Unión Imprevista <GTNH>

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Era la media noche, después del festival. El viento que corría en esos momentos, era exorbitante. Mientras que todo en el alrededor de la preparatoria, aquella donde asistía un estudiante peculiar, era desmantelado y guardado, Uesugi Fuutarou, quien se encontraba en una de las tantas escaleras del edificio estudiantil, no dejaba de observar la palma de su mano a detalle. 

Después de haber pasado dos años junto a cinco idiotas que lo hicieron pasar momentos difíciles, a diferentes escalas, aun con la adversidad del mañana que siempre pensaba antes de asimilar volver a verlas, él ya tenía a alguien en mente. Y sin siquiera saber el por qué de sus acciones, la seguridad de sí mismo era evidente. Con cada parpadeo se dejaba en claro las preguntas que rondaban por su cabeza en ese momento.

"¿En qué me equivoqué?" principalmente estaba. 

No podía entender el por qué del rechazo que recibió por parte de ella... Estaba seguro que ambos tenían sentimientos mutuos, pero, ¿por qué? El sentimiento confuso que no dejó su cabeza en todo este tiempo, sin poder hacer nada para cambiarlo, ¿Qué era realmente amar?

Aun con ello, una expresión firme salió de aquel chico pelinegro. A pesar de no ser correspondido como lo imaginó, no era el fin del mundo. Aun le quedaba mucho por que vivir. Y si aun esa persona no estuviera en su vida, era comprensible. Él lo iba a aceptar. 

Sin embargo, todo cambió cuando apareció frente a él. Una vez más, el destino probaba que, sin importar las acciones que uno tome, la vida seguirá su curso original. Debe ser por eso que se sintió confiado de que volvería. Pero...

- Nino - alzando la mirada -.

- Así que aquí estabas, Fuu-kun.

Ante la repentina e imprevista aparición de Nino, Fuutarou no supo como actuar. Tan fácil como era actuar de manera seria como siempre lo hacía, el hecho de haber sido rechazado tan recientemente, había dejado a Fuutarou vulnerable a cualquier tipo de chantaje o burla; sin embargo, siendo el último día, la última noche, Fuutarou sabía perfectamente que todas habían cambiado de alguna manera... eso incluía a Nino.

- ¿Por qué...? 

- ¿Eh?

- ¿Por qué no fuiste detrás de ella?

- Ah, eso... No podía hacer nada al respecto. Antes de que huyera de mí, me había dicho todo lo que quería decirme en este tiempo. Fue aliviador.

- ¿Te conformarás con solo haberla escuchado? No pareces tu mismo. Fuu-kun no es así.

- Nino, ¿Qué podía hacer yo para hacerla cambiar de parecer? Las razones que me dio fueron validas para dejarme atrás. Yo... no necesito que alguien me diga en qué estuve mal. 

- Fuu-kun...

- Ya todo terminó. El festival escolar terminó. Supongo que también será el regreso de nuestra rutina diaria.

- Entonces yo... Yo... ¿tengo alguna oportunidad? - dijo avergonzada - Entiendo que hace poco te rechazaron y ahora te encuentras indispuesto para considerar a alguien como tu pareja sentimental... pero no necesitas ser así. Nosotros... juntos, si me lo permites.

- En verdad, te he hecho sufrir, ¿o no?

- S-sí... mucho. 

- No te rendirás aun si te lo digo directamente, ¿verdad?

- Sí...

En silencio, bajo la poca iluminación que hacía resaltar el rostro de aquella chica, Fuutarou extendió su mano hacía ella. Aún si era una forma de olvidar aquel amor que no se pudo hacer realidad, también era una nueva oportunidad para él. Y tanto como la nueva relación que formaría al tocar la palma de la mano de Nino, Fuutarou no tuvo problemas en aclarar que le tomaría tiempo ganar un espacio en su corazón. 

La garantía de éxito era mínima. Pero así estaba bien. Si Nino era capaz de hacerlo olvidar, de cambiarlo como tal, entonces existía la posibilidad de amor entre ambas partes. Aún si jamás supiera las palabras que le había dedicado para que su pelinegro terminara de esa forma, no era necesario. Siendo su hermana, era entendible tener razones para escapar de la realidad. Pero, aun significaba darle una lección.  

En ese entonces, no lo entendía, pero estaba seguro que todo estaría bien. Si se trataba de Nino, probablemente todo estaría bien. Y aunque no fueran novios como tal, no era necesario. Bastaba con la compañía del otro para estar a gusto consigo mismo. Esa era su relación. 

- Entonces... ¿Ahora soy alguien especial para ti? - apretando y entrelazando su mano con la del pelinegro -

- Quién sabe. Tal vez sería mejor que lo averiguaras por ti misma. Después de todo, esto es algo que empezaste... Gracias.

- Sí. Por favor, espero que cuides de mí de ahora en adelante.

- Sí, lo mismo digo.

- Sí, lo mismo digo

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