diez: reunión

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Se sentó en la cama, la carta se sentía como fuego entre sus manos, rompió el pequeño corazón para poder abrirla, la letra lucía desordenada y hecha con bosquejos rápidos.

Estaba escrita en inglés, Luzu tuvo que parpadear un par de veces para poder entender que decía.

"No puedo atarte conmigo, amor, no puedo... sé feliz, Luzu, por favor, porque ese es mi único consuelo. Si tú eres feliz,  todo estará bien... cuídate, y ámate tanto como lo hago yo.

Con amor, Ryan."

Luzu gira el pequeño trozo de papel en el que aquello está escrito un pedacito de una canción que solía oírlo cantar a veces.

"Bueno, puede que haya sido un pequeño rayo de sol... ojalá mejor que el resto. Oh, pero cariño, te mereces todo el maldito sol y cada momento dorado que se refleja... cariño, fuiste hecho para un jardín, y yo no soy él..." 

Y quiso levantarse de allí, quiso salir corriendo hasta el aeropuerto, poque quizás podría encontrarlo allí, quizás si levantaba justo entonces no perdería a Ryan, a él que lo amaba con tanta fuerza como lo hacía, de verdad que quiso hacerlo.

Pero algo no lo dejó, algo como un pesar que lo sujetó de los tobillos para amarrarlo allí, al borde de su cama.

* * *

- ¡Que no grites! - exclama alguien desde el final del pasillo, Samuel suspira, presionando las carpetas entre sus manos. - ¡Raúl, cállate, anormal!

El pelinegro se pasa los dedos por el cabello, no se había puesto un traje, no estaba de humor para hacer todo tan formal cuando se tenía con reunir con Auron, así que se había puesto unos vaqueros y una camisa negra que le quedaba algo holgada, lucía algo malhumorado, pero -y en su defensa-, ni Luzu ni Ryan le habían respondido las llamadas o los mensajes.

- ¡Que no m~! - los gritos se detienen cuando el arquitecto toca la puerta con algo de fuerza, un momento después la puerta se abre, mostrando a Raúl dentro, sentado en el final de una mesa, y al hombre que vio en París, allí también. - Hola, Sam, un placer verte de nuevo.

- Sí, - susurra. - un placer. - se sienta en una de las sillas, dejando las carpetas sobre la mesa y cuando está a punto de empezar a hablar, el chico le interrumpe. 

- Antes de empezar, ¿quieres algo de beber? - pregunta, pero el mayor niega. - Bueno, antes de empezar, tendríamos que esperar a mi soci~

- Aquí estoy, aquí estoy... - exclama alguien empujando la puerta, el pelinegro gruñe en voz baja en cuanto reconoce la voz. - me detuv~ ¿qué coño hace este aquí?

- Tengo un nombre, es Samuel, por si se te ha olvidado de pronto. - dice con tono severo, los ojos morados posándose en su figura, y apartando la mirada poco después. 

- Oh, así que sí eras tú... - murmura Auron con una mano sobre la barbilla, ambos lo miran con curiosidad. - lo que pasa es que no recordaba con quién se había enrollado el puerco este, no estaba seguro de si eras tú o, aquel otro chico, Willy.

Samuel tiene que forzarse a toser de manera falsa, apartando la mirada de Auron para mirar los papeles frente a él, Rubén deja los vasos blancos cerca de él, dejándose caer en otra de las sillas.

- He traído café... - dice, tomando uno de los vasos y dándoselo a Auron, el arquitecto mira los vasos restantes con curiosidad. - son capuchinos.

Endless cliché • Rubegetta • (ELC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora