7. Boruto

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Advertencia: NO pretendo promover ningún tipo de comportamiento relacionado con el abuso a menores. Porque si uno es menor de edad y él otro mayor, eso es ABUSO.

Día uno.

Intente comprender que decían leyendo sus labios, pero me fue imposible. La distancia que nos separaba era demasiada, además que no contaba con esa habilidad. Definitivamente debía entrenar aún más para desarrollar las técnicas del clan.

Estaban bastante cerca y mi tío Sasuke fruncía el ceño. Mi papá, riendo, palmeó la espalda del moreno, con rudeza, como despedida y el atacado, sólo negó con la cabeza. Parecía que iba a comenzar su camino hacia la aldea de la Arena, pero antes dirigió una indiscreta mirada hacía mi escondite, demostrando que conocía mi localización desde el principio, por algo ese viejo era el Hokage. Me dedicó una sonrisa antes de girarse y darme la espalda, despidiéndose de mí con una de sus manos.

Estuve unos minutos observando como la figura de mi padre se fundía con el dorado del horizonte y mi tío hizo lo mismo. No me pregunté donde estaba la escolta de mi padre, ni porque iba caminando en vez de coger el tren. Lo que me extrañó fue la molesta expresión de mi tío que desafiaba su habitual estoico rostro.

"Boruto, sal." Él podría contarme más acerca de la misión de papá, y tal vez, explicarme el motivo de su enfado. Me acerqué despreocupadamente, con ambos brazos detrás de mi cabeza, intentando disimular la humillación que me suponía el ser incapaz de ocultar mi presencia.

"Buenos días." Cuando estuve delante de él, a sólo un par de pasos de distancia, le sonreí y él se quedó en silencio, dedicándome esa mirada intensa que a veces ponía. Mi madre me comentó que podría deberse al increíble parecido que tenía con mi padre: puede que le resulte extraño ver a un "Naruto-adolescente" tan educado y respetuoso con él.

Con el pasar de los segundos, y ver que no reaccionaba, fui directo al grano.

"Tío... ¿Por qué mi papá se va a la Aldea de la Arena?"

"Por una reunión." Suspire, molesto, ante lo obvio.

"¿Y qué es tan importante cómo para dejar su querida aldea sola?"

"Yo me encargo de la seguridad de la aldea en su ausencia." Aquella conversación me estaba haciendo perder la paciencia que no tenía.

"¿Al menos podrías decirme cuanto tiempo se va a ir? En casa no nos dijo nada y mamá no lo sabe." Mi tío empezó a caminar, en dirección contraria, alejándose de la entrada de la aldea, penetrando en el bosque, y yo le seguí. Durante los siguientes cuarenta minutos, ignoró mis intentos de iniciar una conversación, hasta que llegamos a una zona cercana a una cascada.

"Tu padre me ha pedido que me centre en tu entrenamiento." Aquello me sorprendió.

"Pero si ya me entrenas." Él levantó la ceja, demostrando incredulidad.

"Ahora empieza el verdadero entrenamiento." Por algún motivo, su tono de voz, y su manera de mirarme, me resultó intimidante.

Día cinco.

"¿Cuánto tiempo estará fuera de la aldea?"

"Si estoy yo, la aldea está segura"

"¿No puedes decírmelo, no?"

"Entre menos sepas, mejor." Malditos secretos entre adultos.

"¿Cuánto tiempo más debo estar sin la camiseta?" Cambie de tema.

Mi tío creyó necesario que entrene sin camiseta a pesar de ser cerca de las diez de la noche. Podía soportar el frío, pero no las sutiles miradas de mi tío hacia mi desnudo pecho.

Todo y nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora