Eres mi hogar

987 63 13
                                    

Me encuentro aquí por tercera vez, ahora es más fuerte, más demoledor que no sé cuánto más podré aguantar. Verlo dormir me da tanta paz que realmente no sé cómo podré salir de esto sin una herida. Una herida que tal vez me duela más que las otras, pero que si pudiera repetirla nuevamente, lo haría, por él. Solo por el simple hecho de tenerlo a él, a sus pozos azules, a sus brazos abrigándome, a su amor consumiéndome. 

—Para nada es extraño que me mires dormir —dijo él con los ojos cerrados asomando un pequeña sonrisa perezosa. Habíamos quedado anoche en vernos, María Itatí armó una pijama con su mejor amiga, y mis hijos se fueron a casa de su papá. Así que, Juan armó una noche de velas, cena y besos para mí. 

—Bueno, eres muy lindo y es lo que provocas. —acaricie su rostro un poco y él besó mi mano.

—No,—se acomodó quedando encima de mí. Abrió esos pequeños ojos azules que me tenían totalmente loca.—Lindo es un perro, yo soy sexy —soltó con una modestia que sabía que era más broma que nada.—Además, tú eres la guapa y linda de los dos.—Besó mi frente. —Podría admirarte todo el día si se me permitiera, pero no quiero ser acusado de pervertido, hostigador o acosador —besó mis labios y como en cada beso, saboreó, mordió y me consumió como solo él sabía hacerlo. 

—Por supuesto que no, debes mantener una reputación ¿no es así?—dije agitada después del beso. 

—¿De que estábamos hablando? Acabo de perderme en esos lindos labios tuyos.  

—Por supuesto que sí. Tu reputación. —Le recordé. 

—Ah sí —besó mi frente — Tengo que mantener esa reputación, mi amor —besó mi cuello — Y definitivamente, no quiero ser acusado de acosarte.—me besó nuevamente. 

Al separarnos nos quedamos mirándonos el uno al otro por unos minutos. Disfrutando de las pequeñas caricias que le daba a mi rostro, el suspiro que soltaba cada tanto, pero sobre todo disfrutándolo a él, y a nuestro pequeño momento secreto. 

—¿Tienes que irte temprano a la grabación? —preguntó mientras posaba un suave beso en mi nariz.

Suspiré —En un hora más o menos, escribieron en el grupo que tenía escenas pendientes con varios actores—hice un puchero, —creo que hoy no nos vamos a ver. 

—Entonces déjame consentirte un poco—,me abrazó como si no quisiera soltarme. Y yo lo dejé entrar un poco más profundo en mi corazón. 

Sí, estoy metida en tantos problemas. 

—Si no me sueltas, realmente llegaré tarde, y sabes que el productor odia la impuntualidad. —sentencié tratando de frenarme un poco a mí y a mi tonto corazón. De un tiempo para acá comenzamos a decirnos "mi amor". La primera vez que él lo dijo yo estaba deprimida por la partida de mi madre, pero tenerlo a él, tener sus mensajes y llamadas cada que ambos podíamos era simplemente lo mejor de mi día. Me permitía alejarme y distraerme de todo lo que estaba sucediendo. Él me contaría de su día, de lo que habló con sus hijas, de lo pesado que a veces se volvía todo con los protocolos, y sobre todo siempre me recalcaba que me extrañaba un poco más. 

La primera vez que lo dijo, estábamos en una llamada, y yo estaba desahogándome. 

—No sé si podré hacer esto —solté con más lágrimas que nunca. La desesperación en mí, el dolor de perder a mi madre me estaban nublando un poco, pero no importaba. No con él. Con él podía mostrarme 

—Lo vas a hacer, y lo lograrás. Tal vez no ahora, pero eres fuerte, y tienes una maravillosa familia que está contigo en cada paso, apoyándote. —Sabía que eso era verdad, pero después de todo soy solo un humano que ha perdido a su madre y solo quiere refugiarse una última vez en sus brazos acogedores y protectores. —Llora, mi amor. Llora todo lo que quieras, y si te caes, voy a estar contigo para levantarnos juntos. —Y lo hice. 

Jamás pensé que nos pasaría esto a nosotros. No a él, que siempre alardeaba de su código "no involucrarse sentimentalmente con una compañera de trabajo", creo que ahora es eso lo que más miedo me da. Miedo que algún día él solo decida que tuvo suficiente de mí, de nosotros, y se alejé. Miedo de sufrir más que nunca. Miedo que me rompa en pedazos y no poder armarme como antes.  

—Te quedaste silenciosa. —Observador. —Eso me dice que le estás dando vuelta a algo, ¿no es así? —Maldición. A veces odia lo mucho que podía conocerme, y lo poco que yo luchaba para protegerme. 

Sonreí mirándolo —No, estoy bien —, acaricie su rostro y miró en mi dirección desconfiado. —Estoy bien, lo digo en serio —mentira. —Ahora, suéltame que tengo que ir a trabajar —le dije agarrando sus manos para alejarlas de mi cuerpo, pero él me apretó un poco más a su cuerpo. No es que estuviera luchando muy fuerte en soltarme, me encantaba estar fundida entre sus brazos.—Juan —solté con fingida molestia. 

—Itatí. 

—Cariño, en serio tienes que soltarme para que pueda irme a bañar y salir.

Bufó —Está bien, pero mientras te bañas ¿Qué te parece si preparo tu desayuno?

Sí. Esta era nuestra pequeña relación secreta. Desayunos o almuerzos a escondidas, besos y momentos robados. No queríamos que nadie se enterara de esto, no queríamos que nadie explotara nuestra pequeña burbuja. Mi hija sospecha algo, mis hijos no tanto. Esconderle algo así a María me ha matado, es mi mejor amiga, pero sobre todo es mi hija, y sé que esto no se lo puedo decir. No ahora. No cuando no sé si esto durará más. No quiero involucrar a mis hijos en una relación que no sé cuánto más dure. 

—Está bien —le di un beso casto en los labios —, pero ahora tienes que soltarme.

—Mhm,—su cabeza fue a parar a la abertura de mi cuello y soltó un suspiro ahí.—Me encanta tu olor por las mañanas. — Reí por las cosquillas en ese lugar. Cuando no se apartó durante varios segundos, noté que se quedó pensando, mirándome de una forma extraña, en la que no muy pocas veces sabía que iba a soltarme después. Era así, el silencio total y un pequeño ceño apareciendo en su frente.

—¿En qué estás pensando? 

—Vive conmigo —soltó sin más

Silencio. 

—¿Qué? —pregunté para estar segura que escuché bien.

—Escuchaste bien. Vive conmigo, Itatí. Deja tu cepillo de cabello y de dientes en mi baño, deja tu pequeña lencería sexy y la no tan sexy en mi clóset. Tus zapatos junto a los míos. Múdate conmigo, y seamos felices juntos, no te prometo que será un valle de rosas y caramelos, porque peleamos duro, pero sí te prometo que trabajaremos más duro para que funcione. Ya hemos estado ahí con otras personas, y sabemos lo duro que se tiene que luchar. Le diremos a nuestros hijos juntos. Y de bonus en esa ensalada, me tendrás todas las mañanas para mirarme como una acosadora total. Volvámonos locos juntos—soltó una de esas medias sonrisas baja bragas que me encanta.

El aire se había quedado en mis pulmones, no podía creer que me haya pedido eso. La respuesta era simple. 

Sí o no. 

Simple. 

Sólo que nosotros no éramos así, siempre queremos más, siempre estábamos luchando contra lo ordinario y queríamos ser extraordinario juntos. Hace un año volvimos a encontrarnos, hace un año soltamos coqueteos y toqueteos en público porque no podíamos disimular. Algunos eran para molestarnos y otros no tanto. Unos se volvieron más serios y otros eran de juego. Encontrar a alguien casi con tu mismo sentido del humor fuera de lugar y agrio a veces, era como tomar un poco de aire frío en el amanecer. Te enfría el cuerpo pero es acogedor y cálido a la vez. 

No sé cómo saldré de esto. Tal vez no quiera salir de nosotros. Tampoco sé qué haré después, pero sé esto: no tengo asegurado el mañana. No con todo lo que ha pasado, no con todo el desastre de año a nivel mundial que tuvimos. Y a pesar que llevábamos poco tiempo de salir, mi respuesta fue a contracorriente de toda lógica y razón. 

—Sí. Hagamos esto —sonreí. 

Detrás de cámaras (one shots - Cantoler)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora