Capítulo 11

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Horas más tarde, después de meditar intensamente sobre las palabras de Esmeralda, Zafiro se decidió a buscarla. Con el corazón palpitante y la mente llena de dudas, se dirigió a su mansión, un castillo gótico que se erguía imponente entre las sombras, evocando la grandeza de los antiguos palacios españoles e ingleses. Las torres afiladas se alzaban como centinelas en la noche, y las ventanas, adornadas con vitrales coloridos, parecían susurrar secretos del pasado.

Al cruzar el umbral de la mansión, Zafiro sintió un escalofrío recorrer su espalda. El aire estaba impregnado de un aroma a cera y madera envejecida, y los candelabros de hierro forjado iluminaban tenuemente el vestíbulo, creando un juego de luces y sombras que danzaban en las paredes de piedra. Cada paso resonaba en el silencio, como un eco de su creciente furia.

En la sala principal, Esmeralda lo esperaba con una expresión de desafío. Su figura esbelta estaba reclinada en un lujoso sofá de terciopelo verde esmeralda, y sus ojos brillaban con una mezcla de desdén y diversión.

- He venido porque quiero que me aclares lo que dijiste esta mañana sobre mi esposa- le espetó Zafiro, su voz temblando entre la ira y la desesperación. Sus ojos ardían con el fuego del desprecio.

- No hay nada que aclarar, querido. Lo que escuchaste es la pura verdad... A buen entendedor, pocas palabras- respondió ella con una sonrisa sardónica que desató una tormenta en el pecho de Zafiro.

- Sabes que no soy yo de quien deberías cuidar tus espaldas-continuó la peli verde, sintiendo cómo el veneno de sus palabras se enredaba en el corazón del príncipe. -Tu verdadero enemigo es tu propio hermano.

Esmeralda se inclinó hacia adelante, cruzando las piernas con una elegancia provocativa.

-No sé cómo no has notado que está completamente embrujado por la perra de tu mujer- dijo con desdén. -Aunque para ser sincera, siempre he sabido que las calladitas son las más astutas.

Las palabras de Esmeralda golpearon a Zafiro como un rayo. La incredulidad y el dolor luchaban por salir a flote en su mente.

- ¡Cállate, zorra intrigante! No te creo; ve con tu veneno a otro lado!- gritó Zafiro, intentando convencerse a sí mismo de que todo era una mentira.

- Está bien... ¡No me creas! De todos modos, el cornudo serás tú, Zafiro- exclamó Esmeralda entre risas burlonas mientras levantaba una copa de vino caro a sus labios.-Esto será un escándalo monumental; ya me imagino lo que dirán en la corte.

Mientras tanto, en el castillo de Diamante, la angustia consumía al príncipe. Las horas pasaban sin que encontrara rastro alguno de Serenity, y su corazón latía desbocado por el miedo. Con cada segundo que transcurría sin noticias suyas, la desesperación se convertía en un monstruo voraz dentro de él.

Decidido a no rendirse ante la oscuridad que lo rodeaba, tomó su caballo y se adentró en el extenso bosque bajo la luz tenue de la luna. Las sombras se alargaban a su alrededor mientras galopaba entre los árboles antiguos.

"Serenity, ¿dónde estarás, mi diosa? Espero que no cometas una locura," pensó Diamante mientras su pecho se comprimía al imaginar miles de escenarios aterradores. Las lágrimas amenazaban con brotar mientras recordaba su risa y la calidez de su abrazo.

Cada crujido del bosque parecía burlarse de su angustia. "Si te sucede algo... yo... moriré"  reflexionó con desesperación mientras avanzaba entre los árboles oscuros y retorcidos.

"Pasiones Prohibidas: Rivalidad entre Hermanos"  Serena X Diamante 💍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora