Jeon Jungkook es caracterizado por ser un jefe realmente estricto con sus empleados, así que no es conveniente meterse con él.
Quien fuera Park Jimin para tener tanta "suerte" y ser asignado como su secretario personal...
⇝ Adaptación.
⇝ Autora or...
A la mañana siguiente me desperté y ya estaba en la cocina antes de que Jungkook entrara. Él encendió la luz y dio un paso atrás cuando me vio. —¿Jimin?
—¿Si?
—¿Por qué estás sentando en la oscuridad? —¿lo estaba?
—Oh, estaba bebiendo café. Quedó un poco. —avisé neutral, pero él no dijo nada y nada más se dirigió a la cafetera. Hice un puchero ante ello, dándole vueltas a mi teléfono con la finalidad de distraerme.
—Estaba... pensando en que debería llamar a mi padre y decirle la verdad, ¿sabes? —solté de inmediato—. Quiero decir, nos ahorraría problemas a los dos si lo hiciera. —mordí mi labio inferior, sintiéndome como el cobarde que sabía que sonaba. Cuando sentí la mirada de Jungkok sobre mí, hice la cabea gacha en señal de vergüenza.
—Estás haciendo el ridículo —dijo frunciendo el ceño, agravando la voz—. Te arrodillaste y me suplicaste, a tu jefe, para que mintiera por ti. Si esto era algo que se podía haber resuelto diciendo la verdad, entonces no habías llegado a ese extremo en primer lugar.
—Lo sé, pero-
—Sin peros. Si no lo haces entonces voy a despedirte sin pensarlo. —¿eh?
—¿E-en serio me despediría? —tartamudeé. Él tomó un sorbo de su taza de café y se apoyó contra el mostrador, portando una postura segura, mucho más segura.
—En serio —dijo neutral—. Ve a vestirte para que podamos irnos en treinta minutos.
Antes de que pudiera hacer más preguntas, el salió de la cocina. Me senté en el sofá durante unos minutos antes de que finalmente me diera cuenta de lo que estaba sucediendo realmente. En su manera extraña y totalmente dura, se estaba asegurando de que me apegara a mi palabra, lo que siempre ha sido una de las cosas más importantes para mí. Sonreí como tonto y me pasé las manos por el cabello mientras me levantaba y salía de la cocina para prepararme.
—Él va a volverme loco con sus cambios de ánimo. —bufé en un susurro. Pero bueno, valdría la pena quedarse para verlo.
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—Sal del auto, Jimin. —ordenó Jungkook. Yo negué rápidamente y empecé a hiperventilar.
—V-vi a mi padre en el camino. Está conduciendo mi regalo de graduación que dijo que me lo daría hasta que tuviera un trabajo de verdad. ¡Él va a darme un auto por mentir! —exclamé fuerte, mucho, por que mi conciencia no podría manejar esto. Jungkook gruñó y bajó del auto primero. Caminó hasta mi lado del auto y abrió la puerta con una especie de fuerza de gorila.
—No quiero tener que encargarme de ti físicamente. Sal del auto. Ahora. —su voz me pareció abrumadora, y mi yo interior se sintió asustado por eso. Fruncí el ceño y de mala gana me bajé del auto. Cerró la puerta con llave antes de que pudiera darme la vuelta.