejor para este caso. Y si piensa que mis hombres son unos inútiles, puede comprobarlo usted mismo. - Sus ojos tenían una mirada desafiante, de lo único que estaba seguro el inspector, era de que sus hombres no caerían con un novato, y mucho menos él. La persona en cuestión era bastante ágil, pareciese como si alguien lo hubiera entrenado durante mucho tiempo en artes marciales, ya que para hacer frente a todos los que ese día derrotó, debía ser mínimo cinturón negro en varias disciplinas. - Si tantas ganas tienes puedes ponerme a prueba a mi, después de todo soy el culpable de que halla escapado. - Sus propias palabras dolían, eran crueles, pero reflejaban la pura verdad.

- En lugar de presentarme pelea, que tal si me describes la situación, y quiero que todos los agentes implicados me relaten los hechos con pelos y señales. - Tomó su teléfono y de inmediato llamó a Mei. - Mei, quiero que busques en la base de datos de la policía los datos de los agentes involucrados, quiero saber la veracidad de ellos y contrastarlos. -

- De inmediato. - Esta se puso manos a la obra, uno por uno fue interrogado y sus datos correspondían, algunos pequeños detalles salían a la luz. El último fue Kudo.

- Espero que tu información sea más completa que la de tus subordinados, pareces bastante listo, así que espero algo más. Además quiero que compartas cualquier información tuya relevante para el caso, ya sean ideas descabelladas, me da igual, todo podría ser útil.

- De acuerdo, te contaré algo que ninguno más sabe, aparte de que esa carta me provocó el corte en la cara, ese chico como todos te habrán dicho era muy ágil, no era alguien común, pareciera como si hubiera estado entrenando durante años con maestros en distintos ámbitos. Su altura era de 1'75 metros, su cabello negro, aunque no creo que fuera su color natural, el pelo parecía sintético, lo que me lleva a pensar que era una peluca para que nadie lo reconociera. - El moreno seguía relatando los datos por muy minúsculos que fueran, no debía dejar ningún detalle atrás. - Y por último y lo único que creo que podríamos usar realmente, llegué a ver una cicatriz en su mano con forma de rayo. No estoy muy seguro puesto que solo la vi durante escasos segundos, y no completa. - Ambos suspiraron, estaban algo agotados, y todavía quedaba trabajo por hacer.

Tenían un caso y pocas pistas, un encapuchado con gafas muy atlético, que llevaba una pistola que disparaba cartas, y una nota diciendo que se llevarían la joya más valiosa. Lo único bueno era que sabían fecha, lugar y hora, el problema era que no tenían ninguna pista sobre como lo harían, pero sería muy difícil imaginar que tipo de tácticas podrían llegar a usar. Mientras estaban recopilando datos, tanto del lugar como de los asistentes, les llegó otro caso. Al parecer una nueva estrella en alza estaba recibiendo amenazas.

- Katsuki, te dejo solo, me temo que acaba de salir otro caso y he de atenderlo personalmente. - Estaba serio, el rubio se extrañó, pero debía continuar la investigación así que lo dejaría marchar. Sin embargo, como si de un engranaje se tratara, algo giró en su cabeza y se atrevió a preguntar el nombre del involucrado. Se temía que tras tantos años, aquello que lo llevó a convertirse en lo que hoy era, hubiera vuelto justo en el peor momento.

- ¿Quién es el desafortunado? - En sus pensamientos solo un nombre no quería ser escuchado, "que no sea él", se repetía una y otra vez.

- Veamos, por lo que han mencionado es una nueva estrella. Parece que se está volviendo ídolo de masas, sobre todo entre las jóvenes de 15 a 21 años de edad. Probablemente sea alguna fan descontrolada. - Suponía Kudo que empezaba a descartar algunas posibilidades tranquilamente.

- No te he preguntado que clase de idiota pueda ser el culpable, sino la persona a la que van dirigidas las amenazas, joder. - Se sobresaltó totalmente, su paciencia tenía un límite, y todos sabemos que su tolerancia era prácticamente 0.

- Midoriya Izuku. - El rubio se tensó, era lo que temía. - Viendo como reaccionas eso significa que lo conoces, ¿verdad? - Bajó la mirada triste y la apartó a un lado. Comenzó a recordar todo aquello que con tanta tristeza cargaba.

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