Cap.3. Leo P.O.V.

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Había pasado los mejores dos años de mi vida, cuando caí con Festo en Ogigia, creí que había muerto y estaba en el cielo, mientras miraba a Calipso con una sonrisa en los labio.

Me levanté, poco a poco y mientras decía insultos, de cuanto había tardado en llegar y ¿por qué no había ido antes? Pero yo sabia que lo decía de broma y ella sabia que yo no podía volver, así que me acerque a ella, sin decir palabra alguna.

Cuando estábamos a pocos centímetros el uno del otro, se calló y respiró profundamente echándome el aliento en la cara.

Cuando veía a Jason y a Pipes o a Percy y Annabeth, pensé que si lo hacia alguna vez me daría asco y me apartaría. Pero fue una sensación genial, olía a canela y a todo lo que yo quería, a ella.

Cerré la distancia de aire que nos unía besándola y abrazándola de la cintura, note como pasaba sus manos por mi cuello y se pegaba más a mi.

Estuvimos así unos segundos hasta que los dos nos quedamos sin aire, ella tenía los ojos húmedos, de felicidad.

-Leo-susurró.

-Calipso.

Antes de que pueda volver a hablar me coge de la mano y me lleva corriendo a su casita.

Estuve con ella dos años, reparando a Festo, con ayuda de Cal, juntos, solos, sin nadie más que no sean sus sirvientes invisibles.

¿Como te lo puedes puedes pasar bien con una sola persona? Os preguntareis.

¿Cómo no puedes aburrirte? Pensareis.

Pues cuando no conoces antes y te has enamorado sin pensar, quieres conocerlo todo de esa persona, me contó todos alguno de los visitantes que había tenido, como me clasificó como novio suyo, tengo que admitir que sentí un poco celoso, me hablo de Ulises, que la dejo por su mujer Penélope y su hijo Telémaco, tambien de cuando fue Percy, a ese si lo había conocido, que se fue por Annabeth, y por el mundo, claro, me entere entonces que a Percy le molaba Annie, desde los doce.

Yo tambien le conté mi parte, desde chiquitito, que mi madre había muerto en un incendio, que mi tía Callida en realidad era Hera, todas las aventuras que había tenido con los otros seis. Mi historia, básicamente.

Cada día era mejor, hasta que pasaron los dos años, cuando terminamos de reconstruir a mi gran amigo, Festo.

Tardamos unos días hasta que decidimos volver, discutiendo e que a lo mejor podríamos quedarnos, eso lo decía ella, y si no fuese por mis amigos me hubiese quedado, francamente, el lugar era maravilloso, todo bueno y bonito, nada malo, que eso es todo lo que había tenido antes de llegar a Ogigia, que si una diosa ancestral atacaba, que si tenía que rescatar a Hera, que si tenía que salvar a dos amigos que se habían caído al Tártaro, que si tenía que matar a unos pocos de gigantes, es verdad que mi vida "anterior" fue muy dura en sus últimos meses.

Pocas personas podían hacer lo que yo había hecho y salir ilesos, física y mentalmente. Amaba estar en ese lugar, y lo quería más porque ella estaba aquí.

Pero teníamos que irnos, allí estaba casi toda mi vida, mi casi mi todo, lo que falta de mi vida y del todo es Calipso.

Poco a poco y día a día hicimos las mochilas y montamos en Festo. Salió disparado, hizo una serie de crik crak crak crik. Lo que yo entendí como, "que bien estar vivo de nuevo, jefe."

El viento azotaba mi cara sin compasión mientras notaba que los brazos de Cal se agarraban fuertemente a mi cintura, con miedo a caerse, aunque si somos sinceros, yo tambien lo tenía.

Ya era de noche. Tras horas de ir en dragón de metal, ya con todas las partes del cuerpo entumecidas, empezó a descender, después de traspasar una densa capa de nubes, divise a lo lejos unas formaciones de casas, y un poco más alejado, encima de una colina, estaba mi hogar, Leo había vuelto a su vida.

Mestizos y Egipcios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora