veintiocho: meant to be

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Alex suspira, apoyándose en la isla a mitad de la cocina, y subiéndose a ella cuando ve a Fargan entrar, el mayor se queda de pie en el marco de la puerta, con expresión cansina y los brazos cruzados sobre el pecho.

- Mara ya se durmió. - dice en un susurro, el pelinegro extiende sus brazos hacia él, esperando que camine hasta su posición, pero Fargan no lo hace, sino que niega quedamente. - Tenemos que hablar, Alejandro.

- No me gusta que me llames así. - se queja, haciendo un puchero, pero la expresión seria del mayor no vacila ni por un instante. - De acuerdo, si querías que me preocupara, lo lograste, ¿qué sucede?

Entonces camina hasta él, y Alex piensa que es una broma, que lo abrazará y se echará a reír, burlándose de su expresión, pero no es así, sino que Fargan se queda de pie a un par de pasos de él, con el brazo extendido en su dirección, Alex frunce el ceño, pero pone su mano bajo la del mayor, y un pequeño objeto cae sobre su palma.

- ¿Qu-qué...? - empieza, la voz temblando al salir de sus labios, y mirando el anillo con los ojos azules a punto de llenarse de lágrimas. - ¿qué haces? - termina por preguntar, levantando la mirada de vuelta al mayor.

- No puedo hacerlo. - dice, con voz monótona, como si hubiese practicado esa frase un centenar de veces. - Mara puede quedarse conmigo de vez en cuando y s~

- Estás de puta coña, ¿no? - inquiere con dureza. - Es una broma de pésimo gusto, Fargan, que lo sepas, ponte el puto anill~

- No. - corta, dando un par de pasos hacia atrás. - Alex, no puedo casarme contigo. - y la voz se le rompe a mitad de la oración, el menor se baja de su lugar en la isla, mirándolo, con el ceño fruncido.

- ¿Por qué? - cuestiona, y trata de mantenerse impasible, pero siente las lágrimas al borde de los ojos. - ¿Encontraste a alguien más? - adivina, y el solo pensamiento le rompe el corazón, un par de lágrimas se escapan de sus ojos. - ¿O decidiste que no soy lo suficientemente bueno para ti?

- No llores. - pide, con un susurro. - No llores, Ales~ Alex, por favor. 

Niega con la cabeza, apenas, y se quita el anillo que lleva puesto también, Fargan lo mira, su expresión decae un poco, pero vuelve a recomponerse.

- Está bien. - dice el más bajo, dejando ambos anillos sobre la isla a su espalda. - Sino quieres hacerlo yo no puedo obligarte, así que voy a recoger un par de cosas y me voy a quedar con Mangel por hoy.

Pasa a su lado, saliendo de la cocina y subiendo las gradas, no iba a llorar, no frente a Fargan, ni siquiera cerca de él, no entendía que demonios estaba sucediendo, y si él no se lo explicaba, a Alex no le importaba... pero eso sería mentira, ellos no habían estado juntos por diez años sin hablar de sus problemas, así que se quedó un instante de pie en mitad de su camino, para hablar de ello uno de los dos tendría que tragarse su orgullo, el pelinegro tomó una profunda respiración, giró y bajó las escaleras de nuevo.

Fargan no estaba en el marco de la cocina, sino que se había dirigido hasta la isla y sujetaba entre sus dedos el pequeño anillo con la pequeña gema azul, levantó la mirada cuando notó que Alex estaba allí y finalmente empezó a llorar.

- Lo siento... - susurró, su voz sonaba tan pequeña en mitad del lugar. - lo siento... - repitió y Alex se acercó a él, le tomó un par de segundos, pero Fargan terminó por abrazar al menor. - no tienes que casarte conmigo sino quieres, - dice, y el pelinegro frunce el ceño. - pasó algo...

- No me importa que haya pasado, amor, - murmura, Fargan esconde el rostro contra su cuello, abrazándolo como si fuera la última vez que lo hace, porque quizás lo sea. - no me importa.

Endless cliché • Rubegetta • (ELC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora