Me enseñaron la historia de la magia negra y aprendí de las propiedades de las piedras al igual que mejore fácilmente mi vuelo en escoba, aprendí a hacer pequeños hechizos y ayude a exterminar a unos cuantos cazadores que se metían en el bosque a buscar niños extraviados.
-Belle!-me gire y ví a mi madre parada a unos metros.
-Si mama-la mire interrogante.
-Toma, esto es para ti-me lanzó algo que cogí al vuelo.
Un saco de terciopelo negro.
Vi su contenido, un colgante con una piedra azul oscuro.
-Es un lapislázuli-la vi fascinada.
-Todas las brujas tienen una de un color, como aún no tienes suficiente experiencia empezarás con este, cada vez que vayas progresando tu piedra cambiará de color-
Me lo puse admirandolo. -Gracias-
Sin embargo una luz blanca apareció cegandome por completo y vi que había aparecido un colgante muy extraño con unos símbolos distintos.
Mi madre se acercó con cautela.
-¿Mama?-
-¿Un grimorio?-
-¿Que es un grimorio?-
Esta vez no respondió sino que me miro de una forma un tanto rara.
-Belle...¿puedes decirme quién era tu madre antes de serlo yo?-
-Ehh, se llamaba Esther Mc Carthie-
Ahí mi madre palideció notablemente.
-Eres hija de una bruja blanca-
-¿Eso...es malo?-
-No, al menos se con seguridad que no eres humana, pero ese grimorio...es oscuro...que extraño-suavemente tocó el colgante misterioso con la punta de su varita. Dos figuras pasaron volando y se posaron cerca -Ya llegamos- Nos acercamos y vi a dos chicas, una tenía un gato pardo esponjoso.
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Talía
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