002

41.5K 4.7K 691
                                    

Una semana y ya estaba listo para dispararle.

"Jimin, Tráeme mi café."     

"Jimin, desinfecta tus manos."

"Jimin, tus notas están mal, hazlo otra vez."

Ni siquiera creo que el hombre tenga la maldita palabra "por favor" en su vocabulario. Era como si yo fuera su esclavo y no su secretario. Y lo que era peor: no tenía tiempo para mí. Mi escritorio estaba en un extremo de su oficina por "conveniencia". ¡Conveniencia  mi trasero! Era sólo una excusa para darme órdenes estando cerca.

—Sí, me aseguraré de decirle cuando él llegue. Gracias por llamar. —colgué y escribir en un post-it los últimos detalles relacionados a las reuniones que tenía organazidas para mañana. Me levanté y lo puse en uno de los muchos espacios limpios de su escritorio increíblemente organizado. Volví a mi escritorio y comencé a revisar algunos de los archivos que necesitaba que fueran enviados. Un momento más tarde, llegó de otra reunión. 

—Jimin, ¿qué es esto? —lo miré, sin estar seguro de lo que estaba hablando.

—¿Qué sucede, señor? —puso las manos en los bolsillos y se volvió hacia mí.

—Ven y mira. —apreté la mandíbula y me acerqué a su mesa, la miré detenidamente aún sin estar seguro de lo que estaba insinuando— Voy a volver a preguntar. ¿Qué es esto? —con un movimiento de cabeza hizo un gesto a su escritorio y luego me di cuenta de lo que estaba hablando. 

—Es un post-it, señor. —¡dah

—¿Y qué está haciendo en mi escritorio?

—Lo puse recién, ya que contiene información sobre sus reuniones de mañana.

—Sácalo.

—¿Perdón?

—Quítalo y envía la información a mi teléfono del trabajo. Hubiera jurado que te dije que toda información sobre las reuniones y en relación con ello: se tiene que enviar a mi teléfono del trabajo. —parpadeé algunas veces antes de inclinarme y quitarlo de su escritorio. Luego se sentó y miró hacia otro lado.

—Lo siento, señor, no volverá a suceder. ¿Algo más? —además de un puño en la cara. Comenzó a realizar su trabajo, como si me estuviera ignorando.

—Haz reservaciones para dos en un restaurante agradable en el centro. Siete es una buena hora.

Asentí con la cabeza y me dirigí de vuelta a mi escritorio. Por despecho, hice reservas en el restaurante más caro de Seúl. Hum, eso lo hará... bueno, después de todo era rico, así que ¿qué más daba? Después, envié la información a su teléfono del trabajo. No hay necesidad de darle al Señor Particular otra razón para regañarme más.

Mi almuerzo no resultó bien tampoco

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Mi almuerzo no resultó bien tampoco. Tomé mi chaqueta y corrí hacia la puerta, casi estaba libre hasta que lo oí aclararse la garganta que, por lo general, significaba que quería mi atención. ¡Maldita sea, estaba casi allí!

—¿Vas a almorzar? —preguntó. Yo asentí con la cabeza lentamente, casi con ganas de de estar fuera de la oficina—. Antes de hacerlo, tráeme un sándwich de pollo, mostaza, lechuga y queso suizo. Suelo ir a la tienda de comestibles al final de la cuadra de aquí.

Me quedé asombrado. ¿Él quería que le trajera su almuerzo en mi descanso? Una vez más oí gritar a mi Jimin interno: "¡Tú imbécil, consíguete tu propio sándwich! Sin embargo, el Jimin que estaba interesado en conseguir su primer cheque de pago respondió: —Sí, señor. ¿Quiere algo de beber? —pregunta tonta. Por supuesto que el imbécil querrá algo con que bajar la comida.

—Un té helado sin azúcar, de preferencia. —antes de que mi ira interna surgiera, rápidamente salí de la oficina y me metí al ascensor. Raina me dio una sonrisa simpática y levantó su puño articulando "fighting". Sí, necesitaba todo el ánimo que pudiera conseguir.

—Un sándwich de pollo con mostaza, lechuga y queso suizo, por favor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Un sándwich de pollo con mostaza, lechuga y queso suizo, por favor. —sonreí y le entregué la tarjeta de crédito a la cajera. Suspiré y me apoyé en el mostrador deseando estar en cualquier lugar menos aquí, buscando su estúpido almuerzo.

—¿Comes pollo ahora? —me volví para ver de dónde había venido la voz familiar y de inmediato mi cara se puso al rojo vivo.

—¡Profesor! Um, no, no. Es para mi jefe. Es muy agradable volver a verlo. —sí que era agradable volver a verlo. Él sonrió con su descarada sonrisa perfecta y tuve que abstenerme de abanicarme a mí mismo.

—Jimin, ya no soy tu profesor. Llámame Yoongi. —una sonrisa ladina apareció en su rostro— Entonces, ¿cómo has estado desde la graduación? —decía con toda la calma del mundo. Yo sonreí.

—He estado bien. Tuve unas entrevistas de trabajo y terminé en Bangtan Industries a una cuadra de aquí. ¿Qué hay de ti? —no iba a decirle que era el secretario de la persona más humilde sobre la faz de la tierra.

—Ah, todo ha ido bastante bien para mi, salvo que extraño a algunos de mis mejores alumnos. El nuevo grupo que me asignaron es un poco difícil. —el se rió y me hizo reír un poco también. Justo cuando estaba a punto de decir algo más, la cajera volvió con la orden. La tomé y le di las gracias.

—Oh —musité—. Um, bueno, debería irme ahora. Fue realmente genial verlo de nuevo, profes... Yoongi —corregí de inmediato. Él sonrió y sacó una tarjeta de su bolso y me la entregó.

—Lo mismo digo. Llámame cuando estés libre y podríamos encontrarnos para almorzar o cenar tal vez. —ofreció, encogiéndose de hombros. Me alejé de él, antes de asentir rápidamente. El profesor más deseado de toda la universidad dado su número y, básicamente, me había invitado a salir...

—Claro... nos vemos pronto. —dije, bajando la cabeza rápidamente, antes de salir corriendo de la tienda.

Solté un suspiro exasperado, mordiendo mi labio mientras mis pensamientos fluían. ¡Eso fue increíble! Fui a la cafetería de al lado y tomé el té helado del demonio antes de regresar a la oficina. Por supuesto, lo hice con una sonrisa en mi cara. Entré en la oficina y dejé su comida sobre la mesa. Le sonreí e incliné la cabeza, haciendo caso omiso a la mirada extraña que me estaba brindando. 

—Aquí está todo, señor. Disfrútelo. —le dije, sin poder ocultar mi euforia. Arranqué de la oficina por el pasillo hasta el ascensor. Había una hamburguesa y una Coca-cola grande con mi nombre esperando abajo en la cafetería.

Devil Boss | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora