Capítulo 7

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Después de largas semanas. Magdalena cumplió su primer mes en la empresa. Trató de enfocarse en sus responsabilidades diarias y en demostrar su valía a través de resultados tangibles. Buscó oportunidades para destacarse por su propio mérito y demostrar que era capaz de cumplir con las expectativas del nuevo puesto.

A pesar de sus esfuerzos por recuperar la confianza en sí misma y en su carrera, Magdalena enfrentaba un desafío emocional significativo. La sombra de la duda continuaba persiguiéndola, y cada éxito era contrarrestado por la pregunta persistente de si realmente lo merecía.

Stella. Luego de haberse dirigido a la cafetería de la empresa para conseguir café, llegó al piso seis mientras sostenía los vasos térmicos en ambas manos. Pasó por el pasillo de los cubículos, escuchaba los murmullos de los empleados quienes se concentraban en cualquier cosa, menos en trabajar. Finalmente recorrió todos los escritorios hasta llegar al suyo.

—Café moca para tí —Le entregó el vaso térmico a Magdalena—. Y vainilla para mí —Stella tomó asiento.

—Muchas Gracias Stella —Contestó mientras le daba un sorbo a su café, hizo una mueca de agrado— Esta delicioso....

—No es nada querida, cualquier cosa solo puedes decírmelo, la cafetera de la empresa es única, hace las mezclas más deliciosas—Le regaló una sonrisa amigable antes de darle un sorbo a su vaso.

—Tengo pensado algo, quizás podría gustarte —comentó Magdalena.

Stella alzó sus cejas con curiosidad, lentamente dejó el vaso terminó en su escritorio.

—Soy todo oídos —contestó.

—Vamos a almorzar juntas, siempre veo que te quedas aquí en la hora del almuerzo y nunca bajas. Podríamos ir a un lugar cerca de aquí y es muy delicioso, considerando que hoy tenemos dos horas de almuerzo —Propuso—. Y como hoy es sábado...

—¡Sería fantástico! Nunca me habían invitado a almorzar o algo así... —Bajó la cabeza y negó—. En realidad nunca suelo bajar al comedor porque siempre almorzaba sola. Me daba algo de vergüenza ver como todos murmuraban que siempre estaba sola, entonces solo me quedé aquí. Además aquí es muy cómodo y no hay ruido.

Magdalena hizo un puchero de tristeza al oír las palabras de su amiga.

—No te preocupes, ya no vas a almorzar más sola.

—Que linda eres Magdalena...

—No soy linda, soy amable y empatica —corrigió—. Quizás me pongo mucho en el lugar del otro, y créeme que se lo que sientes. Te lo dice una chica que ha pasado casi toda su infancia y adolescencia sola. Y cada vez que intentaba encajar, todo salía mal.

—¿Uh? —alzó una de sus cejas—. Entonces como comenzaste tu noviazgo con tu esposo. Me dijiste que estaban junto desde que eran adolescentes —preguntó.

La joven dió un leve suspiro antes de seguir hablando.

—Es una historia algo vergonzosa, algo loca. Pues me había fugado de casa para ir a una fiesta la cual no disfruté para nada y me dejaron plantada. Te juro que sentí que el mundo se iba a caer, que algo me iba a pasar. Por suerte el anfitrión de la fiesta era un alumno de la misma escuela a la que yo solía ir y me conocía. Pidió un taxi y Marvin mi esposo, me llevó a casa. El no quería dejarme sola. ¡Pero fue horrible porque yo estaba llorando! Tenía mocos sueltos y los ojos hinchados —Exclamó Magdalena avergonzada.

Stella soltó un suspiro de amor, sonrió ante la anécdota.

—¿Y qué pasó después? ¿Cómo fluyó todo?

Mientras soñaba tu nombre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora