La muerte...la muerte....la muerte. Esas dos palabras eran las que me atormentaban mientras el tumulto de semidioses corría hacia sus Cabañas llenos de pánico.
La profecía me nombraba. Pero no me nombraba como el colaboraste en la profecía de los Siete. Si no como el chico de la muerte, como si fuese algo perjudicial para los demás. Pero no era eso lo que más me molestaba, lo que, en realidad me molestaba más era que me separaría de William Solace. Llevaba enamorado de él desde que terminó la guerra contra la Cara de Tierra apestosa que se llevó a tantas personas.
El era mi salvador, como un rayo de luz en mi penumbra, como una flor en una tierra yerma. Él era mi todo, pero tambien mi nada con su ausencia.
Estaba al final de las gradas, sumido en las sombras y vagando entre mi vasto mar turbulento que en ese momento eran mis pensamientos.
Toqué mi costado bajo la camiseta negra. Ahí estaba la cicatriz que me marcaría de por vida. Unos días después de la guerra contra los gigantes, me mandaron con Hazel a una misión, teníamos que rastrear los alrededores pro debajo de la tierra por si había algo sospechoso. Resultó ser que sí. Salto encima mía un monstruo con cabeza de perro, clavándome un afilado incisivo en el costado, y bajado casi a mi cadera.
Ahí estaba la pequeña franja que antes había estado llena de sangre, que ahora solo era una gran línea blanca, con un pequeño relieve sobre la piel.
Él me la curó. Cuando llegué al Campamento apunto de morir ya estaba él ahí para curarme la larga herida.
Unos susurros despertaron a mi conciencia. Giré la cabeza y ahí me encontré a Jason y Piper haciendo...manitas. Me recorrió un escalofrío. Puede que les tuviese un poco de envidia. Ellos podía mostrarlo a los demás porque no eran del mismo sexo o homosexuales, como yo.
Minutos después vi a alguien correr, era una chica, por el pelo largo, pero no vi nada más.
Al rato, me fui a mi cabaña, dormí inquietamente, pero no tuve ningún sueño extraño. Me levanté con un gran grito, lo escuché que venía de lejos, pero se notaba que había mucha gente gritando a todo pulmón:
—¡FELIZ CUMPLEAÑOS PERCY!
Salté de la cama y cogí mi espada de hierro estigio, pero no pasaba nada malo. Sólo era el cumple de Percy. Tendría que ir a felicitarlo. Me cambié rápidamente. Me puse una polera del Campamento Mestizo, pero la mía no era naranja y las letras negras, no, era negra con las letras blancas. Me la regalo mi hermana, Hazel, por mi cumpleaños. Me puse tambien unos pantalones holgados y fui a su Cabaña, la numero 3.
Las personas estaban apiñadas en la puerta, sonriendo y diciendo, "felicidades Percy". Me acerqué por detrás por donde estaba la ventada y asome la mitad de mi cuerpo. Percy se estaba desperezando, pero con vivacidad en los ojos. Entonces, fijó su mirada en mi. Articulé con la boca «felicidades Jackson». Me sonrió, me hizo un ademán para que pasara, pero me baje y me fui andando.
Unos minutos después, cuando estaba cerca del Comedor. Una mano me done el hombro haciendo que gire.
—¿Por qué te has ido?—Will.
—¿Qué pasa William?—Yo era el único que le llamaba así. Estaba chapado a la antigua.
—Te he visto en la ventana—frunció el ceño—A mi no me engañas.
—No quería quedarme.
Resopló.
—Es su cumpleaños—replicó—y tu sabes que eres importante para él. Eres su amigo y su compañero. Y a un amigo no se le abandona...—se giró para irse, pero antes hizo dos cosas—Si necesitas algo, llámame.
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Mestizos y Egipcios.
FanfictionEsta es una historia de Los siete de la Profecía de la segunda saga de Percy Jackson y los de las crónicas de Kane (Percy Jackson, Anabeth Chase, Jason Grace, Piper McClean, Leo Valdez, Frank Zhang, Hazel Levesque, Nico Di Angelo, Reyna Ramírez-Arel...