Capítulo 02: Sueños.

1.7K 175 94
                                    


Era impensable animarse a enfrentar ese pensamiento, y esos sueños que revelaban secretos de su inconsciente, más aún así le aliviaba la idea de que siempre que quisiera, tendría al chico viviendo muy cerca de él, aunque sea para verlo de lejos.

Nunca volvió a poner un pie en la iglesia, ni tampoco volvió a verlo tras ver algunas estaciones pasar; quizás cuando habló de esperar se refería a quedarse un tiempo por la ciudad. El rubio no sabía porqué su mente tenía tal fijación con recordarle al chico en cada sueño, sí, en algún momento las hormonas lo hicieron fijarse en él, más no era nada importante como para atormentarlo.

Tomó el café de la mañana, tanto que lo odiaba pero aún así lo necesitaba, y rezó antes de desayunar de verdad. Pensó la idea de arrancar ese sentimiento ruin de su corazón y su mente, pues por más romántico o ideal que pudiera sonar la frase "Un amor como el mío no se puede acabar", lamentablemente lo identificaba en un mal momento.

Era lindo recordar las charlas donde la paz había prevalecido entre ellos, y cuando las risas aparecían para hacerlo vivir, pero para desgracia de él, no podía vivir con ello un minuto más; debería morir por dentro para renacer de nuevo.

Reconoció una pequeña biblia que un cura le había regalado de niño, entre sus cosas de la secundaria, encontrando allí dentro, un montón de blasfemias con deseos intensos, escritos entre lineas para aquel susodicho.

"Rompe mi caja torácica con un cuchillo de mango de cuero; rompe mis pulmones con respiraciones provocadas por mis anhelos; rompe el maldito silencio con sollozos de nuevo; mi alma está derramando tinta en blasfemias solo por ti".

"Quiebra mis huesos así como quiebras mis sueños; rompe mis tobillos con un esguince de nuevo; arranca mis mechones de oro teñidos por el Sol de Enero, pero solo si arranco de ti aunque sea un maldito beso".

"Dejaré que mis lágrimas empapen otra vez el suelo; dejaré que mi sangre exprese lo que por ti siento; mientras el suelo del baño me ampara de nuevo; cierro mis ojos y rezo un Padre Nuestro".

El rubio abrazó esa condenada biblia repleta de injurias, solo para sentir el olor nostálgico de aquella tapa de cuero, y así recordar cuando esa biblia fue el único desquite que tuvo para no dañar al mocoso de nuevo. No quería romper ese rostro con sus puños, más bien con sus besos.

Las palabras que estaban escritas allí, conteniendo miles de emociones reprimidas en tinta, por más dolorosas que fuesen, contenían la verdad más pura de todas, como el alma blanca del rubio.

¿Cómo podía expresar el dolor que ahora sentía si no era con palabras?, ¿con puños, como el maldito de su padre?, ¿con fe?, ¿con rezos sin sentido?. Quizás escribir de nuevo lo que sentía lo calmaría, por más que práctica le faltara.

Su padre no estaría un tiempo por el pueblo, así que tomó un cuaderno viejo, y con una pluma azul que había tomado "prestada" una vez en el colegio, comenzó a escribir.

"Santificada sea tu inmunda existencia... creo que ni siquiera sé como empezar esto, más nunca lo leerás, pero fingiré que este desahogo, por última vez, está dirigido a ti".

"No quiero desquitar con violencia mis palabras, ni tampoco mis sentimientos, pues por más que has prometido quedarte, no has prometido realmente ayudarme. Me repudia aún la gente como tú, que cree que ir en contra de Dios es cuestión de elección, y realmente lo es, pero después se quejan del maldito resultado que han de obtener".

"Quizás mis sentimientos en la carta que escribí una vez para ti, en secundaria, portaban verdades más puras que las que ahora puedo recitar aquí, pero sigue siendo el mismo deseo inmundo y convaleciente, obcecado con la forma de un amor pasional y asquerosamente prohibido".

"Rompí mis nudillos muchas veces por ti, aunque una sola vez contra tu rostro, y más específico, tu máscara, pues creí que quitándotela quizás te animarías a mostrar algo más que una faceta de chico misterioso y desinteresado, pero temo que el que debió quitarse la máscara fui yo..."

"Los sueños me traicionan a diario; son dolorosos pero en cierta forma bellos, pues aunque sea en forma de pesadilla, admito disfrutar tu compañía, por más ilusoria que esta sea. Y realmente tengo un lugar reservado aquí desde que comencé a ejercer esta profesión, pues pensé que tendría la oportunidad de arreglar tu camino, aunque sea una sola vez, y conmigo".

"Son sueños que realmente quería ver cumplidos, y por más noches de insomnio, no sé que más te puedo dedicar, si nunca respondiste la única pregunta dirigida hacia ti, que realmente tenía valor. Más no la has sabido por culpa mía, y quisiera saber si hubieras contestado algo diferente de lo que esperaba. ¿Tú querrías ser mi amante... en aquellos tiempos?".

El rubio resopló y golpeó la pluma contra la hoja del cuaderno, manchando de tinta la carta, para luego hacer pedazos esta.

"¿A quién engaño?, sin una máscara nunca te habrías atrevido a amarme de verdad"

Beata María -【Sally Face】-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora