Capítulo 20: Polvo al viento

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Kat

El ruido me hace entrar en conciencia de nuevo.

Trato de despertarme y buscar de donde viene pero mis extremidades se sienten pesadas y adoloridas. En ese mismo segundo un grito desgarrador se escucha en la habitación, un escalofrió baja por mi espina dorsal, giro al darme cuenta que es Alec.

Las sabanas han dado a parar al suelo de la habitación, él está en la orilla de la cama, en posición fetal, mientras se mueve bruscamente y gruñe.

Volteo sobre mí y trato de despertarle pero me es imposible, da patadas y se sacude por todos lados.

Me levanto lo más rápido que puedo de la cama y corro a su lado.

Lo giro sobre si y lo pongo sobre su espalda, me coloco como puedo a horcajadas de él, su cuerpo está húmedo, perlas de sudor hay en su frente. Tomo sus manos hechas puños como puedo para evitar que nos golpee.

-Alec, despierta. -lo sacudo, más él es más pesado de lo que creí.

- ¡Alec! -Él solo se sacude como si lo que este soñando le estuviera haciendo tanto daño. Como si fuera real.

-Alec, cariño... por favor. - mi voz es un susurro en mi cabeza pero un grito de dolor en el exterior. Abre sus ojos de golpe mirando a los costados, analizándolo todo antes de poner su atención en mí, abre la boca dejando salir el aire en grandes bocanadas. Su mirada esta desenfocada, sus pupilas dilatadas pero aun así puedo percibir el horror, un miedo tan tangible que tiemblo, mis manos tiemblan.

- ¿Kat? -su voz es ronca por haber estado gritando. Siento mis mejillas húmedas, me duele verlo así y no tengo ni una maldita idea de lo que le pasa. Sus manos toman mis muñecas suavemente y lo suelto.

- Sí... soy yo. -mi voz se entrecorta. - ¿Qué pasa, Alec?

Mira mi rostro como tratando de reconocerlo, su respiración empieza a ralentizarse y sus ojos vuelven a ser grises de nuevo. Mas el miedo sigue persistente en la habitación, como si se pudiera palpar. De la nada me toma y me empuja en su pecho.

- ¿Eres tú?

Pongo mi mano en su pecho y siento su corazón latir como loco. -Si -su pecho se siente húmedo, no sé si es por el sudor o por mis lágrimas. El tiembla.

-Claro que soy yo ¿Quién más podría ser? -su agarre se hace más fuerte.

-No te vayas, por favor. -habla en susurros. Y mi corazón prácticamente se rompe por él.

-No lo hare. -lagrimas empiezan a salir y no hay nada que las detengan. Me separa unos centímetros y levanta mi rostro hacia él, limpia con sus pulgares las lágrimas calientes que caen, el miedo en su mirada sigue ahí.

-No llores, no por mí. -deja un beso en la cima de mi cabeza.

-Lo siento.

Me abraza de nuevo, nuestras piernas se enredan, deja mi cabeza en su pecho escuchando el latir de su corazón.

Nuestras respiraciones se escuchan entre el silencio de la habitación, su respiración es pesada. Empieza a acariciar mi cabello. Y me pierdo en su caricia.

Espero a que hable si es lo que quiere pero no lo hace.

Aun así lloro, por él, por mí, por todo lo que siento y no me armo de valor por decir. Mi lagrimas caen en su pecho, él solo se atiene a ponerme más cerca de él y susurrar cosas sin sentido que aun así me ayudan, lo más probable ha de pensar que me ha asustado, pero no es así, estoy asustada por nosotros de lo que pasara después de esto, de esta situación estúpida en la que nos metí.

Después de ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora