Capítulo 12

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Diamante galopaba a través del bosque, cada golpe de las patas de su caballo resonando como un tambor en su pecho. La luna brillaba intensamente, iluminando su camino, pero no podía disipar la oscuridad que lo envolvía por dentro. La angustia lo consumía; su mente estaba llena de imágenes de Serenity, su belleza etérea y su risa que solía ser música para sus oídos. Ahora, sin embargo, solo había silencio y desesperación.

Al llegar a un claro, se detuvo en seco. Ante él, la cascada caía con gracia sobre un estanque de aguas turquesas que reflejaban la luz lunar. Y allí estaba ella, bañándose en el agua cristalina. Serenity se movía con una elegancia casi sobrenatural, su piel brillando como la plata bajo los rayos de luna. Diamante se quedó sin aliento ante la visión celestial que su exquisito cuerpo le ofrecía.

Pero toda la magia se esfumó cuando Serenity lo vio; su rostro se contrajo en una máscara de dolor y rabia. Salió del agua como un rayo, cubriendo su cuerpo desnudo solo con las hebras de su dorado cabello.

—¡Tú! Príncipe traidor, ¿cómo te atreves a seguirme? —gritó, sus ojos azules centelleando con ira.

—Serenity, por favor... —su voz tembló al pronunciar su nombre—. Estaba tan preocupado por ti. Pensé que podrías hacerte daño.

—¿Preocupado? ¿Tú? No me hagas reír —espetó ella, sus ojos brillando con desdén—. Sé muy bien que solo me usaste para tus propósitos egoístas. Pero ya he abierto los ojos; no creo más en tus mentiras.

Las palabras de Serenity atravesaron a Diamante como dagas afiladas. Recordó las miradas furtivas entre él y Esmeralda, el roce prohibido de sus cuerpos en momentos de debilidad. La traición se instaló como un veneno en su corazón.

—¡No! Eso no es cierto... —su voz era un susurro desesperado—. Te amo más que a nada en este mundo. Eres lo que más deseo en esta vida; no te imaginas cuánto me duele que seas la mujer de mi hermano.

Serenity lo miró con desdén, recordando las escenas que había presenciado. La traición ardía en su pecho como un fuego inextinguible.

—¡Mientes! Nunca me amaste; solo querías tenerme en tu cama —las palabras salieron de sus labios como veneno—. Y ahora sé que eres amante de Esmeralda. Vi el deseo centellar en tus ojos cuando estabas con ella. Ni siquiera tienes los pantalones para admitirlo.

El mundo pareció desmoronarse alrededor de Diamante. Cada palabra de Serenity era un golpe devastador que lo dejaba sin aliento.

—¡No! Eso no es cierto... —su voz temblaba mientras luchaba por mantener la compostura—. Esmeralda es solo una intrigante; nunca he sentido nada por ella. Te juro que solo tú ocupas mi corazón. Ella solo es una aventura pasajera.

Serenity sintió cómo el dolor se transformaba en rabia y determinación; no podía permitirle acercarse nuevamente sin defenderse.

—¡No intentes verme la cara de estúpida! —gritó, dando un paso atrás mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos—. Vete con ella y déjame en paz.

Sin embargo, el instinto protector de Diamante despertó con fuerza. Sabía que el bosque era peligroso para una mujer tan bella y vulnerable como Serenity, especialmente de noche. Sin pensarlo dos veces, corrió tras ella y la detuvo antes de que pudiera perderse entre los árboles oscuros.

—Serenity, no puedes quedarte aquí sola —dijo con firmeza, tomando su brazo con posesividad—. El bosque está lleno de peligros y no puedo permitir que te arriesgues así.

Ella lo miró con furia y dolor, pero también había una chispa de incertidumbre en sus ojos.

—¿Y qué demonios te importa? ¡Déjame ir!

Diamante sintió el tirón del deseo mezclado con la desesperación; quería abrazarla y protegerla, pero sabía que debía respetar su resistencia.

—No puedo hacerlo —respondió Diamante, acercándose más—. Te llevaré al palacio para que estés a salvo. No voy a dejarte sola en este lugar oscuro y amenazante.

Serenity dudó un momento; el fuego del conflicto ardía dentro de ella. A pesar del dolor que sentía por su traición percibida, sabía que él tenía razón: el bosque podía ser peligroso.

Finalmente, aceptó su mano extendida; aunque su corazón estaba lleno de resentimiento, también había una parte de ella que anhelaba la seguridad que él ofrecía.

Montaron juntos en el caballo, Diamante sosteniéndola firmemente de la cintura mientras galopaban hacia el palacio bajo la luz tenue de la luna. El viento soplaba suavemente alrededor de ellos mientras avanzaban entre los árboles oscuros y retorcidos.

La cercanía entre ellos era electrizante; la piel desnuda de Serenity rozaba su cuerpo y cada movimiento enviaba ondas de deseo a través del cuerpo de Diamante. A pesar del tumulto emocional entre ellos, no podía evitar sentir cómo su corazón latía más rápido por la proximidad de la princesa.

Cuando llegaron al palacio y desmontaron del caballo, Diamante se volvió hacia ella con una expresión seria admirando cada parte de su piel como si quisiera grabarla en su memoria.

—Serenity... sé que estás dolida y confundida por todo esto —dijo suavemente—. Pero quiero que sepas que haré lo posible para demostrarte mi amor y lealtad. No te dejaré ir tan fácilmente; mi deseo por ti es como una llama que arde en mi pecho.

Serenity lo miró fijamente a los ojos; había tanto dolor y pasión en ellos que le resultaba difícil mantener su resistencia intacta. Sin embargo, sabía que debía protegerse antes de permitirle entrar nuevamente en su corazón.

—Te agradezco por traerme aquí... pero necesito tiempo para pensar; no creas que perdonaré tu falta tan fácilmente —dijo finalmente, sintiendo el peso de sus palabras mientras se alejaba hacia el interior del palacio.

Diamante observó cómo se alejaba, sintiendo nuevamente cómo el vacío se apoderaba de él. Sabía que había mucho trabajo por hacer si quería recuperar su confianza y amor; pero estaba decidido a luchar por ella hasta el final.

"Pasiones Prohibidas: Rivalidad entre Hermanos"  Serena X Diamante 💍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora