Prólogo

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[Está historia fue publicada originalmente en el grupo de Re:Zero MaidPosting, está historia actualmente exclusiva en Wattpad debido a que el grupo actualmente no me encuentro activo.]

Una fuerte nevada.

Había una gran puerta abierta, el salón y el comedor está vacío, abandonado. No hay ningún alma más que dos en esta solitaria mansión, tan grande de extensión que ridiculisa a cualquier otra mansión de dónde venía él. Pero—

Un sonido sordo, parecía no sentir dolor. No sé resistía para nada. Era esto lo que quería después de todo.

Ella solo estaba cumpliendo su parte del trato.

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Su cuerpo estaba frío.

Su cuello... Sentía que ya no tenía resistencia a su fuerza. Aún sin imponer mucha en sus manos.

— Finalmente... - Suspiro de alivio pero a la vez, sintió una profunda tristeza. Desconoce la razón...

Lágrimas cruzaban su rostro, ella lo odiaba. Odiaba cada cosa que había hecho, por culpa de esta persona su hermana había muerto hace 2 años.

Por qué lloraría por alguien así, se preguntó. Una y otra vez.

"¿Por qué me siento triste luego de haberte asesinado?" - Preguntó.

Sabía que no tendría respuesta alguna, Luego de un rato finalmente dejo su cuello.

Sus manos se posaron sobre su pecho.

Le resultaba extraño, era extraño...

Comenzó a sollozar, pues, ella de verdad en algún punto de su camino.

En algún punto de su encierro llegó a empatizar con su secuestrador. (Es curioso ¿Verdad?)

Que es lo que debía hacer ahora.

El mal de su vida termino.

Finalmente ha cumplido su propósito al igual que el cumplió su promesa.

"De que servía vivir ahora..."

Intento levantarse, pero, sus piernas estaban muy débiles.

Arrastrarse era lo único que podía hacer pero, de que serviría. Ya no hay nada que pudiera hacer.

Terca a su voluntad, sus brazos insistieron en salir. Cada escalón fue un largo recorrido y muchos rasguños a su piel.

Tardo unos minutos, pero finalmente salió de su prisión.

Viéndola desde afuera, no era un mal lugar, un lugar cálido dónde reposar sus piernas, aunque sus muñecas moradas dijeran lo contrario a lo que ella pensaba.

Tenía tres comidas diarias, hambre tampoco paso.

Su debilidad en las piernas se explicó con simplemente el tiempo tirada en el suelo, adormeció terriblemente sus piernas. Incluso arrastrarse causo un dolor profundo que persiste.

Estando apoyada sobre un librero, quiso mejorar su estado, dar unos pasos y probar que su cuerpo se equivocaba. Su mente quería marcharse caminando de aquí pero sus débiles piernas dijeron lo contrario.

Su peso le ganó.

La gravedad hizo su trabajo y cayó de boca al suelo golpeándose el rostro.

Le dolía ahora la cabeza... Se resistió a cerrar los ojos pero ha pasado mucho desde que pudo descansar de la manera correcta.

Ya no con un cuello colgando o de muñecas ahogándose y marcandose por el metal, ahora era libre de su prisión.

Ram cerró los ojos, y finalmente descanso, durmiendo profundamente por el extremo cansancio y la extraña comodidad que sentía en la alfombra de este salón.

Glotoneria en pazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora