“¡Ayudaaa! ¡Están atacando como diez panteras a nuestro refugio!” Gritó con todas sus fuerzas el Tigre guardián. Los guerreros de nuestro clan se fueron corriendo para atacar a los que estaban atacando al clan de los tigres. Fui corriendo donde los pequeños de los tigres mamás para ayudar a esconderlos. Yo había perdido mis padres en la guerra anterior. Mi papá se murió en la guerra luchando y mi mamá fue la enfermera posterior que intentó de auxiliar a los que tenían grandes heridas pero una pantera la mató para que los que iban a sobrevivir no sobrevivan. Cuando vinieron con esa noticia ayer, me asusté y empecé a llorar a cántaros. Porque todavía era demasiado joven para poder ser enfermera pusieron a otra en mi lugar.
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“¡Taigara! ¡Necesito tu ayuda!”, gritó la enfermera mientras que estaba limpiando las heridas del guardián que vino a avisarnos que nos estaban atacando diez panteras y que necesitaban refuerzo. “¿sí?”, pregunté a la nueva enfermera Samira. “¡Mira! ¡Mira a este guerrero! Tiene algo raro…Vino sangrando y ahora tiene ampollas negras alrededor de la herida…Nunca antes había visto ese fenómeno. Necesito que busques en el bosque de los hechizos, hierbas que podrían curarlo…ya sabes eres mejor en eso que yo así que confío en ti y emprende tu viaje ahora mismo”, me dijo Samira. Miré con una cara rara a las ampollas y me di cuenta de que en el guardián que yo estaba tratando también le empezaron a crecer. “Será alguna enfermedad de las panteras…Porque nadie lo tenía antes de la guerra…Está bien iré a buscar algo contra eso creo que ya sé que cosas podrían ayudar”, le dije un poco insegura pero me fui al toque hacia el bosque de los hechizos.
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Ya no quedaba lejos. Estaba muy agotada pero igual seguí el camino, pues en el bosque iba a ser más seguro, porque ahí no me iban a encontrar tan bien mis enemigos. Por fin llegué al bosque y empecé a buscar. Todo estaba muy silencioso, lo cual me hacía sentir un poco insegura pues eso no era normal, pero tenía que regresar lo más pronto posible a mi clan. Encontré unos hongos los cuales hacen que no tengas tanta hambre. Los reconocí porque eran tan azules como el mar y tenían manchas blancas. Comí uno y llevé algunos para la enfermera. Seguí el camino y me fui encontrando muchas cosas; hojas de plata que bajan el dolor, pasto fucsia que para hemorragias y un montón de cosas más. Todas eran mágicas pues era el bosque de los hechizos. Tenía que tener cuidado con los duendes que me podían robar las cosas que encontré. También habían unicornios que sus cuernos daban mucha suerte. Ya había encontrado dos esqueletos de unicornios lo cual me pareció raro pero me llevé los dos cuernos. Uno me lo robó un duende y el otro lo perdí en el camino y me maldije por eso. Ya estaba oscureciendo así que me eché a dormir.