Capítulo 2

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Escuché unos ruidos extraños. Me paré rápidamente y empecé a escuchar bien. Dos animales con cuatro patas estaban acercándose a mí. Muy tarde me di cuenta que eran dos panteras. Las dos saltaron encima de mí cuando intenté escapar. “¡Soy una enfermera déjenme en paz!”, dije rápidamente y los dos saltaron al costado. “¿Eres una enfermera?”, me preguntó una pantera con una mancha blanca en la espalda. “Sí”, dije otra vez. “Entonces, tenemos que llevarte a nuestro clan”, dijo la otra pantera muy decidida. Empecé a tener un terrible miedo. ¿Me iban a matar? ¿Qué quieren de mí? ¿Para qué me llevan?, la última pregunta la dije en voz alta. “Vas a ver, nuestro guía de clan quiere hablar contigo, estamos en serios problemas, necesitamos tu ayuda”, dijo la pantera con la mancha blanca. “Está bien, pero no voy a escapar, así que déjenme por favor”, dije rogando pero su respuesta fue que cada uno se puso en un lado mío.
                           ***
Ya estábamos caminando mucho tiempo, mis patas empezaron a doler y pesar mucho, empecé a arrastrarlos hasta que ya no tuve más fuerzas. Tropecé contra una raíz grande y las dos panteras me levantaron y mordieron en mis orejas bruscamente. Grité por dolor, y me paré otra vez. Comí una de las hierbas que había llevado para que no me duelan mucho las patas. Después de un largo viaje por el bosque oscuro, llegamos a unas piedras amontonadas. Una pantera abrió el camino y entramos por las piedras a un grande claro en medio del bosque. Todas las panteras me miraban, pero lo que vi en sus miradas no eran odio sino esperanza. Me sorprendí mucho porque todos sus guerreros tenían manchas blancas por todo el cuerpo.
                           ***
Llegamos a la cueva de la pantera guía del clan y las dos panteras me dejaron sola empujándome dentro de la cueva. Mis ojos se tenían que acostumbrar a la oscuridad primero hasta que vi a una pantera negra dándome la espalada. “¿Entonces tu eres la enfermera de los tigres?”, gruñó él. “Sí”, le respondí tímidamente y retrocedí un poco pero me choqué contra la pared. Seguramente por el ruido la pantera se volteó y ¡estaba llorando! “Necesito tu ayuda, urgente. Tenemos una enfermedad demasiado rara.”, dijo. “¿Cuál? ¿Son las manchas blancas verdad?”, lo pregunté. “Sí, es eso, y no tenemos ni una medicina contra eso.” “A nosotros nos pasó lo mismo solo que nos aparecen manchas negras…”, dije yo. “mmm”, dijo la pantera. “Me mandaron a buscar algo contra ello en ese bosque cuando dos panteras tuyas me trajeron aquí…”, dije en voz muy baja, casi susurrando. “¡Es que necesitamos tu ayuda! Nuestra enfermera no tiene la menor idea de cómo sanarlo…”, dijo el guía del clan de las panteras muy desesperado. “Nuestra enfermera tampoco pero por eso fui a buscar en ese bosque de los hechizos porque hay un montón de cosas que todavía no son descubiertas”, le respondí. “Eres la hija de la enfermera que matamos… ¿Verdad?”, preguntó la pantera un poco insegura. “Sí”, dije con amargura pero con tristeza también. “Lo siento es que…”, se quedó callado. “¿Es qué…?”, lo pregunté. “Nada”, me respondió rápidamente y se volteó otra vez dándome la espalda. Sentía que la pantera estaba muy triste. “Ah todavía no me presenté-me dijo y se volteó otra vez- me llamo Burdo”. “Ah, yo me llamo Taigara”, le dije amablemente. “¿y ya encontraste algo?”, me preguntó. “Lamentablemente no…”, le dije desesperada. “Entonces, ahora mismo voy a mandar contigo dos panteras para que busques la solución”, me dijo muy decidido.

Tigres contra panterasWo Geschichten leben. Entdecke jetzt