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Mi ánimo feliz duró hasta el almuerzo y en el viaje de regreso a la oficina. Pero, por supuesto, no iba a durar. Terminó tan pronto como entré en la oficina otra vez. El me miró y luego volvió a mirar su trabajo.

—Jimin, tengo un día ocupado mañana así que te necesito aquí antes. —dijo, yo mordí mi labio y asentí lentamente.

—¿Qué tanto más temprano, señor? —ya estaba aquí a las ocho y media, ¡¿cuánto más temprano me quería este tirano aquí?!

—Siete y cuarto. Ah, y asegúrate de estar listo, por que tengo que asistir a una reunión a primera hora. —ni  siquiera los conejos en el país despiertan tan temprano. Si tuviera que estar aquí a las siete y cuarto, ¡eso significa que tendría que levantarme a las cuatro y media! Suspiré y me acerqué a mi escritorio, completamente derrotado. Por el resto del día, lo fulminé con la mirada cada vez que no me veía. Gran imbécil.

Me quité los zapatos y los tiré al suelo al lado de mi maletín cuando entré por la puerta de mi apartamento

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Me quité los zapatos y los tiré al suelo al lado de mi maletín cuando entré por la puerta de mi apartamento. Sam me miró desde su lugar al lado de la mesa de café.

—No, no necesito el confort del mejor amigo del hombre. Sólo descansa allí mientras yo muero aquí. —exalté. Sam levantó la cabeza y luego la dejó caer de nuevo. Apreté la mandíbula y caminé hacia la cocina. Hasta mi perro me ignora. Mirando la nevera, (que estaba completamente vacía) me di por vencido, busqué los menús de comida para llevar y tomé mi telefono.

¿Jimin, estás vivo? —salí de la cocina justo cuando Tae se quitaba los zapatos y levantaba una bolsa de comida para llevar.

—Ahora lo estoy. ¿Que traes? —dije, dejando mi teléfono en su lugar y suspirando aliviado. Tae sonrió y fue hacia la cocina.

—Italiana. Ya que no has recibido tu primer cheque de pago, me imaginé que no tendrías suficiente dinero para la tienda de comestibles. ¿Acabas de llegar a casa? —decía, notándose el cinismo en su voz. Yo asentía con la cabeza mientras él sacaba algunos platos.

—Me hizo trabajar horas extras mientras él se iba a su cena de las siete. Estoy pensando en matarlo. —bufé con un puchero en mis labios. Tae rió y puso espaguetis extra en mi plato.

—Y sólo ha pasado una semana. ¿Debería llamar a hoseok para que te vea un momento? —una sonrisa ladina apareció en su rostro. Yo gruñí y le tiré un poco de pan de ajo.

—Soy consciente de que Hoseok es tu novio y que es un psiquiatra que me verá de forma gratuita siempre que lo necesite, pero no, gracias. Estoy un poco cansado, no loco.

—¿Estás seguro que no estás loco?

—Vete a la mierda. —exclamé, frunciendo el ceño mientras miraba su semblante burlón. Él sonrió y me movió la cabeza.

Devil Boss | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora