doce: luz

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- ¿Alesby? - inquiere el mayor en cuanto responde el teléfono, el pelinegro jamás solía llamarle a esa hora, puesto que estaba en turno, pero allí estaba Fargan, respondiendo. - ¿Qué sucede?

- Fargan... - susurra, su voz sonaba muy chiquita en mitad de todo el bullicio a su alrededor, y se puso de pie enseguida. - uhm...

- Alesby, ahora mismo voy para allá. - dice, tomando las llaves de la mesita cerca de la puerta, pero la voz del pequeño vuelve a sonar desde el otro lado de la línea.

- No pasó nada malo... - insiste entre el tumulto. - es solo... creo que será mejor que vengas...

- En eso estoy, ¿sí? - asegura, saliendo del departamento. - Tranquilo... tranquilo...

- Anda ya, macho, si el que va a tener que estar tranquilo eres tú.

* * *

El pelinegro le toma la pequeña mano nuevamente, y mira sus manos, tan sucias, vuelve a suspirar.

- Está bien, pequeñita... - susurra, mirando como los hombres caminan por su lado, con las grandes y pesadas pistolas. - ¿Quieres ir a otro sitio?

Y sus ambos tonos de azul se miran entre sí, los de la pequeña más claros, a pesar de todo lo que han visto, pero asiente quedamente, aferrándose con más fuerza a la mano de Alex cuando él hace el amago de moverse, y se queja, con aquel sonidito que no ha dejado de hacer desde que el policía la encontró en aquel horrible lugar.

- Oh no, está bien, pequeña, no me voy sin ti. - susurra. - Ven, yo te levanto... - y la pequeña suelta su mano, solamente para agarrarse con fuerza de su cuello, y acunando el rostro allí, había demasiado sonido y demasiadas personas.

El pelinegro continúa caminando hasta llegar a su oficina, con la pequeña niña cargada en sus brazos, todos corrían de un lado al otro, había sido un gran operativo, después de todo, pero algunos aún seguían aletargados, mirando todo alrededor como si fuese muy surrealista para creer; Alex no, él había sido quien había tirado la puerta abajo, y quien había noqueado al principal protagonista de aquella banda, no había sido necesario.

- ¿Y los paramédicos? - inquiere con ceño fruncido.

- Estarán aquí pronto, señor, - responde el hombre que se ha quedado fuera de su oficina. - han tenido bastante trabajo con el operativo, señor.

- En cuanto estén aquí los dejas entrar, no quiero a nadie más aquí, ¿entendido? 

- P-pero... - murmura el chico. - señor, el detective neces~

- Dije que nadie más. - corta con voz severa, cerrando la puerta, la pequeña niña aún sujeta a él, como si fuese lo único estable en todo el mundo, y quizás lo era. - Está bien, pequeña, - susurra, tratando de hacer que tome asiento en la silla tras el escritorio, pero ella se aferra con más fuerza, negando. - nos sentaremos juntos, entonces, no hay problema.

La pequeña niña de grandes ojos azules le mira, lo recordaba entrando a la casa, con el rostro tan severo y tan firme que, por un corto momento, pensó que saldría de aquel lugar tan horrible para caer en uno peor, pero no fue así.

Los demás hombres con armas gritaban y pateaban cosas a su alrededor, mientras ella se ocultaba bajo la mesa, pero él se había inclinado y le había dedicado una sonrisa, ni siquiera había entendido bien lo que había dicho, y se había apartado de su mano, cubierta por un guante; aquel hombre había parecido entender que aquello que le asustaba era eso en su mano y había murmurando disculpas en voz baja antes de quitarse el guante y estirar la mano hacia ella nuevamente.

Y la pequeña le había tomado la mano, se había sentido tan distinto a todo el mundo que había conocido, así que había tomado su mano con fuerza, temerosa de que fuese un nuevo sueño, que aquel hombre que había apartado las pesadillas fuese solo un sueño más, pero no lo era, y no se había apartado de él desde entonces, y esperaba no volver a hacerlo.

Él era la única luz que apartaba las pesadillas.

- Hablemos, ¿sí? - pide con voz suave. - Necesito saber tu nombre, pequeña... muchos van a preguntarte, y necesito que me digas cuál es para poder responder en tu lugar. - explica lentamente el pelinegro, pero la niña lo mira con los ojos azules brillando en su dirección. - Yo soy Alex, ¿está bien? ¿Cuál es tu nombre?

Y ella se remueve un instante, antes de mirarlo con el ceño fruncido. - M... Ma-ma... - comienza con voz titubeante, y hay un pequeño fantasma de un golpe, una mano abofeteando su rostro, desaparece casi al instante. - Ma-ra...

- ¿"Mara"? - repite el oficial, y ella asiente quedamente. - Que lindo, un nombre muy lindo.

De pronto el sonido de una discusión los aparta de allí, la pequeña volviendo a presionarse a su lado, pero el pelinegro sonríe cuando escucha lo siguiente.

- No me hagas golpearte y déjame pasar de una puta vez. - se queja la voz de Fargan desde afuera, seguido de las quejas del otro oficial fuera de la oficina.

- Está bien, - dice Alex desde su lugar con suficiente fuerza para que los de afuera sean capaces de escucharlo. - déjalo entrar, es mi novio.

La puerta se abre un par de minutos después, y Fargan entra, con una sonrisa presumida, pero en cuanto ve a Alex sus ojos toman aquel brillo usual, y esa sonrisita boba danzando en sus labios, hasta que ve a la niña que trata de esconderse en sus brazos, no tendría más de cinco años, y tenía el rostro sucio, escondía dolor en la mirada, él conocía ese dolor, pero lo que más le llamó la atención fue aquellos ojos, que parecían una copia de los de Alex, y tuvo que contener un suspiro.

- Está bien, está bien... - susurra el pelinegro, mirando a la pequeña que ha vuelto a gimotear. - él es bueno, ¿sí? Se llama Fargan, no te hará daño.

- Que niña más linda... - farfulla el nombrado, poniéndose en anclillas frente a la silla en la que ambos estaban sentados. - jo... que niña más linda, - repite. - se parece a ti, Alesby...

No hacía falta preguntar nada, en el fondo Fargan sabía todo, así que estiró la mano hacia la niña, con lentitud, ella lo miró con extrañeza, y luego miró a Alex, quien le dedicaba una sonrisita tenue, así que estiró la mano, suavemente, y puso su pequeñísima mano sobre la del castaño, quien le sonreía con suavidad.

Y, aunque aquellas manos lucían grandes y duras, en realidad eran suaves, y tibias, Mara supo entonces que quizás habría más de una luz capaz de asustar a las pesadillas...




Cap corto porque quería publicarlo ya, y porque es Fargexby <3

Endless cliché • Rubegetta • (ELC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora