¿No fui muy obvia? - Fanfic "Amber x Sucrette" (CDM)

•¿Te quedarás callado?•

Narra Sucrette:

Amber alzó su mano en dirección al menú del lugar, me sorprendió bastante lo que había escogido, pues era aquello que llaman "Cajita súper feliz" lo cual era especialmente dirigido a un público de niños, tan solo pude dejar salir una pequeña risa acompañada de una sonrisa algo torpe, lograba mirar su brillo ante sus ojos, realmente deseaba uno.

- Entonces ¿Quieres uno de esos? - Le pregunté señalando la misma imágen.

La rubia sin quitarle la mirada de encima, asintió.
No se lo iba a negar, así que, me dirigí al mostrador e hice el pedido para ambas, en cuanto me dieron la nota, me di la vuelta y le tomé de la mano a la contraria.

- Vamos por las bebidas ¿Que es lo que quieres? - De nuevo, le cuestioné a la chica.

- ¿Que solo hay refrescos aquí? - Habló Amber.

- Bueno, si lo deseas puedes beber algún jugo o solo agua natural - Contesté mientras servía mi bebida.

- Ugh, esto es de lo peor - Dicho eso, se acercó a servirse algo de refresco.

El solo mirarla de reojo, me percataba de su lindo rubor, era natural, me causaba mariposas en el estómago y desearía que no fuese así ¿Cómo puedo sentir algo por la chica que me quiso humillar desde mi llegada al instituto?

En cuanto ambas teníamos nuestras bebidas a la mano, comenzó la búsqueda de un lugar cómodo, el lugar era grande y por suerte no había mucha gente, Amber quería evitar las ventanas por qué no nos fuese a ver alguien más, así que, nos fuimos cerca del mostrador, la verdad, no pensamos que algún conocido se cruzará con nosotras.

- ¿Que tal? ¿Está bien el lugar? - Me crucé de brazos y le sonreí.

- Bien... Si, perfecto - Respondió Amber mientras miraba el lugar con algo de disgusto.

Aún lograba ver su ligero rubor que cubría sus mejillas, la tomé del mentón e hice que se acercara a mi hasta que nuestras respiraciones chocaran.

- Ay, pequeña Amber, ojalá fueras tú el postre~ - Sin acercarme más a ella, me incorporé en mi lugar y solo dejé salir nuevamente una risa.

Amber por su parte, tenía el rostro cubierto de aquel tono rojizo, le quedaba realmente tierno y era algo de lo que me estaba enamorando.

- ¡Cállate, imbécil! Yo... Eh... - Amber en cambio, estaba sin palabras y sin saber dónde mirar.

Antes de decir algo, escuché aquel chico que me había atendido, pues estaba lista la comida.

- Enseguida vuelvo. - Me puse de pie y fui por aquello que habíamos pedido.

- Yo... De verdad que quiero ser tu postre...- Susurró Amber para ella misma.

Al regresar, tomé lo que era lo mío y acerqué su caja a la ojiazul, aquel brillo en sus ojos volvió, como si nunca antes hubiese visto algo así o incluso probarlo.

- Adelante, no tienes que esperarme para comer. - Dije mientras desenvolvía mi comida.

Soy feliz de mostrarle nuevas cosas Amber, quizá después de todo... No sea tan mala como parece ser.

Narra Amber:

Llegó la comida, se miraba deliciosa, quizá no tanto como la que acostumbro a comer, pero era especial, era especial por qué una chica de baja estatura, lindos ojos, cabello hermoso y unos labios que quiero besar, está a mi lado.

- Gracias, provecho. - Fui algo amable.

Abrí mi pequeña caja y lo primero que miré era un tipo de juguete de tamaño pequeño, era un gato, un gato que me gustaba el como se miraba, su aspecto me recordaba a la chica que se encontraba frente a mi.

- Oye, idiota. - Hablé esperando a que alzara la mirada.

En cuanto su mirada chocó con la mía, la tome de la mejilla y le robé un leve beso, apenas y nuestros labios se habían tocado.

Al separarme de ella, lograba ver cómo ahora eran sus mejillas las que se colocaban de color rojo, no puedo mentir, las mías estaban en las mismas situaciones.

Le sonreí algo victoriosa y por fin, hablé.

- Muchas gracias, tonta. -

Tomé mi comida y empecé a darle pequeñas mordidas, estaba muy, muy rico, más intentaba fingir que la comida apestaba, era difícil eso cuando realmente el sabor te dejaba una muy buena sensación.

- ¿Que tal está? Parece que lo disfrutas. - Dijo Sucrette.

- Esta... Vaya, apesta mucho, es de los peores sabores que ha sentido mi lengua en mucho tiempo ¿Que no había algo mejor? - Respondí algo nerviosa ¿Tan difícil era mentirle?

La verdad, quería que me pusiera atención y me consintiera con mis pequeños caprichos, solo esperaba poder lograrlo, ya que su rostro no borraba la sonrisa que tenía.

- No parece que sea así, o es que acaso... - Habló la chica bajando la mirada.

- ¿O es que...? Pf, ni siquiera puedes hablar, no sabes que decir. - De nuevo, hablé en un tono victorioso.

- ... O es que acaso necesitas más que un beso para que digas la verdad. - Su mirada de nuevo volvió a la mía.

Lo único que pude hacer para evitarla era volver a comer de mi hamburguesa, parecía ser que algo buscaba de mi y que era ella quien estaba por hacer que cumpliera su capricho.

- No lo sé, lo pensaría mejor si estuvieses encima de mi. - Hablé sin pensar.

En ese momento, tanto Sucrette como yo, nos dimos cuenta de lo que dije y nos miramos por un largo tiempo en silencio.

- ¡Cállate! ¡No digas ni una palabra más!. - Le alcé un poco la voz.

- ¡Pero si no he dicho nada!. - Contestó.

De nuevo, nos quedamos calladas por un momento, pero cada quien comiendo lo que tenía en frente.

- Toma, abre la boca. - Me dijo Sucrette en un tono un poco frío.

Lo que quería darme era una papa frita ¿Era en serio?

- No, aleja esa cosa de mi. - Le respondí.

- Oh, vamos ¿Cómo puedes ignorar algo con tanta sabrosura? Si la comes, haré lo que me pidas. - Parecía estar muy segura de lo que decía.

- ¿Lo que quiera?.- Le cuestioné.

- Anda, lo que quieras. - De nuevo, afirmó la contraria.

Giré mis ojos y acerqué mi boca hacia la cosa que sostenía, al comerla por completo, le sonreí y me recargue en mi mano.

- Ya que hice lo que tanto querías, quiero que está noche vengas conmigo, a dormir. - Mi sonrisa no podía negar lo que realmente quería.

Sucrette de nuevo parecía estar atontada, casi arrepentida de lo que había hecho.

- Quien lo diría ¿Ustedes dos están saliendo o algo así?.- Habló un chico de alto de cabellos rojos.

Esa voz, esa maldita y estúpida voz....

.... Castiel ¿Por qué ahora?