032〔Capítulo final〕

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Al planear un viaje para la luna de miel perfecta, lo principal es la ubicación, la ubicación y la ubicación. Así que por supuesto, yo quería elegir dónde iríamos en nuestra luna de miel, pero no pude decir que no cuando Jungkook insistió en llevarme a un lugar especial. No pude decir que no.

—Um, ¿amor? —carraspeó Jungkook. Sonreí al ver la vista, extasiado, mirando las montañas. ¡Eran hermosas!

—¿Sí, cariño? —le di la palabra, pero él respondió con aclararse la garganta incómodamente. Esa fue mi señal para verle serio, viendo su semblante algo nervioso.

—Este... este no es el lugar donde se supone que debemos estar. —y justo cuando dijo eso, el autobús que nos había llevado desde el aeropuerto a... donde sea que estuviésemos ahora, se puso en marcha.

—¿Q-qué quieres decir? —tartamudeé, pudiendo sentir el revoltijo en mi estómago.

—Nuestros pasajes eran para Fiji, no Suiza —su voz era nula que apenas y podía escuchar, pero a deducir por su rostro, entendí todo—: Subimos al avión equivocado.—nos subimos en el avión equivocado...

—Oh, eso es interesante. —me crucé de brazos, indignándome por el hecho de que nuestra luna de miel ya comenzó mal.— Bueno, arréglalo.

—¿Eh?

—¿Eh? Estoy hablando nuestro idioma, ¿no? Dije que lo arreglaras —exclamé alterado, sabiendo de antemano que no ganaría nada—. L-llévanos a Fiji o algo así. —ante ello, Jungkook se aclaró la garganta y pasó a acomodarse de postura, pareciendo todo lo contrario a alterado (yo). 

—Jimin, no sé nada sobre Suiza, así que no puedo arreglarlo de inmediato. Sólo espera un segundo.

Y se alejó un poco mientras sacaba su celular del bolsillo. Resoplé, mirando a mi alrededor y diciéndome tonto por dejarme llevar por las bellas montañas, viendo más allá y solamente ver desgracia y catástrofe en nuestra luna de miel. Me dirigí a sentarme en la banqueta, sintiendo como mi mandíbula está doliendo por culpa de mi puchero. Entonces una ráfaga de viento particularmente fuerte me desconcertó, y la fuerza de la brisa hizo que la parte trasera de mi camisa se levantara como si de una simple pluma se tratara. Genial, no tengo una chaqueta de invierno o botas. Estupendo.

Me levanté del pavimiento para dirigirme a Jungkook y ver lo que hace: él se encontraba haciendo un par de llamadas, carraspeando entre dientes mientras pronunciaba palabras que me eran desconocidas, pues se trataba de otro idioma, inglés, para ser precisos; su manera de pronunciarlo era adorable, y aunque se nota que aún le falta aprenderlo al cien por ciento, esa cantidad mínima de porcentaje le ayuda bastante.
Minutos más tarde, un auto apareció enfrente de nosotros y Jungkook se encaminó a tomar nuestras maletas y dedicarme una sonrisa tímida, obviamente consciente de la gravedad de su metida de pata.

El auto nos llevó a un hotel rural, donde por fuera cualquiera podría decir que no pasaría una noche en un lugar donde su cartel está torcido y las paredes de ésta están careciendo de remodelaje.
—Esto tiene que ser una broma... —dije entre dientes.

—Lo siento, mi vida. —al ver el rostro de Jungkook parecía un perrito mojado, con sus ojitos grandes brillando mientras su ceño fruncido estaba a flor de piel. Sin embargo, no quería verlo así por un error de parte de los dos, así que negué con la cabeza, sonriendo con pocas fuerzas y le di un beso en la mejilla.

—Está bien, amor... —le tranquilicé—. Estoy seguro de que es mejor por dentro. —nótese, optimismo. Nos bajamos del auto y llevamos nuestro equipaje adentro. Al momento de entrar, una fuerte oleada de olor a pescado y a pies en el vestíbulo me hizo retroceder, pero no había vuelta atrás, pues una mujer muy alta y rubia nos observaba sonrientes detrás de la barra.

Devil Boss | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora