Como había dicho el guía del clan de las panteras, mandó dos panteras conmigo. Ya estábamos caminando por el bosque como tres días cuando un duende me quiso robar una de mis hierbas. "¡Oye! Si me respondes una pregunta te la daré", dije agarrándolo y me mordió la pata, pero no le hice caso. "Que quieres", dijo él muy amargado cruzando sus bracitos. "¿Sabes cual es la medicina para esto?", lo pregunté señalando las manchas negras que se habían esparcido donde mis orejas y las dos panteras señalaron sus manchas blancas. "Mmm podría ser una nueva enfermedad. Lo único que sé, es que los unicornios son muy sabios y pueden ver el futuro así que deben saber como curarlo. ¿Ahora me das la hierba?" "Gracias", respondí soltándolo y el duende cayó al piso y gritó de furia murmurando algo de que le dolía el poto y se marchó con la hierba sin más. "Buscar un unicornio ni lo intentemos, es imposible", dije triste. "Claro que no. Conozco un pájaro que puede llamar al unicornio más sabio de los últimos dos mil años." "¿Puedes llamarlo?", pregunté con asombro. "Claro", me respondió Black haciendo un sonido extraño con su boca. De repente vimos volar algo de un lado a otro imitando el sonido que había hecho Black. "¿Que necesitas?", cantó el pájaro negro con una barriga blanca. "¿Sabes donde está el unicornio Cerebrou?", preguntó Black. "No te entiendo tienes que cantar para que te entienda", respondió el pájaro. "¿Sabes dónde está el unicornio Cerebrou?", cantó Black. "Mil patas de aquí al sur-oeste. Tienen que encontrar un árbol que tiene hojas azules con forma de corazón. Tienen que responder la pregunta que les dirá y se les abrirá una puerta en el árbol. Tendrán que entrar y ahí estará.", cantó el pájaro ya yéndose a otro lugar. "Gracias", cantó Ñoño la otra pantera. "De nada", cantó el pájaro ya bastante lejos. Me sorprendí pues pensé que ya no había escuchado a Ñoño. Sur-oeste está por allá dije señalando hacia donde teníamos que dar mil pasos. "Uno,dos,tres, cuatro..."