Hace cuatro años atrás..
Todo comenzó un martes, como cualquier día, el cielo era cálido, el canto de los pajaros eran sutiles y radiaban con los rayos de sol que golpeaban el jardín por la mañana.
Una mañana que comenzaría una historia...
Magdalena se encontraba en el salón del cómodo hogar mientras sostenía en sus manos la taza de café que solía tomar a diario. Algo poco inusual para una joven como ella que solo se solía hacer quedarse en casa a diario mientras su esposo era quien la mantenía, algo de lo que no se sentía para nada orgullosa.
Su madre siempre solía decir; "Eres demasiado joven como para sentirte más de tu edad" Y tal vez tenía algo de razón. Tener veintiséis años y vivir como una ama de casa solo era una manera de desperdiciar tiempo valioso de aquella juventud, más en una joven como ella. Quien había sido criada humildemente para ser alguien en la vida a través de sus esfuerzos académicos y no seguir los mismos pasos que su madre.
Mantuvo su mirada fija hacía el jardín, perdida en sus pensamientos reflexivos de la mañana. Cuando a lo lejos notó la presencia de Marvin, su esposo.
Rápidamente dejó la taza en la mesita de cristal frente a ella y se levantó del sofá, caminó hasta él para saludarlo ante su repentina aparición.
—Buenos días amor —dijo ella.
—Buenos días cariño —Respondió él con una voz agitada—. Tuve que salir de una reunión para volver a casa ya que olvidé mi documentación —Se acercó más a ella para darle un beso corto en sus labios como saludo.
Luego de aquel tierno beso, ella se separó. Posando sus manos sobre los hombros de su marido y arqueando su ceja.
—¿Estás bien? Te noto agitado...
—Si, vine corriendo hasta casa, en eso de bajar del edifico, correr al estacionamiento —Contestó soltando un suspiro —. Un desastre.
Ella asintió.
—Cariño, tus documentos deben estar en tu oficina, Siempre dejas todo lo que tenga que ver con informes y trabajo en tu oficina.
Él también asintió de vuelta.
—Cierto, ya vuelvo... —Marvin se dirijió rápidamente a la oficina mientras su esposa permaneció en el salón cruzaba sus brazos algo pensativa.
Una mirada pensativa que estaba presente desde hace algunos días, pues ella esperaba algo, una llamada.
Hace algún tiempo Magdalena había hablado con su esposo. Comentándole la soledad y aburrimiento que cargaba al ser ama de casa de un solitario hogar. Un hogar bastante cómodo, quizás con los lujos que cualquier persona podría desear. Sin embargo había algo que esas grandes paredes no podían ocultar ni llenar, era la soledad y la sensación de sentirse inútil.
Ambos eran marido y mujer hace cinco años, pero aún no tenían hijos en común, quizás no era necesario para un hombre tan ocupado y de negocios como lo era Marvin. Magdalena quería comenzar a trabajar. Ejercer aquella profesión que había estudiado en su época universitaria, de lo contrario estudiar finanzas y contabilidad habría sido en vano. Ambos habrían llegado a un acuerdo para ella sentir algo de independencia económica y sentir que podría ser algo más que una cuidadora de hogar o la esposa de un gran empresario nacido en cuna de oro.
Magdalena se sentía ansiosa y expectante mientras esperaba la llamada después de la entrevista de trabajo. Cada sonido del teléfono la ponía en alerta, esperando que fuera la noticia que tanto ansiaba. Sentía un nudo en el estómago y su mente jugaba constantemente con diferentes escenarios sobre el resultado de la entrevista. A pesar de intentar mantenerse ocupada, su atención seguía volviendo una y otra vez hacia el teléfono, esperando la llamada que determinaría su futuro laboral.
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Mientras soñaba tu nombre
RomanceMagdalena Russel es una mujer exitosa en el mundo empresarial, cuya vida da un giro inesperado tras un trágico accidente. Al despertar en el hospital, descubre que ha perdido completamente la memoria. A medida que intenta reconstruir su vida, empiez...