Inevitable II

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No mirarlo sabiendo que tenía esos ojos azul cielo directos en su espalda tomó mucho autocontrol, cada paso que dió para subirse al coche fue un martirio, aunque se negaba a aceptarlo quería más de él, más de sus abrazos y sus toques. Al momento de estar sentada en el copiloto lo pudo ver de frente antes de arrancar el luces del carro estaban enfocando directamente, él la estaba mirandola y podía imaginar la suplica en sus ojos. Había algo en él, en su manera de hablarle y de mirarla como si nadie más existiera que la tuvieron a dos segundos de que sus pies la dirigieran a él y que no le importara nada más que solo dejar que la amara. Itatí sabía lo bien que se sintió en sus brazos, y lo bien que se sintió estar protegida por él, aunque eso ni siquiera tenga lógica alguna. Porque para ella, él es como un torbellino de emociones, pero una paz iniguable.

El conductor arrancó dejándolo atrás y siguió el mismo camino a su casa, el mismo camino de todas las noches, el mismo recorrido solitario que ha tenido desde hace tiempo. Una monotonía que adquirió y a la que se adaptó sin objección alguna, sin embargo ahora eso no se siente bien. Lo que pasó esa noche fue diferente a lo que estaba acostumbrada.

Suspirando miró por la ventana a la oscuridad de la noche, los pensamientos de Itatí no dejaban de girar en un tipo de ojos de color azulado, en una perfecta sonrisa con dientes tan blancos que podían dejarte ciega y al mismo tiempo te podían poner de rodillas. Pensaba en unas manos que la abrazaban como si estuvieran destinadas a estar alrededor de su pequeño cuerpo. No podía quitarse a Juan Soler de la cabeza y eso la estaba volviendo loca. Itatí podía sentir como toda racionalidad y lógica se iban quedando fuera de juego, y estaba luchando duro contra eso. Y si la noche no podía ser aún peor, Will you still love me tomorrow sonaba en la radio, esuchó esa canción hace poco cuando Gala le pasó la playlist que tenía guardada para relajarse o escucharla mientras estaba haciendo cualquier cosa. Ella escuchó esa versión en Amy Winehouse y estaba maravillada, la tonalidad de la canción se le hizo relajante, pero el coro era algo totalmente distinto. Expresaba desesperación. Desesperación por saber si la otra persona pasase lo que pasase al siguiente día la iba a seguir amando, si podía confiar para entregar todo de sí y no salir lastimada en el intento.

Itatí no había sentido tan bien la melodía hasta ahora y ella sabía el por qué.

Su teléfono comenzó a emitir el sonido particular de una llamada entrante, y su corazón empezó a bombardear tan fuerte que podía escucharlo en sus oidos. Al sacarlo de su bolso, miró la pantalla y al notar que no era esa persona en particular, no pudo evitar sentir un poco de decepción.

—Hola, mi amor. Ya estoy llegando a casa—le dijo a su hijo Eduardo.—¿Comieron o quieren pizza para la merienda?

—Sí, mamá, hemos merendado. Queríamos avisarte que Roberto y yo vamos a ir a casa de mi papá. Quiere enseñarnos unas cosas y va a pasar por nosotros.—A Itatí no le sorprendió, sucedía en su gran mayoría y aunque amaba pasar con sus hijos justo ahora era mejor que no la vieran. Ellos podian percibir si andaba mal con ella.

—¿Y María Itatí?—preguntó por la más pequeña de la familia. Aunque era una señorita, para sus ojos aún era su pequeña niña.

—Fue con Nuri a la pijamada. Te mandó un mensaje por la tarde avisando que se iba, te estaba llamando, pero no contestate.—Itatí se quedó en silencio por un momento. María no era de hacer eso, siempre le pedia permiso primero.—Te pidió permiso ayer—terminó la frase como si supiera que su madre necesitaba esa pequeña aclaración. Y con ello recordó que la mamá de Nuri habló con ella para una pequeña pijamada entre las dos.

—Oh sí, la mamá de Nuri habló conmigo anoche. Bueno, mi amor vayan y diviertanse. Los amo a los dos. Lleven todo, por favor. En un rato llamo a tu hermana para saber como está.

Detrás de cámaras (one shots - Cantoler)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora