Capítulo 06: Adieu dans l'eau.

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Por más intentos que realizaran ambos por mantener una conversación y evadir el tema, no había de otra cosa que hablar. El menor suspiró y sostuvo el viejo cuaderno negro del rubio, esperando a que este estuviera listo para explicar todo.

─Supongo que tuve algo de esperanza de... realmente redimirme ante la fe, y olvidar esto, así que cada carta que escribía, era borrada o maltratada... y reemplazada con un Padre Nuestro y un insulto hacia ti─.

─¿Por qué escribías?─.

─Como desahogo, pues de alguna forma tenía que sacar todo eso que pensaba de ti, sino me convencería de que te odiaba, y por más que a veces quería hacerlo, una parte de mi siempre salvaba los buenos recuerdos que tenía sobre ti, y así preservaba mis buenos pensamientos─.

─Aquella carta en el baño que...─.

─Fue otra más que descarté, aunque no lo disimulé muy bien, y no esperaba que la leyeras─.

─¿Todo esto fue por... miedo a que yo no aceptara tus sentimientos?─.

─Creí que sí, pero era más bien por no aceptar yo mismo lo que sentía... de cualquier forma, no deberías sentirte obligado a seguir escuchando estas tonterías, ya sabes el supuesto secreto, y sabes como lidié con él... te puedes ir─.

─¿De verdad no quieres que responda tu pregunta?─.

─No... realmente no─.

─¿Seguro?─.

El rubio miró hacia otro punto aleatorio de la habitación, evitando mantener contacto con los ojos del peliazul, así que el otro lo interpretó como una señal para irse.

─Incendiaste la iglesia... ¿por qué lo hiciste?─.

─Necesitaba quemar algo además de a mi mismo─.

─¿Te dio paz el resultado?─.

─Si te refieres a llamar la atención de más fanáticos, no... pero si te refieres a llamar la tuya... pues sí, lamentablemente sí─.

El chico bajo su máscara sonrió, y el rubio bajo su expresión molesta, también. El menor se fue, dejando aquella flor entre las cosas de el chico, y luego de aquel día, no volvió a visitarlo, pues este había dicho específicamente que no quería visitas hasta darse de alta.

Las semanas transcurrieron, y el rubio dio una caminata por el pueblo, para luego ir a la iglesia, la cual ahora volvía a abrirle sus puestas, restaurada, y con la misma imagen de María, lista para escucharlo otra vez, aunque un poco más calmado en lo posible.

Los fanáticos regresaban, y esta vez el rubio se hallaba más contento con lo que hacía, pues creer en una imagen divina, no lo obligaba a odiarse a sí mismo por un amor del pasado, o condenarse a ayudar como si Dios fuese alguien que mandara en cuotas el perdón para los "pecadores", o los arrepentidos.

Los jóvenes esta vez volvían con más tranquilidad, y el rubio daba consejos que realmente parecían hacer efecto, aunque por más que al terminar de ayudarlos, solo pudiera ver en la puerta, la puesta del Sol, y un viento entrando al edificio.

La paz realmente le mostraba el valor de esta, y le hacía tener aún más fe al rubio, pues por fin encontraba una de las dos cosas que anhelaba... la otra, solo era amor, y si bien muchas personas amaban su oficio, y sus consejos, era otro tipo de amor el cual deseaba por fin encontrar.

Miró el techo de la iglesia; una tarde fresca de verano, cuando parecía dentro de poco cerrar, y suspirando, se encerró en el confesionario, aunque esta vez para quitarle algo de polvo más que para hacerse escuchar.

Distraído, tarareando una canción melancólica sobre sueños y amor, el viento volvió a acariciar su nuca, y una figura entró algo dudosa al edificio.

─Si desea confesarse, deberá esperar─.

─¿Confesar?... solo confesaría una respuesta, joven─.

El rubio reconoció esa voz, aunque algo tembloroso decidió actuar, así que dejó en su lugar el trapo con el que quitaba el polvo del recinto, y dudoso miró hacia atrás.

─Sí... habría querido ser tu amante─.



"Entonces... supongo que así debía terminar, así que estaré ocupado un tiempo en algo que no sea necesariamente la fe. Al fin, he apagado aquel fuego, y al fin, he librado una solución para mi arrepentimiento carnal, pues por más locura que expresara, creo que solo necesitaba descansar de verdad".

"Bajo un sauce llorón, en un buen atardecer, cerca de un río y abrazándolo a él... Beata María, nunca despertaré..."

Carta de Travis... y esta vez, no una para "aquel".

Beata María -【Sally Face】-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora