| 66 | (Penúltimo capítulo.)

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"Lo que no te mata, te hace más fuerte"

Habían pasado dos días desde que Robert había recibido la carta y había decidido no decirle nada a Justin por su bien. Tenía la extraña sensación que pronto Justin también se enteraría, podía sentir como todo se derrumbaría de nuevo, pero él estaría junto a Justin a pesar de todo. 

Se acercó a la ventana de su oficina, donde podía alcanzar a ver las calles de la ciudad de Filadelfia y una lágrima se derramó por su mejilla. ¿Dónde estaría Lincey? Si pudiera, la buscaría y la haría recapacitar, y no por él, sino por su amigo, porque había confesado amarla más que a nada, y ella solo había abandonado a Justin sin más que un pedazo de papel.

Robert se maldijo mentalmente. Maldijo a Lincey. Maldijo a todo a su alrededor.

Empezó a hiperventilar. Se desabrochó los botones de su camisa y desnudó su torso mientras se jalaba los cabellos con agresividad y repulsión. 

– ¡¿Por qué demonios lo hiciste?! – gritó a los aires pretendiendo tener a Lincey frente a él.

Se giró después de escuchar que abrían la puerta. Reconoció la figura de la chica. Era una alumna suya, pero, ¿cómo se llamaba?

– Profesor Robert. – musitó la chica. 

Robert la miró con confusión, intentando averiguar de quién se trataba. La chica se dio cuenta de su confusión. 

– Ally. – pronunció alto y claro. – Ally Harris, su alumna de sexto. 

– Oh, Ally. 

Se limpió la lágrima que se había derramado momentos atrás y se puso la camisa de nuevo. Ally lo miró con gracia mientras cerraba la puerta detrás de él.

– Dime, Ally, ¿en qué puedo ayudarte? – le preguntó Robert sin ganas.

– Supongo que a estas alturas se ha enterado de la partida de Lincey. – le recordó la chica. – Y supongo que las noticias no le han caído tan bien.

– Supongo que eres su amiga y que entiendes y sabes que mantuvimos una relación meses atrás. Por supuesto que no lo tomaré de buena manera. – dijo Robert enojado.

– Lo entiendo, pero no puede juzgarla tan rápido.

– ¿Y tú qué sabes de juzgar? – replicó Robert con agresividad.

– Lo mismo que usted, profesor. 

Robert la miró con suspicacia.

– Como quisiera decirle tantas cosas…

– Dígaselas. Pretenda que yo soy Lincey y dígame lo que le diría si estuviera frente a usted. No puede odiarla para siempre.

Ally dio un paso al frente quedando algo cerca de Robert. Él sopesó las palabras de Ally hasta que al final se imaginó a Lincey frente a él.

– ¿Crees que es así de fácil zafarte de lo que te da miedo? Justin te ama, te ama tanto que cuando se entere que te largaste enloquecerá, se irá del país como lo hizo cuando se enteró que Jennifer tenía cáncer y supo que no podía hacer nada. Va a encerrarse en su propio abismo y todo será porque no pudiste decirle que esto te daba miedo. ¡¿Acaso eres idiota?! Siempre creí que serías más inteligente, creí, creí, creí. Pero me equivoqué, eres la persona más cobarde y egoísta que jamás conocí, no te mereces el puesto de Jennifer, no eres digna. – soltó Robert. – ¿Sabes que es lo peor? Que aún a pesar de todo lo idiota que has hecho eres jodidamente perfecta, te mereces todo el amor del mundo por ser como eres, por refugiar tus sentimientos e intentar dar lo mejor. Te odio por como sonreías estúpidamente cuando mis chistes eran malos, por tu precioso cuerpo y tus hermosos ojos. Hay incontables cosas buenas en ti, pero lo que más extraño y siempre extrañaré hacer… - empezó a acercarse a Ally, Robert podía sentir a Lincey manifestada en el cuerpo de su amiga. 

Siguió a su instinto y tomó a Ally por la cintura, la acercó a él y la retuvo un momento ahí, a solo centímetros de su rostro.

– Siempre extrañaré tus besos.

Tomó a Ally del rostro y pegó sus labios con los de ella. Por un momento sintió a Lincey, pero luego tomaron su lugar los labios llenos de una persona desconocida. Le gustó la sensación que recorría todo su cuerpo, se abalanzó contra ella e hizo que la espalda de Ally chocara contra la pared. La acorraló entre su cuerpo y la dura superficie detrás de ella y siguió besándola apresurado.

Estaba disfrutando el beso de Ally, pero ella lentamente jadeó y se separó de los labios de su profesor.

– Lo lamento. – se disculpó Robert. 

– Está bien, quería besar a Lincey. Lamento decepcionarlo.

– ¿De qué hablas? 

– Usted no quería besarme a mí, sino a ella. 

Robert arrugó el entrecejo y cayó en la cuenta de que Ally había venido justamente para eso.

– No estaba pensando en ella cuando te besé. 

*

Los padres de Lincey llegaron a una casa vacía, sin el sonido habitual de la música de su única hija. Se miraron extrañados, pero no se preocuparon tanto, tal vez estaba en la ducha o en casa de alguna de sus amigas y seguramente había dejado una nota en la nevera.

– ¡Lincey! – gritó la madre de Lincey. – ¡Ya llegamos!

Se encontró con el silencio más perturbador que jamás haya presenciado y eso la llenó de nervios, sabía que algo andaba mal.

– Seguro dejó una nota. – dijo el padre mientras tomaba la mano de su esposa y caminaban juntos a la cocina.

Efectivamente, había una nota. El padre la sujetó entre sus dedos y la leyó en voz alta.

– “los amo para siempre. Mi excusa está en el estudio” – citó el padre mientras se dirigía al estudio.

Cuando entraron a la habitación, observaron un sobre con las palabras: “Los amo” remarcadas con tinta negra al frente de éste. La mamá tomó el sobre y lo abrió cuidadosamente para después comenzar a leer.

“Mamá y papá:

No los juzgo por todos sus errores a conmigo, por su falta de apreciación y tiempo. Estuvieron conmigo siempre que pudieron, a excepción de mi violación, mi primera vez, mi primer novio, mi primer beso o la primera vez que un hombre me dijo: te amo. Siempre me dieron lo mejor, la mejor casa, la mejor escuela, las mejores ropas, todo, menos su tiempo, su amor, su respeto o su interés, pero como ya dije, no tengo intenciones de juzgarlos.

Prometí acompañarlos en su celebración de 20 años juntos, pero simplemente no podía soportar estar más tiempo sola, sin alguien que me dijera que perder tu virginidad puede ser la cosa más hermosa del mundo, que saber que te ama más tu novio que tus padres es tan doloroso como saber que posiblemente tu futuro se destruya.

Me he prometido terminar la universidad, conseguirme un trabajo flexible y tener tantos hijos como pueda, prometí amarlos y protegerlos, llevarlos al colegio todos los días y darles consejos que les ayudaran en un futuro. Prometí no dejarlos solos jamás y darles todo mi tiempo, porque quiero que sean triunfantes el día de mañana, porque no quiero que me vean como yo los vi a ustedes durante mucho tiempo.

Mamá, me enseñaste muchas cosas, pero solo cuando tenía menos de 10 años. No volví a saber nada de ti después de tu ascenso.

Papá, juro que no estudiaré derecho, porque sé que eres tan inútil que no pudiste enfrentarte al maldito idiota que me violó.

Estoy muy lejos en estos momentos, tal vez esté muerta, pero ustedes nunca se enterarán por sus múltiples ocupaciones, y está bien, sigan ganando millones y dejando todo lo que importa de lado. Tal vez su próximo hijo disfrute de ustedes, si es que deciden no cambiarlo por un manojo de dinero.

Los quiero, pero a la vez los odio.

No se preocupen, supongo que para mañana el odio se irá y solo quedará amor. 

Les deseo una vida llena de dinero y de paz absoluta mientras no esté.

Con todo mi cariño,
Lincey."

El papá de Lincey se puso rojo del enojo que le había causado la carta de su hija, y su madre simplemente le dio vuelta a la hoja para encontrarse con una nota extra:

“¡Tu instinto de madre te hizo darle vuelta! Gracias por no ignorar mis palabras… sé inteligente y date cuenta que mi padre se va a la cama con su secretaria. Te amo mamá”

La madre comenzó a llorar y miró con repugnancia a su esposo. Mentalmente se prometió buscar a Lincey por todo el país hasta encontrarla y arreglar todo lo que hizo mal. 
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Uno más y ya. :c
Las amo.

Sex Instructor » BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora